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El hemiciclo mudo

Fernando Arias reflexiona desde Londres sobre la campaña publicitaria de Clear Channel: “Spanish are made of talent”.

FERNANDO ARIAS // “Spanish are made of talent”. Con este titular, encontramos la campaña publicitaria de Clear Channel sobre los londinenses y los rincones de mayor visibilidad de la ciudad: Picadilly Circus, Shoreditch High Street, Oxford Circus. Grandes paneles dicen: talento, España, españoles. No hay posibilidad de negar que apostar por el producto nacional es un caballo ganador que no solo debe, sino que tiene que ser exportado. No cabe duda que ha traspasado las fronteras, pero no de la forma que el marketing nos presenta.

En Londres, las cocinas y las trastiendas están repletas de ese talento made in Spain. Tienen que saber que de cada cuatro locales a los que pasen en una ciudad como la capital inglesa, entre bambalinas está ese talento que se anuncia en letras mayúsculas. Menospreciado. Vilipendiado. Luchando por hacerse valer en una tierra que no es la suya y en un idioma que ha de aprender por falta de oportunidades en su casa, tal que el español hecho de talento se ve soltado como si estuviera recién nacido en un mundo que es cruel con aquel que ha tenido que empezar. Aparecen pues, una serie de caras que muestran con un pequeño párrafo la hazaña de tales compatriotas. Está bien, siempre y cuando los que trabajen esparcidos a lo largo y ancho de las arterias londinenses no se sientan ofendidos.

Porque están, estamos, en las cuadrillas de limpieza y en fila detrás de las barras, del lado del servicio, sirviendo. Pero como Dios, somos servidores pero no sirvientes. Y vemos ese cartel, que primero nos grita ¡Españoles! Y tras el toque de atención nos dice: “tenéis talento”. Si vieran la cara de estúpidos que se nos queda, cuando frente a estas misivas esperamos la sucesión de personas ejemplares que conforma la generación de talentos de la madre patria. Esa de la que estamos fuera. De momento.

Mientras, los de este lado de la barra solo podemos mirar. Somos el hemiciclo mudo. Del otro lado del corral, están todos los que han estado un año discutiendo y piando en un ruido incesante sin formar gobierno. Es el patio del colegio de los diputados. Cuando se hace el silencio, o se haga en un futuro que no dista de un día tal como hoy, solo diremos una frase: ¿No os da vergüenza? Desafortunadamente, sabemos la respuesta de antemano desde este lado del silencio. Ellos no pierden nada en el parloteo, que es nada más que eso, un cacareo sin fin que sustituye a las acciones que el trabajo que les corresponde debería ocupar. A todos aquellos que están en el extranjero o en países que nos dieron oportunidad cuando el nuestro propio solo discrepaba: os llamo a filas.

Estos caciques deben caer en el silencio en el que tanto tiempo nosotros hemos tenido que velar. Porque en cualquier moción de censura, siempre el tiempo es limitado. Se les acaba, señores. Todos los que estén en el exilio sin razón, miren la pantalla de ese anuncio de nuevo y con la idea ardiendo de que esas personas con talento no son más que nosotros, hagan aparición de su voz y rechacen sentarse del lado que escucha. Nos toca dejar de ser el hemiciclo mudo. Porque su turno ha sido hoy, el del mañana es nuestro. Un país no se hace a base de discrepancias, sino con acciones. A todo aquel que solo vea como opción de volver unas oposiciones, le digo que no tenemos nada que perder en alzar nuestra voz ausente por tanto tiempo. El verdadero talento debe estar donde le pertenece, más allá de la adversidad que supone estar lejos de casa y de los nuestros; son ellos la mayor motivación pues, que nos ha de dar la fuerza para volver y reclamar lo que nos pertenece, no podemos seguir dejando nuestro pueblo en manos de inútiles. Hay un tiempo de expiración para echarle la culpa al tercero. Nos toca coger el turno. Y que se retiren todas esas gallinas, que España tiene talento, pero en la gente que permanece de pie, no en el hemiciclo sentado.

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