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El año más activo en exhumaciones en Andalucía: 12 fosas, 300 víctimas
El periodista Juan Miguel Baquero acaba de publicar ‘Que fuera mi tierra', un anuario de las intervenciones coordinadas por la Junta en 2015. “Para una víctima del franquismo, este libro es una victoria”, señala.
«Mis niños, mis niños. Como un desgarro, el grito de Catalina Sevillano cae escaleras abajo. Un grupo de falangistas saca al arrastre a la mujer, que enfila un desenlace inequívoco: la muerte a balazos a manos de golpistas. Dos de sus hijos asisten a la terrorífica escena por los restos tatuada en la memoria de Francisco, de 23 meses de edad, y de Luis, con siete años. Casi ocho décadas pasan hasta que la tierra rompe en Paterna de Rivera (Cádiz) en busca de sus restos. O los del padre, Francisco Vega, asesinado días después». Así comienza el periodista Juan Miguel Baquero un libro de historias macabras que sucedieron no hace tanto tiempo en este país y que todavía hoy suscitan el rechazo de buena parte de la sociedad e incluso de dirigentes del partido del Gobierno. Ésta en concreto sucedió en un enclave de la sierra gaditana, donde el equipo destinado a exhumar la fosa localizó los restos de 10 personas. El niño de siete años Luis, hoy ya octogenario, no faltó ni a una sola jornada. «Mira y requiere cada día la atención de aquellos huesos que asoman de la tierra, restos que parecen estallar en un reclamo de luz, de justicia», escribe de él Baquero en Que fuera mi tierra, un anuario de las intervenciones coordinadas por la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía durante 2015, el año más activo según la Administración autonómica. Al cierre de la edición, habían sido recuperados los restos de casi 300 víctimas del franquismo en 12 fosas, de las más de 600 contabilizadas en el mapa oficial.
“Aunque lo íbamos contando en el periódico, era una necesidad para mí contar más. Iba recopilando, haciendo el seguimiento. Seguía en contacto con los familiares y empecé a visualizar este proyecto más amplio, con un formato de libro y así se lo planteé a Javier Giráldez [director de Memoria Democrática] en la fosa de El Madroño, un pequeño pueblo de Sevilla”, explica este periodista de eldiario.es, recientemente galardonado con los Premios Andalucía de Periodismo por su contribución a la lucha por la memoria histórica.
Y se metió hasta el fondo. “El otro día le dije al fotógrafo que tenía problemas con el objetivo de mi cámara. Lo vio y me dijo que tenía arena”, cuenta a modo de anécdota. En la fosa de Puerto Real (Cádiz), que con casi dos centenares de restos exhumados es la segunda más grande de Andalucía -por detrás de la de Málaga-, había zonas donde la profundidad lo ocultaba incluso estando de pie. “Ver esa cantidad de cuerpos y, sobre todo, los objetos personales, que dicen que ahí hay una persona… Eso es el ejemplo del terror. Es muy duro ir un día y otro y otro…”, reflexiona Baquero.
Muchos días y muchas noches, ha llegado a su casa muerto, derrotado, echando las lágrimas que en el momento no salen porque hay otras, como las del viejito Luis, que dice que ya se puede morir tranquilo sabiendo dónde está su madre. “Para él, tener este libro en sus manos es una victoria, porque ahí se está contando que su madre y su padre eran las víctimas y los otros los verdugos, porque su historia ha quedado escrita y ahí está su foto”, resume Baquero sobre el valor de la obra, imposible -aclara- sin el trabajo de todos los días, con familiares, asociaciones y equipos técnicos.
“El proyecto es novedoso y pionero. Primero, por el seguimiento de las exhumaciones. Se trata de una memoria anual que pretendo seguir realizando todos los años. Y segundo, por la forma de contarlo, por la importancia que se le da a la fotografía… No es un libro de historia, sino de historias. Porque para hacer un relato histórico están los expertos. Aquí estamos ante un formato periodístico, con crónicas, reportajes y entrevistas”, analiza. Según Baquero, va a ser distribuido por universidades e institutos. No está a la venta: “Lo he hecho porque es una memoria pública, no es un trabajo privado”.
En la recogida del premio mencionado, la directora de eldiario.es/Andalucía, Lucrecia Hevia, resaltó el compromiso de este periodista con las víctimas del franquismo. Es raro no encontrarlo en los actos relacionados con la memoria histórica. Él mismo es bisnieto de un fusilado, Mariano Baquero Rodríguez, de Coria del Río (Sevilla). “Era un industrial de la época, masón republicano, amigo de Diego Martínez Barrios, de Blas Infante… Lo soltaron en las Naves del Barranco, en Sevilla, y luego lo ejecutaron a la altura del Puente de las Delicias. Igual que los soltaban, llamaban para que los cogieran en otro sitio. Lo ejecutaron en un lugar donde trabajaba mucha gente del pueblo y hubo personas que lo vieron. Afortunadamente, mi familia pudo ir a recogerlo y está enterrado en el cementerio de Coria. Tuvieron esa tranquilidad de cerrar el duelo”, afirma.
Baquero ha vivido muy de cerca esa herencia de lucha por la justicia que ha ido pasando de generación en generación hasta llegar a la quinta, con su propio hijo, también Juan Miguel Baquero, de diez años. “Si no pudiera ir más a ninguna exhumación, me dolería. Necesito contar sus historias. He visto imágenes que no se me olvidarán en la vida, y no sólo un cráneo con un agujero de un proyectil, sino restos óseos con evidencia de torturas que son terroríficas, imágenes dantescas”, describe. El filósofo Manuel Reyes Mate, que prologa el libro, sostiene que aquel terror de los sublevados, “tan gratuito como concienzudo, tenía una pretensión de largo alcance: desestructurar las familias republicanas, infundir miedo y borrar huellas”. Y concluye: “Si hoy, ochenta años después, presentamos estos relatos como novedades es porque aquella estrategia funcionó”.