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Uxue Barkos: “El miedo es el principal enemigo de la izquierda”

¿Cuáles pueden ser los antídotos de izquierda al neofascismo? La presidenta navarra no cree que sea una cuestión de propuestas de la izquierda, sino de educación y mentalidad.

Esta entrevista a Uxue Barkos está incluida en el dossier sobre neofascismos de #LaMarea44

Antes de ser presidenta del Gobierno de Navarra, Uxue Barkos (Pamplona, 1964) fue periodista y parlamentaria revelación en el Congreso de los Diputados, dos trabajos que le enseñaron la importancia de saber manejar los tiempos y, sobre todo, comunicar bien las ideas. Para su tierra y para la crisis de democracia actual tiene la misma receta: invertir en Educación. Nada fácil.

España no parece preocupada por el auge de las formaciones de ultraderecha en buena parte de Europa.

Uno de los males de cualquier comunidad es pensar que el mal ajeno es sólo ajeno. Y aunque en España en estos momentos no hayan surgido formaciones de ese cariz, no significa que no exista un sentimiento en torno a esos posicionamientos asociales. El riesgo existe. Tirar de historiografía nos enseña el camino que se ha recorrido, en ocasiones incluso de manera pendular. En tiempos de crisis, las sociedades atemorizadas tienden a refugiarse en torno a movimientos y determinados populismos que terminan en fascismo. El miedo es el principal enemigo de la izquierda.

¿Qué propuestas puede hacer la izquierda para desmontar esos miedos?

No es una cuestión de centrarse en las propuestas que pueda hacer la izquierda. Es una cuestión de educación, de mentalidad. ¿Cómo explicar que una sociedad atendida justamente a través de rentas garantizadas es una sociedad en forma, mucho más fuerte que una sociedad rota por las desigualdades? ¿Cómo hacer comprender que la infraestructura social no tiene parangón con una autopista? ¿Es en un momento de crisis donde la izquierda está urgida a sacar un catálogo de medidas? No, el trabajo es previo. Hemos  de hacerlo ahora y se llama Educación.

Habla todo el tiempo de catálogos y me está recordando al programa de Ikea de Podemos.

[Ríe] Bueno, no pensaba tanto en la crítica a Podemos, la verdad. Pero ciertamente tenemos que pensar más en una posición estructural, de ambición política en profundidad.

La filósofa Amelia Valcárcel pide a los políticos que sean sinceros y expliquen que en una legislatura apenas da tiempo a hacer nada. Los programas deberían ser a 20 años, como mínimo.

Sí, señora. Esto me está costando un poco, también entre los propios. Determinadas reformas no tienen premio entre comillas al cabo de una legislatura, pero sí tienen el que cualquier político debe anhelar, el de transformar estructuras en la sociedad, cambiar a aquello que la lleva por mal rumbo. En Europa en los últimos 20 años los responsables políticos no han dicho la verdad. Por ejemplo, al sostener que en un momento en que la economía se retrae, se puede mantener el Estado de bienestar bajando los impuestos. Eso es mentir. En Navarra estamos pensando en cambiar la mentalidad en torno a la realidad fiscal y lo que significa pagar impuestos. Supone exigir mucho más a tus dirigentes políticos. Ésa es la trampa en la que han caído un gobierno tras otro. Lo hemos visto en el conjunto del Estado español: para eludir responder ante la ciudadanía, han optado por la vía de bajar los impuestos, la satisfacción fácil. Ahora no se trata de descubrir nada, sino de emplear los mejores resortes de la socialdemocracia y de la izquierda europea para una acción política real.

¿El nacionalismo y el derecho a decidir en Cataluña canalizan parte de la frustración que vive la sociedad?

En torno al movimiento independentista catalán concurren posiciones y motivos muy diferentes. Pero tienen una razón de ser y es la crisis de elementos básicos en el discurrir normalizado de una democracia, como son el diálogo, el compromiso y sobre todo el reconocimiento de la posición del adversario. No vale decir quiero hablar para que usted venga a mi terreno. No, quiero hablar con usted para conocerle, tratemos de convivir bajo la fórmula que decidamos.

¿Por qué ese argumento no suele entenderse en el resto de España?

A mí no me preocupa que la gente no entienda, a mí me preocupa que la gente no quiera entender. Ése es el elemento básico de la crisis.

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