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Enamorarse de la lectura

El autor de 'Días Ajenos' describe la pasión amorosa que siente ante un buen ensayo o novela. Bob Pop recomienda sus 10 títulos imprescindibles.

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Enamorarse a partir de cierta edad es siempre un ejercicio de amnesia eufórica que nos ayuda a descubrir que somos otros, que el otro también es distinto y que no estábamos condenados. Enamorarse a partir de cierta edad es recuperar la capacidad de disfrutar de la lectura de ficción con entusiasmo; porque nos sometemos a sus reglas, sabemos que todo es posible. Abandonar el hábito del enamoramiento llegado cierto punto de nuestras vidas –una edad, un confortable matrimonio con o sin papeles, cierto cansancio o el cinismo militante– nos empuja a leer ensayo. Solo ensayo.

Dejar de enamorarse es abandonar la literatura de ficción como goce, como oráculo, como consuelo, como feria de muestras, como buena compañía o como registro de la propiedad de emociones que entendemos porque las tenemos.

Seguir enamorándose es poder seguir leyendo porque es exactamente lo mismo que escribir: es saber descolocar las cosas de su sitio para inventarlas de nuevo y descubrir que están muy bien o a lo peor no tanto pero están vivas, se mueven y nos interesan.

En serio, de verdad; no creo que la gente que es incapaz de volverse a enamorar hasta las trancas después de los 35 (años) sea capaz de leer bien, de disfrutar de la literatura de ficción, de novelas buenas e incluso regulares con buenas intenciones y algunos hallazgos. Por no hablar de la poesía. Porque leer es pensar que puede ser, que tenemos tiempo y oportunidades de otra cosa, que podemos encontrar el hueco, el momento, un margen de la vida laboral extenuante, de vida familiar rutinaria y cierto consumismo consolador que parece más de lo que es.

Leo porque me enamoro. Leo porque sé que puedo volver a enamorarme. Y no estoy hablando de libros de amor (aunque acompañe este texto con una lista de 10 libros sobre el asunto que me parecen fundamentales en mi vida lectora y amorosa) sino de buenas novelas que me permiten entregarme y mostrarme como hago en el proceso sentimental. Leer es como querer: un vuelco íntimo que nos permite hacer que haya valido la pena todo el trecho recorrido hasta llegar hasta allí. Leer es como enamorarse; nunca sabemos si lo estamos haciendo bien. Pero lo intentamos. Leemos sin darnos cuenta de que estamos escribiendo y nos enamoramos sin ser muy conscientes de que por fin hemos aprendido a dejarnos querer. Y dejarnos leer.

Hay gente que no lee y se enamora. Ya lo sé. No me interesan. Hay gente que lee y no se enamora. No me lo creo. Hay gente que tiene hijos y deja de poder leer libros dolorosos porque no soportan enfrentarse a esa ficción del sufrimiento una vez se ven obligados a proteger a sus retoños. Hay gente… es uno de los peores inicios de una frase que se me ocurre últimamente. Casi tanto como «mucha gente piensa que». Cielos, qué miedo. Mucha gente piensa que Patria, de Fernando Aramburu, es la gran novela española de los últimos años. Y a mí me parece que es la peor mezcla posible entre Almudena Grandes e Isabel San Sebastián puestas de kalimotxo hasta las trancas. Nunca me podría enamorar de alguien que cree que Patria es una buena novela. Nunca podría follar con nadie que fuera leyendo Patria en el Metro. O fuera un devoto lector de Rosa Montero. O de Arturo Pérez Reverte. O de Almudena Grandes. O de Luis García Montero. O de Juan Soto Ivars. O de Mónica Carrillo. O de Nieves Herrero. O de Lucía Etxebarria.

Hace unos años, John Waters (de quien sí podría enamorarme locamente) dijo que no había mejor manera de promover la lectura que no follarse al ligue de esa noche si, al llegar a su casa, descubrías que allí no había ningún libro. Hace unas semanas, John Waters se lamentaba en una entrevista del éxito que había tenido esa tontería que había dicho y llegado a ver impresa en imanes para nevera, bolsas de tela, pegatinas y camisetas. Y no solo eso; también aseguró que era una mentira bien gorda: que zumbarse a un macizo iletrado seguía siendo un buen final de fiesta. Estoy de acuerdo. Aunque sé que sería un polvo sin amor. Como leer a Javier Marías.
10 TÍTULOS IMPRESCINDIBLES

Bella del Señor Albert Cohen | Anagrama
El amor y el deseo como empeño, la imposibilidad del abandono.

Fragmentos del discurso amoroso Roland Barthes | Siglo XXI
Nunca se explicó tan bien lo que nos dijeron que no tenía explicación.

La pasión Jeanette Winterson | Lumen
Novela transgénero en todos sus buenos sentidos. Más allá del sexo, el sexo.

El libro de Gloria Fuertes | Blackie Books
Gloria Fuertes, sus amores, sus desamores, sus humores y su lucha (de clase).

Yo te quise más Tom Spanbauer | Penguin Random House
Todo lo que pudo ser nos convierte en quienes somos. Rotos pero enteros.

Nada se acaba Margaret Atwood | Lumen
El amor burgués no siempre es tan confortable como sus alcobas.

La mujer de sombra Luisgé Martín | Anagrama
Un magnífico tratado de ficción sobre las proyecciones y las sombras del deseo.

Otra vida para vivirla contigo Eduardo Mendicutti | Tusquets
La posibilidad del poliamor como única alternativa para la felicidad.

Éramos unos niños Patti Smith | Lumen
Patti y Robert. Quererse hasta que se descubre que el amor no es suficiente.

La escala de los mapas Belén Gopegui | Penguin Random House
Una bitácora emocional imprescindible, un camino en perfecta compañía.

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