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120 metros: la distancia entre el mundo de Rosario y el mundo de Zoido

El ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, obvia la realidad del Polígono Sur y anuncia la construcción de la histórica comisaría en una parcela próxima, pero fuera del barrio, en contra de lo avalado por él mismo cuando era alcalde de Sevilla.

Comisionada para el Polígono Sur, Mar González. comisaría

Rosario García llega con dos carpetas llenas de papeles. Entre ellos, un manuscrito con las fechas clave en la historia de una comisaría solicitada hace más de 30 años. Es justo el tiempo que lleva viviendo en ese barrio, el Polígono Sur de Sevilla. “Éste es el solar donde siempre quisimos que estuviera”, dice sobre un triángulo de tierra salpicado de jaramagos y margaritas. Dos vallas publicitarias anuncian coches desde 15.550 euros. A la espalda, tras unos barrotes de colores, los niños y niñas del colegio Fray Bartolomé de las Casas juegan en el recreo. “No puede haber tres porteros”, avisa el profesor. Un camión de Lipasam recoge basura esparcida junto a unos pisos desvencijados con ropa tendida en los balcones. Dos mujeres conversan sentadas en sillas de plástico. “Y allí, detrás de ese bloque moderno que se ve al fondo, fuera del Polígono Sur, es donde ahora quiere hacerla el ministro Zoido, que ya no se acuerda de lo que aprobó siendo alcalde de esta ciudad”, añade Rosario, portavoz de la plataforma Nosotros También Somos Sevilla.

Rosario García, portavoz de la Plataforma Nosotros también somos Sevilla.

Entre una y otra ubicación, distanciados por solo 120 metros, viven dos mundos completamente distintos. En el de Rosario, como denuncia ella misma, todavía mandan mucho los clanes y la droga. En el de Zoido, gobiernan las autoridades. Pocos de ese mundo quieren cruzar a este otro, separados en este punto concreto por una vía de cuatro carriles, una rotonda gigante y un parque; apartados en otros tramos por unas vías del tren que no acaban de soterrar y un muro de cemento que no terminan de demoler. A paso rápido, el trayecto entre ambos solares apenas dura unos seis o siete minutos, semáforos incluidos. “Yo creo que es este”, apunta Rosario sin estar muy segura del terreno o sin querer asegurarlo mucho por aquello que dicen de las pesadillas, que si no se cuentan, no se cumplen.

Una frondosa maleza verde cubre el espacio, escondido entre bloques nuevos, junto a un apeadero de Renfe, a las espaldas del hospital Virgen del Rocío y al lado de un centro de investigación de la Universidad de Sevilla. El Gobierno anunció a finales de enero que la ansiada comisaría, con una inversión de 5,5 millones de euros, estará terminada en 2019 en esta nueva ubicación, que fue la primera que se barajó cuando el Ejecutivo y el Ayuntamiento firmaron un convenio para la construcción de cinco comisarías de distrito. “El Polígono Sur es solo la cuarta parte del distrito y por eso la opción elegida se ha hecho con criterios exclusivamente policiales. Se hará una comisaría moderna y accesible para la que ya hay proyecto y presupuesto”, aseguró el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz. «Cada barrio no puede tener una comisaría», añadió en los medios obviando la particularidad del Polígono Sur, que con un porcentaje de exclusión de entre el 20% y el 40%, más que salir, necesita que vengan a él.

“¿Quién va a querer venir al Polígono Sur, para qué? Por eso queremos que la comisaría esté dentro y no fuera, por muy cerca que esté esta otra, por muy pocos metros que nos separen. Porque es evidente que con una comisaría no se van a resolver los problemas tan profundos y humanos que tiene mi barrio, y eso quiero decirlo claro, que el problema del Polígono no se reduce a tener o no tener una comisaría. Pero sí habría más seguridad, la gente acudiría con más tranquilidad y veríamos otra cosa, que nos levantamos todos los días y nos acostamos con la misma mierda”, resume Rosario.

