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Luciana Peker: “Se condena a las mujeres que desean”

La periodista argentina especializada en género participó en un taller sobre cómo los medios narran las violencias contra las mujeres, organizado por Oxfam Intermón en el XVIII Congreso de Periodismo Digital de Huesca.

La periodista argentina Luciana Peker en España. Foto: Pablo Tosco / Oxfam Intermón.

La periodista Luciana Peker hace años que habla sobre lo que les pasa a las mujeres en Página/12, en la revista Anfibia y en muchos otros foros. Impulsora en Argentina del movimiento #NiUnaMenos, ha publicado La revolución de las mujeres, sobre los avances del movimiento de mujeres en su país durante los últimos 30 años. Estuvo en España para participar en un taller sobre cómo los medios narran las violencias contra las mujeres, dirigido por Magda Bandera, directora de La Marea, y organizado por Oxfam Intermón en el XVIII Congreso de Periodismo Digital de Huesca.

Como periodista especializada en género, ¿cómo cree que los medios deberían hablar sobre los feminicidios y los asesinatos de mujeres?

El periodismo que toca estos temas debe ser comprometido, respetuoso, y no poner jamás a las víctimas en riesgo, pero eso no quita que siga siendo periodismo: debe emocionar, sensibilizar, contar historias. Yo no creo en un periodismo aséptico y frío que sea totalmente inocuo (que lamentablemente es el que recomiendan muchos protocolos contra la violencia de género) y que pierda audiencia frente a los realitys y los programas basura que hacen puro morbo.

En su opinión, ¿las mujeres que han sufrido violencia machista deben salir en las noticias?

Creo que las protagonistas de esas noticias tienen que estar. Si ellas quieren contar su historia, hay que darles voz. Si pudieron salir adelante, si encontraron obstáculos, si la violencia deja huellas que no se borran. Contar todo eso con sensibilidad es imprescindible para que se produzca el terremoto necesario para erradicar (y evitar) la violencia de género. A mí, conocer a mujeres que han sido víctimas de violencia me ha cambiado la vida, es algo de lo que no te olvidas.

¿Qué le parece el tratamiento informativo de las agresiones sexuales a mujeres?

Creo que es el asunto que se cubre peor. La mujer asesinada no existe más, pero la que sobrevive siempre es condenada. Además, se usa a la mujer violada para disciplinar a las otras mujeres, muy especialmente a las más jóvenes, para darles miedo: que no viajen, que no salgan de noche, que no estudien, que no trabajen, que no se revelen frente a su novio, que no tengan citas con desconocidos, que no beban… Parece que cualquier cosa que hagan justifica una violación.

¿Por qué cree que se culpabiliza a las mujeres que han sido violadas?

Creo que se condena a las mujeres y a las jóvenes que desean. La condena es al deseo femenino. Los medios de comunicación siguen repitiendo las estigmatizaciones más básicas: cómo iba vestida la chica, por qué razón fue a la casa de él, si eran novios (como si eso justificara la agresión…). Para mí, otra forma de condenar a las mujeres “deseantes” son esas violaciones masivas que se están produciendo en muchas partes del mundo. A mí no me gusta que los medios muestren todo el tiempo a mujeres objeto, ultra sexualizadas, pero no soy moralista, me gustan las mujeres “deseantes” y quiero que los medios muestren un deseo legítimo de las mujeres. También quiero que se pueda desear a las mujeres, pero debe ser un deseo no vengativo.

¿Cómo se puede hacer un mejor tratamiento de las agresiones sexuales?

No sé si la solución pasa por instaurar protocolos muy rígidos, porque en la mayoría de los casos no se cumplen, pero sí por intentar generar conciencia y mayor empatía. Los medios tienen que proteger a las víctimas, hacer de escudo. Y no al revés.

¿Piensa que los medios deberían hablar más sobre las otras violencias que sufren las mujeres, y no solo de la violencia física?

