Sociedad
Vivir en una furgoneta para trabajar en la nieve
El Pirineo aragonés se ha convertido en una suerte de nueva Ibiza, en la que los trabajadores de temporada tienen casi imposible encontrar un piso. En Panticosa, como muestra, hay 58 pisos turísticos por cada uno de alquiler convencional.
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Rocío vive en una furgoneta en el parking de Panticosa. A Ana le piden 650 euros en un pueblo con más de 2.000 habitantes y solo dos viviendas en alquiler. Lara no encontró nada por menos de 800 y vive con su pareja en un aparcamiento en Cerler. Encontrar una vivienda en el Pirineo aragonés (tanto para los trabajadores y trabajadoras de temporada, como para quienes quieren residir todo el año) es misión imposible. La zona se ha convertido en una suerte de Ibiza de montaña.
Aunque el problema es multifactorial, las viviendas turísticas tienen una importancia fundamental. En Benasque, por ejemplo, hay actualmente 278 alojamientos turísticos (un 20,9% más que en 2020), y únicamente cinco viviendas de alquiler convencional (según Idealista), de las que solo una cuesta menos de 900 euros (en concreto, 850). Las cifras, se miren por donde se miren, son disparatadas: 55,6 viviendas turísticas por cada vivienda en alquiler. Y 61,1 turistas por cada habitante en 2023.
En este municipio oscense, y al calor de las protestas estatales, surgió la Plataforma Vivienda Digna Valle de Benasque. Uno de sus representantes focaliza el asunto en dos causas principales: los pisos turísticos, que considera que no hay que prohibir, pero sí «ordenar y repensar a largo plazo», y las segundas residencias: «Es muy difícil controlar que la gente tenga una segunda, tercera o cuarta residencia que no utiliza», manifiesta.
Malas perspectivas
Lara intentó buscar vivienda en Benasque, una valenciana que, por segundo invierno consecutivo, está trabajando en la Estación de Esquí de Cerler. El año pasado, según explica a La Marea, ella y su pareja encontraron un piso en Villanova (a 17 kilómetros de la estación). Es un pueblo de 170 habitantes (según el INE) en el que pagaron 650 euros por un segundo sin ascensor, muy viejo y casi sin muebles. Además, aunque no produjeron desperfectos, el propietario se quedó con la fianza.
«Vinimos con la idea de vivir la aventura, pero también de ganar algo de dinero, y no pudimos ahorrar nada», dice. A pesar de todo, decidieron volver a intentarlo en la actual temporada de nieve. Se pusieron a buscar piso en agosto, y no encontraron nada por debajo de los 800 euros. Sin ahorros, puntualiza, solo les quedaba la opción de vivir en la furgoneta, alternativa que no tuvieron un año atrás, porque aún no la tenían camperizada.
Y así ha sido. A sus 29 años (su pareja tiene uno menos) llevan desde noviembre (y estarán hasta abril) viviendo en un parking de Cerler. «Estamos contentos por no tener que pagar el alquiler, pero tienes que adaptarte a vivir en la furgoneta (con el frío y las inclemencias meteorológicas) o acostumbrarte a ducharte en los vestuarios de la estación».
En el futuro será más complicado todavía, recuerda Lara, porque en el aparcamiento en el que están es donde se construirá una nueva telecabina, que estará en funcionamiento en 2026 y costará 13 millones de euros.
«El valle no da para más»
La imparable –e incoherente, si se tiene en cuenta que las nevadas serán cada vez más infrecuentes según las previsiones del Observatorio Pirenaico del Cambio Climático– apuesta por el turismo de nieve de las Administraciones públicas aragonesas está agudizando la crisis de la vivienda. «Si hubiera otro tipo de inversiones, no solo inmobiliarias por el turismo, se podría retener población local», opinan en la plataforma. Lo que plantean los poderes públicos es construir 29 viviendas de protección oficial, pero, a la vez, destacan, «se levantarán más de 3.000 en todo el valle de iniciativa privada».
Uno de los portavoces de la agrupación ofrece una imagen muy expresiva del problema: «En agosto, que es cuando más turismo hay en el valle, y mayor ocupación hay en los pueblos, en las dos primeras semanas del mes hay montones de bloques que están cerrados. Pero es imposible aparcar, hay desabastecimiento en los supermercados y el centro de salud no da abasto. El valle no da para más».
Tres meses buscando piso
El problema no es solo para los trabajadores temporales y va más allá de las estaciones de esquí. Ana Morales trabaja en el servicio de atención a domicilio y huyó de Madrid hace 19 años buscando naturaleza. Ha vivido en varios municipios de la Comarca del Sobrarbe, hasta que hace unos años llegó a Aínsa. El primer piso que alquiló tuvo que dejarlo porque la propietaria lo necesitaba para su hija. Encontraron entonces un tercero sin ascensor, construido hace más de 60 años y sin rehabilitar, por el que pagan 350 euros.
Pero ahora su madre debe irse a vivir con ella y no puede subir escaleras, por lo que lleva tres meses buscando un nuevo hogar. Lo único que ha encontrado es un piso de 650 euros más los gastos de comunidad. Todo esto, resalta, en un municipio en el que el hospital más cercano está a casi 60 kilómetros (en Barbastro).
En Aínsa, recuerda su alcalde, Enrique Pueyo (PSOE), desde 2005 no se ha hecho vivienda pública. En 2023 modificaron el Plan General de Ordenación Urbana para que los pisos turísticos solo pudieran estar en las plantas baja o primera y para que supusieran, como máximo, el 10% de las viviendas que hay en el edificio.
