Cuando el lodo se te mete en la cabeza

La noche del 29 de octubre la crecida del barranco del Poio le sorprendió al autor cruzando en autobús uno de los últimos puentes que quedaban en pie. Faltaba todavía más de media hora para que la Generalitat avisase del peligro que ya había comenzado. Ese día su cabeza empezó a llenarse de lodo.

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València no es la misma

«València no ha sufrido heridas físicas, pero sí un profundo daño emocional», explica Amador Iranzo. «La ciudad está intacta, pero solo a unos pocos kilómetros, al otro lado del nuevo cauce del río Turia, se extiende una auténtica zona de guerra».