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Algo más de medio centenar de hechos inusuales
"Lo que se ha propuesto al sagaz lector o a la atenta lectora es algo más de medio centenar de hechos inusuales, de los cuales hay, unos pocos, que son del todo imposibles".
Unas ancianas tirando petardos a las tres de la madrugada.
Un pintor que adapta clásicos complejísimos al formato que proporciona una sandía.
Un vaso cónico, muy difícil de llenar.
Una persiana traslúcida, respetuosa con el enemigo pero inútil en sus funciones.
Un teclado de ordenador en forma de piano, para el escritor con gusto por la música.
Un mejillón con una perla dentro, se desconoce si ajena.
Encontrar una maqueta que reproduce de forma muy precisa un naufragio famoso en el inodoro.
Un burro con un diente de oro.
El gotelé a la inversa, hecho de multitud de agujeritos.
Un alto cargo del PP que no está afectado por algún caso de corrupción.
Unos vegetales macarras, su respiración también es contaminante.
Un gato lavándose los dientes.
Unos altavoces que capturan los sonidos. Alta fidelidad de silencio.
Un huevo frito en negativo, una islita de clara rodeada de yema.
Un campesino arando los campos en globo aerostático.
Unos ponys de feria sustituidos por jirafas, de andar igual de triste.
Rascarse soplando. De forma efectiva, además.
Construir un túnel para una carretera en una llanura desierta.
Una estación de autobuses donde está prohibido anunciar el destino de los mismos.
Tu primo Eusebio cantando con maestría un aria dificilísima.
Un liberal que no padezca sociofobia.
Sacar fotos cada vez que abres la puerta (por si esta vez es ella).
Un perro que sabe ladrar al revés.
La fórmula alquímica para transformar el oro en plomo.
Comunicarse con los demás mediante morse, utilizando un coco.
Parar los taxis con una dramática y arriesgada caída en la calzada.
Cultivar en macetitas huesos de pollo. Tener éxito.
Apellidarse Septicemia García.
Jugar con canicas blandas, como de goma. No hay sonido ni emoción.
Un billete de elevado valor con la cara de un pobre como motivo impreso.
Una estrategia de izquierdas exitosa. Que además no provoque furibundos debates.
Grabar un disco de sevillanas tristes, con compás lento, temas luctuosos.
Hurgarse la nariz con un báculo.
Tener una relación de confianza con el bacilo de Koch.
Saltar a la comba empleando alambre de espino.
Mantener un coito muy intenso tratando al amante de usted.
Hacer marquetería con materiales de una dureza extrema.
Coleccionar cromos de verduras.
Liar cigarrillos construyendo un cilindro de tabaco sobre el filtro para poner por último el papel, a modo de gabardina.
Inventar un cenicero con un ventilador en su base. Previene el tabaquismo.
Un columnista, políticamente incorrecto, ofendiendo a alguien poderoso.
Una almohada hecha de granito.
Mandar por mensajería instantánea versos endecasílabos. Siempre.
Tela de araña en forma rectangular. El insecto odiaba el pensamiento en círculos.
Alumbrar una gran ciudad con velas. El alcalde es fan de Barry Lyndon.
Un código de barras con un mensaje humanista encriptado.
Una obra maestra de la literatura impresa con tipografía evanescente. Solo se debe leer una vez.
Tener una cena muy pomposa subidos a un balancín infantil.
Una barca de recreo con cañones diminutos. Y funcionales.
Un reloj para supersticiosos que se salta el guarismo trece.
Troquelar la Constitución española para resaltar los derechos sobre las obligaciones.
Una puerta con el pomo cercano a los goznes. Requiere un esfuerzo descomunal para abrirse.
Una plancha con una cuchilla en su base. Aparece de forma arbitraria e impredecible.
Un libro con ideas ofensivas. Encuadernado en papel de lija.
Un cuadro de unos caballos cojos.
Una lámpara muy presuntuosa instalada a propósito en el suelo. Pertenece a un noble en decadencia.
Un tenedor con el cuchillo en el mango.
Disputar un partido de fútbol en la ladera de una montaña.
Un lobo ofreciéndose como cuidador de ovejas. Entre la heroicidad y el esquirolaje.
Un cuaderno con anillos de compromiso como anillas. En él apuntan los divorcios en el registro civil.
Un crucero para ricos por el Mediterráneo a bordo de una patera. No se les avisa de nada previamente. La aceptación de las condiciones, tras contratación, es obligatoria.
(Lo que se ha propuesto al sagaz lector o a la atenta lectora es algo más de medio centenar de hechos inusuales, de los cuales hay, unos pocos, que son del todo imposibles. Se anima, como en aquellos cuadernos de vacaciones escolares, a que los señale con una cruz.)