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Elecciones vascas (IV): la agenda económica y social

La crisis también ha afectado a Euskadi, que no logra despegar en lo referente a la creación de empresas y a la recuperación de su economía.

BILBAO // El crecimiento económico de Euskadi ha tocado techo. Tanto es así que los Presupuestos elaborados para este año por el Gobierno vasco, las tres diputaciones forales y los principales ayuntamientos deberán ser reformulados con urgencia. Todos ellos pensaron que la recaudación de impuestos crecería un 7% en 2016 pero se atiborraron de optimismo. Nada de eso. Entre enero y julio, los ingresos tributarios sólo aumentaron un 2%. Lo que deja a las principales instituciones públicas con las arcas a medio llenar y a años luz de los compromisos adquiridos en las cuentas diseñadas el pasado ejercicio.

Esto obliga a sacar la tijera para cortar los servicios públicos, quizá empezando por la Sanidad donde Euskadi aún lidera de largo el ránking del gasto autonómico nacional, porque en Educación hace tiempo que ha comenzado. Es decir, el «oasis vasco» al que suele referirse el presidente del máximo órgano de dirección del PNV, Andoni Ortuzar, con ciertas dosis de orgullo nacional, corre el riesgo de convertirse en un simple «espejismo» del horizonte desértico que muestra esta crisis global.

«El PNV siempre utiliza el término para diferenciar al País Vasco del resto de España. Lo hizo hace muchos años para explicar que gracias al autogobierno foral, Euskadi era un vergel de prosperidad. Pero lo que tenemos ahora es que la convulsa política nacional va a trasladarse al País Vasco, donde van a tener que articular alianzas que retratarán a todos los partidos», afirma Pedro José Chacón, profesor de Historia del Pensamiento Político en la Universidad del País Vasco.

La realidad es tozuda y los datos confirman que Euskadi tampoco logra despegar en lo referente a la creación de empresas y a la recuperación de su economía. A pesar de que la gráfica de altas en la Seguridad Social ha continuado su aumento en el primer semestre de 2016, igual que ocurre desde 2014, la red del tejido empresarial permanece estancado. Según datos de la patronal vasca, Confebask, junio cerró con 58.719 compañías, lo que supone un 0,9%, 516 firmas más de las que había hace un año. Un ritmo borriquero si se compara con el registrado antes del inicio de la crisis, donde se promediaban crecimientos sostenibles del 2% cada ciclo con picos que alcanzaron el 3%.

El 87% de las nuevas compañías que se abren en Euskadi tienen como destino el sector servicios pero lo que resulta más preocupante de cara al futuro es que la industria, el motor que ha marcado a fuego la economía de los vascos, ha bajado un 0,3%, es decir, en un año se han cerrado en Euskadi 42 empresas dedicadas al sector fabril.

Crecen las ayudas sociales

La batalla indiscutible gira en torno a las existencia de las rentas mínimas que se conceden en Euskadi, las más generosas del Estado. Con el sistema de gestión de Empleo transferido a LANBIDE, el gobierno de Vitoria-Gasteiz se enfrenta a la compleja tesitura de modificar un modelo asistencial que, en los 27 años que lleva funcionando, no ha logrado los objetivos fijados de reducción de la pobreza.

Pese a que fue diseñado para combatir las desigualdades que produjeron los diferentes ciclos de crisis económicas sufridos desde 1989, el número de perceptores de cualquiera de los tres sistemas de prestaciones en vigor (RGI, PCV y AES) no ha dejado de crecer durante el cuarto siglo de existencia. Y lo ha hecho en periodos de crisis, como en la primera mitad de los años 90 con la leonina reconversión de la gran industria de la ría de Bilbao y en la crisis actual, pero también durante el periodo de auge económico vivido entre 1995 y 2007. En la actualidad son algo más de 65.000 personas las que perciben ayudas sociales en Euskadi, lo que supone un desembolso de 42 millones de euros a las arcas del gobierno autónomo.

El PNV baraja como solución la posibilidad de sacar las prestaciones de pensionistas y colectivos en exclusión del sistema de empleo vasco para concentrar los esfuerzos de esa institución en «quienes tienen más opciones de lograr un trabajo». El Partido Popular se ha erigido en el mayor y más implacable crítico con el funcionamiento de LANBIDE desde su creación, a quien considera el principal culpable de la «ineficacia» en la gestión de las ayudas.

Es más, el PP ha centrado buena parte de su discurso parlamentario, y ahí están como prueba las reiteradas declaraciones del exalcalde de Vitoria Javier Maroto en los últimos meses, sobre el «efecto llamada» que representan las prestaciones vascas para la inmigración del Estado, en atacar las ayudas contra la exclusión que se dispensan en Euskadi.

Con la cercanía de las elecciones, los populares vascos han moderado su mensaje y apelan a «la apertura de un debate que vaya más allá y sea más profundo» de lo que los nacionalistas desean. La próxima legislatura será crucial para el futuro de un sistema de ayudas sociales que incluso Podemos llegó a poner como modelo de implantación en el Estado con el objetivo de acabar con la pobreza pero que, en realidad, no ha dado resultado.

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