Sociedad
La conciliación en tiempos del coronavirus
"Quince días, lo que se supone que dura la cuarentena, no son nada. Pero quince días cuidando a alguien para quienes no lo hacen habitualmente pueden resultar una eternidad".
El otro día me dijo una amiga que, si pillaba el coronavirus, aprovecharía para quitarle el pañal al niño. El mismo día, un amigo, me dijo que, si pillaba el coronavirus, aprovecharía para aislarse, sin su familia, sin su hijo, en el campo, solo. Puede que la diferencia de planes entre mi amiga y mi amigo –madre y padre del mismo niño– sea casualidad, pero me dio pie a reflexionar, una vez más, sobre quién cuida generalmente. O quién cuida más incluso en parejas que comparten las tareas de la casa.
Lo que está sucediendo con el virus del que tanto nos hemos reído días atrás es imprevisible y será un experimento, pero en muchos casos, supondrá una prueba de fuego si, como ha ocurrido en Italia, el confinamiento llega hasta España. De momento, las primeras medidas drásticas se han tomado en el País Vasco y la Comunidad de Madrid. Cierre de las aulas y recomendación del teletrabajo.
Pero: ¿cómo teletrabajar con los hijos o las hijas al lado? ¿Quién ejercerá los cuidados, como ha preguntado una periodista al ministro de Sanidad? ¿Las abuelas, un colectivo de riesgo para la infección? ¿Cómo se reacciona ante ello? Quien teletrabaja sabe muy bien de qué hablo. Quien teletrabaja con hijos desde antes del coronavirus, todavía mejor.
Quince días, lo que se supone que dura la cuarentena, no son nada. Pero quince días cuidando a alguien para quienes no lo hacen habitualmente pueden resultar una eternidad. Algunas personas lo suelen experimentar en vacaciones, aunque el confinamiento se produzca en una playa o en un todo incluido.
Ojalá todo este caos sirva, al menos, para tomar conciencia. No solo la ciudadanía, también la clase política y empresarial. Poner en el centro los cuidados, la revolución de los cuidados, como explica en el último número de La Marea la profesora y eurodiputada de Unidas Podemos María Eugenia Rodríguez-Palop, ha sido hasta ahora una de las políticas con mayor resistencia. Porque –argumenta la profesora– esa revolución supone una revolución del modelo económico, que tiene que ver con horarios flexibles, con brecha salarial, de pensiones, con una extensión mayor de la conciliación… Ojalá los gobiernos se tomen en serio todo esto cuando el coronavirus ya haya pasado.