Sociedad
El Mundial de fútbol femenino regatea las reivindicaciones feministas
Francia 2019, el Mundial llamado a marcar un antes y un después en la historia del fútbol femenino, está siendo, de momento, parco en gestos en pos de la igualdad.
Una semana después de la inauguración de Francia 2019, el Mundial de fútbol femenino, con el duelo entre el equipo anfitrión y el surcoreano, el evento no ha realizado acciones simbólicas dirigidas a evidenciar las desventajas que tienen las mujeres respecto a los hombres en el deporte más popular del mundo. Las futbolistas y las entrenadoras no han aprovechado todavía el excelente escaparate que brinda esta competición que, además de celebrarse en un momento álgido para el feminismo, acumula récords de audiencia televisiva desde el primer día.
Las protagonistas han optado por centrarse en lo puramente deportivo y dejar en un segundo plano las reivindicaciones que tanto sonaron en los meses previos a la competición. “Estamos muy contentas con este resultado. Ojalá éste sea un gran inicio y el puntapié para que empiece a crecer el fútbol femenino”, señaló la argentina Miriam Mayorga, después de que su selección se estrenara en Mundial logrando un punto ante Japón, la vigente subcampeona. “De a poquito, estamos demostrando que podemos ser profesionales, que nos podemos dedicar de lleno a entrenarnos, a lo que es ser una jugadora profesional”, continuó la mediocampista.
Argentina, una potencia en fútbol masculino, es una de las selecciones que mejor simboliza la precariedad en la que se mueven aún muchas futbolistas: se clasificó en la repesca para Francia 2019, pese a no haber disputado ningún partido internacional entre 2015 y 2017. Las jugadoras no tenían medios ni apoyo de su Federación y decidieron plantarse.
Ya en 2018, sus reclamos, ayudados también por la potencia del movimiento feminista en el país, obligaron a la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) a mover ficha y a dotar a la selección de unos mínimos con los que las futbolistas lograron atrapar de manera agónica una plaza para la Copa del Mundo, 12 años después de su última participación mundialista.
“Está saliendo la furia de la mujer, de la lucha, del trabajo. En Argentina hay que trabajar mucho, sacrificar muchas cosas. Sin ir más lejos, muchas de nosotras tenemos un laburo aparte, trabajamos, algunas han pedido hasta licencia para venir a jugar el Mundial, no todas somos profesionales, así que eso habla un poquito de lo que es el fútbol en Argentina”, ilustró Mayorga en declaraciones a La Marea.
Su caso no es único. Con matices, se reproduce en Chile, cuya selección masculina se encuentra entre las punteras del continente. Brasil, pentacampeona mundial en hombres, tampoco trata mucho mejor a sus féminas, que fueron subcampeonas en 2007.
El problema no es únicamente sudamericano. Estados Unidos, la más laureada de todas las participantes con tres coronas mundiales, está lejos de igualar los medios de sus pares masculinos. Cobran, con suerte, un 38 por ciento de lo que reciben los hombres, que nunca lograron imponerse en ningún gran torneo futbolístico. Por eso, el pasado 8 de marzo, con su estrella Alex Morgan a la cabeza, las jugadoras estadounidenses presentaron una demanda contra la federación de fútbol de Estados Unidos por discriminación salarial.
En Europa, las cosas no están mucho mejor. No en vano, la considerada mejor jugadora del mundo, la noruega Ada Hegerberg, no participa del Mundial de Francia como gesto de protesta por los escasos recursos que, en su entender, dedica la federación de su país a la selección femenina. “El fútbol es el deporte más importante de Noruega para las niñas y lo ha sido durante años, pero las chicas no tienen las mismas oportunidades que los chicos”, denunció Hegerberg al anunciar su renuncia en 2017. “Si la selección quiere lograr los objetivos marcados y resultados, en mi opinión, se necesitan mejoras en diversas áreas, en la planificación, en la ejecución y en el seguimiento”, agregó la delantera.
Fue todo un golpe para la selección noruega, pero también para la FIFA y para Francia como organizador del Mundial: Hegerberg es la primera mujer de la historia en lograr el prestigioso Balón de Oro –lo recibió este año– y la estrella del Olympique de Lyon, el equipo femenino más poderoso de Europa.
