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De la comunidad al ‘gaypitalismo’

Las memorias de Shangay Lily son imprescindibles para entender la historia de la comunidad gay y redirigir la lucha.

EL colectivo gay ha pasado de luchar por existir a convertirse en uno de los principales nichos del capitalismo. Esta es la tesis central de Adiós, Chueca. Memorias del gaypitalismo: la creación de la ‘marca gay’ (Akal, 2016), libro póstumo del activista y drag queen Shangay Lily, protagonista y cicerone de este recorrido. Si ya la percepción es subjetiva, la memoria transforma la realidad en nuestra versión de la misma. Y si en el centro de los recuerdos se sitúa una dolorosa traición, el relato queda enturbiado, aunque el argumento principal sea incuestionable.

El autor narra el proceso de construcción de la identidad gay actual ligada al consumo. Aunque, afirma, es preferible «el gueto [de Chueca] a la pedrada», el precio a pagar ha sido alto. Según Shangay Lily, sus socios le arrebataron su fanzine y fiestas activistas para convertirlas en mero negocio, una traición que marcó el resto de su vida. En lo colectivo, el sentimiento de comunidad homosexual oprimida y contestataria dio paso a una identidad gay aburguesada de la que se lucra una supuesta «mafia rosa».

Pero el mejor ariete del gaypitalismo para alcanzar su incuestionable hegemonía ha sido, según Shangay, el Orgullo Gay. La primera manifestación homosexual en el Estado tuvo lugar en las Ramblas de Barcelona, en junio de 1977, y acabó disuelta a golpes por la policía. Al año siguiente, cuando se celebra en Madrid, unas 600 personas, principalmente gays y transexuales, están en la cárcel por vulnerar la Ley de Peligrosidad Social. Desde principios de los 90, la manifestación empieza a popularizarse y a mediados de aquella década comienza su inexorable mercantilización a lomos de las carrozas.

En el idiolecto del autor, los gaympresarios beneficiados por este proceso tienen nombres y apellidos, que van desde conocidos activistas a políticos o académicos. Contra todos ellos apunta Shangay Lily sus inmisericordes dardos, tan subjetivos como honestos. Las memorias de esta drag queen comprometida e incómoda son imprescindibles para entender la historia de la comunidad gay y redirigir la lucha.

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