Es obvio que los feminicidios y los asesinatos de mujeres son gravísimos y no se pueden minimizar, pero hay que mostrar todas las violencias. Por ejemplo, hablar de la diferencia salarial entre hombres y mujeres, que en Argentina ronda el 25%. O de la violencia contra la salud sexual y reproductiva, que se da, por ejemplo, cuando a una mujer no le quieren dar anticonceptivos. Para ello, el mejor motor son las historias de las mujeres. Contar lo que te explica aquella que puso una denuncia por acoso laboral, la que fue despedida por pedir reducción de jornada, la que es maltratada por estar embarazada, seguir lo que hacen las organizaciones de mujeres, recoger datos, ver qué pasa en otras partes del mundo para ver qué pasa en tu país o en tu región. Si escuchamos a las mujeres se abre un abanico infinito de temas.

En los últimos tiempos se observa mucha violencia hacia las mujeres que denuncian la violencia de género.

Este es un fenómeno que las mujeres que trabajamos contra la violencia de género no nos lo esperábamos. Hay un resurgimiento de la violencia machista muy exacerbado, especialmente hacia las mujeres lideresas o influyentes, como humoristas, opinadoras o periodistas. Hablo de los trolls en Internet, pero también de grupos que pueden amenazar por teléfono o llevar a cabo amenazas jurídicas. Gente que intenta controlar que la voz de las mujeres se expanda. No son iguales que hace 20 años atrás, estamos ante un neomachismo, que es mucho más peligroso.

¿Cómo se puede luchar contra estas agresiones?

Hay mujeres fuertes a las que no les importa o lo saben manejar, pero creo que no tenemos que pedir que las mujeres sean heroínas o que se blinden. Si pedimos eso, las que van a quedar van a ser muy pocas. Yo he sufrido muchas amenazas y lo he pasado mal. Además, me he sentido muy sola. Las condiciones laborales de los periodistas en Argentina no te protegen, ni los sindicatos o las leyes. Por eso, las mujeres periodistas o aquellas que tienen voz en medios y redes sociales necesitamos cuotas, ocupar más espacios, porque todavía luchamos contra el machismo clásico que nos quiere invisibilizar. Pero, además, necesitamos protección para poder avanzar frente a este neomachismo que nos quiere calladas.

¿Qué consecuencias tienen estas agresiones?

La verdad es que no son inocuas, pues no trabajamos igual, no publicamos igual, no llegamos igual. Implica altísimos costos profesionales y, por supuesto, personales, porque siempre tienes la sensación de estar poniendo en riesgo tu vida.

¿Cree que la gente es más consciente de las múltiples violencias que sufren las mujeres?

En Argentina tenemos una ley muy progresista para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, que nombra diferentes tipos de violencia, desde la física o psicológica hasta la mediática o institucional. Y eso es porque en mi país hay muchas mujeres en la política (un 30%). Es cierto que las leyes van por delante de la realidad, pero hay cada vez más conciencia de que las mujeres sufren muchas violencias y que eso está mal.

¿Cómo se ha logrado que haya más conciencia social?

Es a través de la escuela que el Estado puede frenar la violencia: evitar que las chicas sean víctima de violencia y que los chicos sean victimarios. A los 15 o 16 años puedes frenar paradigmas de machismo o que no se repitan secuencias de violencia que los chicos sufren en casa. Una vez cumplidos los 18, el Estado pierde esa oportunidad. En ese sentido, creo que la ley de educación sexual integral que tenemos es lo más parecido a una vacuna contra la violencia de género. Implica enseñar a respetar el cuerpo desde el jardín de infancia, siendo la manera más efectiva de prevenir los abusos sexuales. O hablar de la pubertad, la menstruación o los anticonceptivos desde primaria para prevenir las enfermedades de transmisión sexual, los embarazos no buscados y los noviazgos violentos. Hoy, en Argentina, las más jóvenes son las que más pelean para que sus derechos se cumplan.

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