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[Historia] Guerra abierta en el socialismo español

No es la primera vez que el PSOE se asoma al abismo de la escisión. Hace 80 años, el enfrentamiento personal e ideológico entre Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero sumió al partido en uno de los momentos más delicados de su historia.

Desde que, en mayo de 1879,  Pablo Iglesias fundara el PSOE, la formación socialista ha sabido adaptarse y sobrevivir, con mayor o menor acierto, al paso del tiempo. Durante sus 137 años de historia, el partido ha superado momentos muy complicados, incluidas fuertes crisis de identidad que a punto han estado de desgajarlo y fulminarlo. Uno de estos episodios ocurrió en la década de 1930. La división en el seno del PSOE fue tal que amenazó incluso con su propia continuidad.

Los dos protagonistas principales de esta crisis fueron Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero, quienes ya durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) defendieron posturas irreconciliables sobre el papel que debía jugar el PSOE. Largo Caballero era un firme partidario de colaborar con los golpistas, pues pensaba que podía beneficiar a su causa obrera. Además, Primo de Rivera no persiguió ni al PSOE ni a la UGT, aunque se mostró inflexible con comunistas y cenetistas. No opinaba lo mismo Indalecio Prieto, quien rechazó la dictadura y se opuso a las tesis de Largo Caballero, que acabaron imponiéndose en el partido. Prieto decidió entonces apartarse de la dirección socialista, aunque regresaría poco tiempo después, tras la caída de la dictadura militar.

La proclamación de la Segunda República «trajo consigo como efecto directo y perverso la culminación de una honda ruptura», sostiene el historiador Julio Aróstegui, autor de la extensa biografía Largo Caballero. El tesón y la quimera (Debate, 2013).  Las desavenencias personales e ideológicas entre ambos dirigentes fueron a más. En 1933, Prieto no consiguió el apoyo de su partido para ocuparse de presidir él mismo un gobierno, como le había encargado el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora. Esta situación provocó la salida del Partido Socialista del Gobierno republicano y acentuó un divorcio que se hizo insalvable en diciembre de 1935, durante la reunión del comité nacional del PSOE «del que [Prieto] salió dando un portazo, dimitiendo y haciendo dimitir con él a sus colaboradores más cercanos», expone Santos Juliá en su artículo ¿Qué habría pasado si Indalecio Prieto hubiera aceptado la Presidencia del Gobierno en 1936?, incluido en el libro Historia Virtual de España 1870-2004 (Taurus, 2004).

«Inquina y rencor»

Con la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, Prieto –que desde Francia había impulsado la formación de esta nueva coalición con los republicanos para desbancar a la CEDA del poder– regresó de nuevo a la primera línea política. En mayo, la oposición de la facción caballerista le impidió integrarse en el nuevo gobierno de Manuel Azaña. «En la actitud de Largo y sus seguidores hay, sin duda, una parte considerable de inquina y rencor hacia la figura de Prieto, a quien acusaban, en términos políticos, de ser más republicano que socialista […]. Pero hay, sobre todo, una razón política: desde las elecciones de 1933, Largo Caballero y un considerable sector del partido socialista, muy fuerte en la Unión General de Trabajadores, había rechazado de por vida la posibilidad de volver a un gobierno de coalición con republicanos. Si los socialistas volvían al gobierno, lo harían solos, sin indeseadas compañías, por las malas, por medio de una revolución, o por las buenas, por la vía electoral, cuando el gobierno republicano hubiera agotado su programa», prosigue Juliá.

Todo cambió cuando estalló la Guerra Civil. Los socialistas aceptaron entonces entrar en el Gobierno. Largo Caballero asumió en septiembre de 1936 la presidencia de un Ejecutivo en el que Prieto ocupó la cartera del Ministerio de Marina y Aire. Ocho meses después, la oposición del PCE y del propio Prieto propiciaron la caída del gabinete de Largo Caballero. Prieto asumió el Ministerio de Defensa con Juan Negrín como presidente del Gobierno pero con la guerra ya perdida. Abandonó el Ejecutivo y se exilió a México. Tras la victoria de Franco, los dirigentes socialistas más cercanos a Prieto sostuvieron convencidos que si éste hubiera formado parte del gobierno de Azaña no se habría producido la contienda, una acusación que Largo Caballero rechazaba irritado porque, según él, Prieto nunca informó a la minoría parlamentaria de su partido del encargo que le habría confiado Azaña.

Indalecio Prieto murió en México en 1962. Largo Caballero falleció en París en 1946 tras pasar dos años recluido en el campo de concentración nazi de Sachsenhausen.

* Este artículo fue publicado en el número 41 de la revista mensual La Marea.

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