La federación noruega y el sindicato de futbolistas del país escandinavo reaccionaron a la denuncia firmando un convenio de igualdad salarial entre hombres y mujeres. Pero no lograron que Hegerberg reconsiderara su decisión. Para la goleadora de 23 años, el problema no es sólo económico, sino también de infraestructuras, planificación y confort en cosas tan elementales como los hoteles de concentración.
En Alemania, potencia mundial y referente como Noruega en otros aspectos, la discriminación también está a la orden del día. Sus futbolistas caldearon el ambiente días antes del inicio del Mundial con un vídeo que se ha hecho viral por la contundencia y el ingenio de su mensaje: “¿Saben qué? ¡No tenemos pelotas, pero sabemos cómo usarlas!”. Y de qué manera: en su palmarés, lucen un oro olímpico, dos campeonatos mundiales y ocho europeos. Y, sin embargo, las jugadoras germanas se quejan, como todas, de la escasez de recursos y del poco seguimiento fuera de los grandes eventos.
“Jugamos para una nación que ni siquiera conoce nuestros nombres”, denunció Alexandra Popp, la máxima goleadora de Alemania, en el celebrado vídeo. “Por nuestro primer título nos dieron un juego de café”, ilustró otra de sus compañeras en alusión al premio que recibieron por el Europeo que conquistaron en 1989.
Por fortuna, ese capítulo está superado. Este año, si ganan en Francia y logran su tercera corona mundial, las futbolistas alemanas percibirán 65.000 euros, 285.000 menos de los que habrían ganado sus colegas masculinos si hubieran sido campeones en Rusia 2018.
“La copa que levantan los hombres en el Mundial de Fútbol tiene un valor de 150.000 euros y la nuestra, la de las mujeres, 30.000. ¿Qué os parece? ¿Es que nuestro esfuerzo vale 5 veces menos?” Estas frases están incluidas en la carta que la jugadora del C.D. Tacón, Lola Martín Alonso, ha enviado a change.org para que estos máximos trofeos sean equiparables. Esta iniciativa quiere subrayar que esta diferencia de valor económico es todavía una metáfora de la desigualdad en el deporte.
Para apoyar este movimiento solo hay que entrar en Change.org change.org/thesamecup firmar la petición y compartirla a través de cualquier red social utilizando el hashtag #TheSameCup. Además el movimiento está generando contenido tanto en Instagram (https://instagram.com/thesamecup) como en Twitter (https://twitter.com/thesamecup) bajo el usuario @thesamecup.
O mucho me equivoco, o al fútbol femenino le espera un esplendoroso futuro mediático.
Y, aunque por un lado me alegro por lo que supone de visibilización del esfuerzo de las mujeres en materia de deporte, donde -como en otras muchas actividades- trabajan y consiguen tantos o más resultados que los hombres, me fastidia el que la mayor parte de ese “éxito” va a venir de la mano del aprovechamiento por parte de los medios de comunicación de la contemplación de “sus carnes” por parte de un personal masculino bastante reprimido, cuando no machista que, al igual que ocurre con el balonvolea (voleibol, para los más modernos), se interesan más en la carnalidad (no es lo mismo que la belleza) de los cuerpos de las jugadoras que en el deporte en sí, o sus resultados.
Y a este respecto, debo confesar que, aunque creo que bastante más atenuado, yo también siento ese “ancestral impulso” forjado a lo largo de seis decenios de educación machista, represión moral, e inmersión en una sociedad absolutamente casposa hasta ayer mismo, e incluso hoy.
En todo caso, quiero pensar que el balance final sea bastante más positivo que mis poco optimistas reflexiones y lleguemos a estimar al deporte femenino por lo que valen quienes lo practican.
Saludos.
seguimos en segundo plano y las federaciones no hacen nada para que cambie.
el visionado y la participación en los eventos demuestra que se prefiere llenar un campo de futbol masculino y no uno femenino y se prefiera hablar de Rolland Garros o de ciclismo o de rugby con tal de no hablar de futbol femenino no vaya a ser que sus técnicas sean superiores a los jugadores masculinos. Y los periodistas van a sacar fotos mas o menos sexi con entrevistas mas o menos idiotas.
En algunos estadios se regalan incluso entradas para que la gente venga, no hay voluntad política de crear igualdad y dar la misma resonancia que se da al futbol masculino