El cambio de idea del actual ministro de Interior, en contra de lo establecido en el plan integral aprobado por las tres administraciones que lo desarrollan -Junta, Estado y Ayuntamiento- ha desconcertado a los vecinos y vecinas, que están recogiendo firmas y organizando movilizaciones como tres décadas atrás. Tanto el Ayuntamiento como la Junta han denunciado la nueva postura de Zoido -a quien IU, además, ha propuesto nombrar persona non grata- y la Comisionada para el Polígono Sur, Mar González, insiste en que debe reconsiderar su decisión sí o sí. En mitad también del desconcierto, expone varias razones fundamentales para que la comisaría esté dentro de este barrio en el que hasta no hace mucho ni la policía entraba: “Primero, porque contribuye a la seguridad objetiva y subjetiva; necesitamos policías con rostros, identificables, no una policía en abstracto. Ocurre lo mismo que con los maestros y maestras, las enfermeras, etc. Necesitamos una policía en la que poder confiar. Segundo, porque supone un elemento de normalización, que da servicio a todo el distrito y sería una oportunidad para que la gente venga hasta aquí. A renovar el DNI, el pasaporte… Y tercero, porque es crucial en la estrategia para desarrollar el plan integral. Es decir, todo lo demás se va a ver beneficiado si la seguridad está garantizada”.

La comisionada para el Polígono Sur, Mar González.

La comisionada para el Polígono Sur, Mar González.

Su construcción, añade, tiene mucho de simbólica. “Esto no es un agujero negro. Tiene que ser un barrio más de la ciudad. Ya hay otra comisaría cerca, en Bami, y aquí no sirve de nada”, argumenta González, visiblemente contrariada al pensar en voz alta en los efectos negativos que conllevaría hacerla fuera sobre avances importantes como el trabajo en red, del que está especialmente orgullosa. No cumplir con ese símbolo, por tanto, pondría en cuestión el compromiso real para sacar adelante la zona. Luego coge un mapa señalizado y vuelve a reflexionar aún sin dar crédito: “Es incomprensible. El propio Zoido como alcalde dio su aprobación. Tanto es así que cuando lo nombraron ministro le enviamos una carta felicitándolo y alegrándonos porque por fin alguien que conocía el proyecto iba a poder ejecutarlo finalmente. Era como si se nos hubiera aparecido la virgen”.

Cuando González fue nombrada comisionada, en 2013, el solar que señala Rosario, donde incluso se puso una primera piedra simbólica, fue desechado porque, según explica, era de uso privado y los trámites complicarían la construcción. “Pero en 2014, en una comisión de las tres administraciones, se aprobó una nueva parcela, también dentro del Polígono Sur, que además era del Estado. Desde entonces, con las elecciones y el tiempo sin gobierno, todo se paralizó. Hasta ahora, que hemos vuelto al principio”, lamenta.

Parcela donde debe ir la comisaría, según la comisionada.La última parcela seleccionada para la construcción de la comisaría, dentro del Polígono Sur.

En el camino a esa tercera parcela, a unos doce o trece minutos andando desde el solar de Zoido, Rosario cuenta que solo ha tenido miedo una vez, cuando le hicieron el gesto de rajarle el cuello. No fue hace muchos años: “Estaba desayunando con una amiga y se quedó blanca. Yo ya no temía por mí, sino por la vida de mi familia”. En este otro lugar hay un centro de actividades sociales, una iglesia y un colegio, un enclave «estupendo» según la comisionada para hacer la comisaría. Las flores amarillas y lilas intentan comerse a las malas hierbas. «Macareno y trianero», reza una pintada en un tabique. “No me parece mal sitio tampoco -afirma Rosario- pero creo que tendrían que haber seguido defendido el que siempre quisimos, porque el cambio ha dado más aire al ministro, que ahora dice que eso es otro proyecto y que ralentizaría todo”. Delante hay un carril bici sin bicis. “Sí, y ese árbol está roto y esa papelera está descolgada. Eso se puede llevar años así”, denuncia Rosario. “Y detrás están los pisos de Martínez Montañés, porque a mí me gusta llamar a las cosas por su nombre”, matiza evitando pronunciar Las Vegas, como se conoce a la zona más conflictiva del barrio.

Rosario, que sabe lo que es correr delante de los grises, que sabe lo que es ser diferenciada de las demás niñas del colegio por ser pobre, que sabe lo que es trabajar siendo ama de casa y que sabe que las cosas se consiguen peleando -su primera batalla nada más llegar al barrio fue la ampliación de un colegio para evitar tener que cruzar una carretera cuatro veces al día-, se va con sus papeles debajo del brazo a seguir dando la batalla donde toque. Han mejorado cosas, admite, pero han empeorado muchísimas otras. “Yo le dije a mi marido: tú te dedicas al movimiento obrero y yo al movimiento social. Y aquí estoy, con 70 años”. El 32 abre sus puertas en la parada del autobús. Una publicidad tras la marquesina pide apadrinar niñas para que continúen su educación. El Polígono Sur va quedando atrás mientras el 32 avanza hacia el centro de Sevilla.

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