A diferencia de otros municipios, aquí ha caído el número de viviendas de uso turístico (104 en 2020 y 79 en la actualidad). Pero alquilar es una utopía: hay dos pisos en Idealista.
¿Unos privilegiados?
Volvemos a un parking, en este caso, al de la estación de Panticosa, donde, desde el mes de diciembre, Rocío, su pareja y su perro viven en otra furgoneta. Ella trabaja en Formigal (tiene otro coche para ir cada día) y su pareja en Panticosa. Ya estuvieron el año pasado (también sobre ruedas) y en esta ocasión querían alquilar un piso, pero les ha sido imposible. «Los precios están desorbitados, no solo para trabajadores, sino para el que quiera vivir aquí todo el año», reseña.
Llegaron a preguntar por bungalós en los campings de la zona, «pero ni siquiera te dan la opción o te piden más dinero todavía que en un piso. No facilitan nada que vengas a trabajar aquí», asegura con resignación.
A sus 38 años, Rocío deja claro que le encanta la naturaleza, esquiar y su trabajo, pero que se sienten poco arropados: «Debería haber pisos para los trabajadores». Aun así, con una sonrisa, asevera que tienen calefacción, agua y bastante comodidad. Para ducharse, agrega, se han apuntado al polideportivo municipal, en el que, por 60 euros durante tres meses, puedes hacer deporte, y ahí aprovechan para ducharse. «También es una manera de estar con gente del trabajo, pero fuera de él, y de llevar una vida sana, que, si no, siempre quedas en el bar», comenta entre risas.
En Panticosa hay 174 viviendas de uso turístico (un 97,7% más respecto a 2020) y tres de alquiler convencional en Idealista (con precios de 800, 975 y 1.300 euros). Hay una vivienda normal por cada 58 turísticas y hubo 131 turistas por habitante, según los datos de 2023.
Rocío reconoce que se sienten un poco «privilegiados» por tener un plan B, opción de la que no disponen otras muchas personas. Es artesana y hace una vida nómada prácticamente todo el año. Por ello, sostiene que el problema no solo está en esta zona, sino en todo el país: «En verano estoy en Caños de Meca y es lo mismo», comenta.
De sus compañeros de trabajo en Formigal, prácticamente todos tienen que compartir piso, y alrededor de un 20% viven en autocaravanas, furgonetas o camiones: «Tenemos un compañero que ya ha venido más veces y, directamente, se ha comprado un camión», apunta.
Aparte del problema de la vivienda, Rocío deja un mensaje claro sobre los efectos adversos de la masificación turística en el Pirineo aragonés: «Es un pulmón, y nos lo estamos cargando a un ritmo frenético».
Hoy más que nunca ,Okupa y resiste!! Nadie debe vivir en condiciones infrahumanas, nadie debe dormir en la calle, nadie debe ser desahuciadx por un fondo buitre.
Así que okupes sin miedo ,organízate y Resiste .
Salud y anarkia
DE CULO Y CUESTA ABAJO (como el tobogán de Panticosa)
Esta es la oferta en dosis de adrenalina que te ofrecen Azcon y Viacron, S.A.,la empresa que construirá el tobogán de montaña de Panticosa por ocho millones de euros.
Una aventura de cartón piedra sobre los raíles de una montaña rusa de 4 kms.
Este juguetito de marras, el tobogán, servirá para engrasar cinco promociones inmobiliarias de apartamentos en Panticosa. Para botón una muestra:
Urbanización la Aldea de Panticosa 33 viviendas, precio 420.000 euros de nada. Estupenda y muy accesible oferta para mileuristas de la hostelería con contrato por temporada. Si la juventud se va de Panticosa es porque quiere!.
Pues ésta es la condena que amenaza el futuro de la juventud pirenaica. La despoblación de los valles también va de culo y cuesta abajo invadidos por la especulación inmobiliaria.
La ocurrencia metálica que promete descensos en tobogán a 40/hora garantizará trabajo para todo el año, dice su alcalde, el popular Sr. Uriz. El mismo que rechazó convertir la antigua Residencia en Centro de Día para la envejecida población panticuta.
Garantizará trabajo solo mientras duren las obras, pero incrementará el suculento precio de las operaciones inmobiliarias. Mire usted que con ocho millones de euros el Ayuntamiento podría construir más de un centenar de viviendas municipales de alquiler protegido. Ésta si que sería una tentación para quedarse a vivir en Panticosa.
El señor Azcon viene regalando dinero a espuertas a grupos poderosos, dueños de los valles pirenaicos.
45 millones, en formato telecabina, a los accionistas de Astun (proyecto de construcción de 800 apartamentos) y Candanchu ( en concurso de acreedores).
Más de 15 millones para construir otro telecabina en Benasque, incrementando los precios de futuras promociones de hasta 3.300 apartamentos entre esta villa y Cerler.
Con precios entre 300.000 y 480.000 euros la juventud de Benasque, movilizada por una vivienda digna, tendrá que jugar a la lotería si no quiere emigrar al Somontano.
Critican, no sin razón, amantes de la naturaleza, el furor gubernamental por llenar de hierros y parques de atracciones la ya de por sí acorralada alta montaña aragonesa. Todo al servicio de una masificación turística que amenaza matar la «gallina de los huevos de oro». Así cunde el pesimismo entre muchas de las gentes que habitan estos valles convencidas de que son un estorbo para los planes de los multimillonarios.
La invasión de la montaña con hierro, cemento, asfalto y ladrillo solo da trabajo a las empresas de seguridad vigilantes en la noche de miles de apartamentos vacíos en estos pueblos desiertos.
José Luis Martínez, Arainfo.org.