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Yenikapi, un antes y un después para la Turquía de Erdogan
Crónica de Lidia Ucher desde Estambul de la manifestación convocada por Erdogan a modo de demostración de fuerza.
LIDIA UCHER (Estambul) // Los próximos días serán cruciales para saber hacia dónde va Turquía después del incontestable baño de masas de Erdogan de este domingo en Estambul. La macromanifestación ha sido milimétricamente preparada, pero la uniformidad de su puesta en escena da cuenta de un acto puramente panegírico para el ensalzamiento de la figura de Erdogán: «O estáis conmigo, o contra mí», ha venido a advertir en su discurso.
Búsqueda de legitimación
La plaza de Yenikapi, a orillas del mar Mármara en Estambul, albergó ayer a cientos de miles de manifestantes en una de las mayores demostraciones de fuerza de un gobernante en la historia reciente de la democracia. Todo un baño de masas de Recep Tayyip Erdogan que tendrá su repercusión en las próximas fechas. El éxito de la protesta, convocada por el presidente turco contra el intento de golpe de Estado del pasado 15 de julio, le otorga la legitimación que busca para ejercer un poder de consecuencias imprevisibles. Entre otras lanzas, el presidente turco ha abogado en su discurso por la aplicación de la pena de muerte.
En este inmenso recinto situado frente a la costa del Mármara se congregaban personas de toda clase y condición. Con puntualidad, paciencia y civismo, las mareas de gentes procedentes de todos los puntos de Estambul aguantaron estoicamente el sol, la humedad y el fuerte calor ante las tres puertas habilitadas para acceder al área central.
Entre la masa de manifestantes, grupos de jóvenes turcos que se encaramaban a cualquier superficie para seguir el evento -la uralita de la boca de metro, los postes de luz o las vallas que cercaban la entrada-, familias enteras con niños de corta edad -algunos bebés en brazos de sus madres-, grupos de mujeres ataviadas con banderas turcas y cintas rojas anudadas alrededor de sus niqab, ancianos abriéndose paso entre la gente o parejas jóvenes. Muchos de ellos retrocedían sobre sus pasos para seguir el evento desde la distancia al no soportar el calor o la espera. Una pareja de turistas alemanes con su hijo quiso acercarse a ver el ambiente de esta cita histórica pero no tardaron en alejarse: «Demasiada gente para quedarse aquí tantas horas».
«Emigré a Francia y estuve 15 años trabajando en Marsella. Hace dos años regresé a Turquía; aquí hay trabajo, dinero y casa donde vivir dignamente. Por eso confío en Erdogan y vengo a darle mi apoyo», explica Serdar, un joven turco que respondió a la convocatoria del Gobierno. Eran las 3 de la tarde y el Yenikapi ya estaba desbordado: «He venido solo, mi familia se ha quedado en casa porque hay muchísima gente aquí y hace demasiado calor, no es bueno para los niños».
Banderas y cánticos
Nadie iba sin una bandera, una gorra o una cinta roja. Se podían adquirir a lo largo del largo paseo hacia Yenikapi. De hecho, el Gobierno había preparado más de dos millones de banderas para la manifestación. El lugar de la cita se halla a una hora caminando desde la plaza de Taksim, cruzando el Cuerno de Oro por el puente del Galata y bordeando el palacio de Topkapi. Escenarios de Estambul a los que parece que Erdogan ha querido emular en magnificencia, ostentación y vanagloria. Los restaurantes de los alrededores de Yenikapi han recibido a los participantes en el encuentro con entusiasmo, instalando pantallas en sus terrazas para que la gente que se quedara sin acceso al espacio central pudiera seguir los mítines.
La frase más escuchada en esta marcha era un «Alá es grande», coreado por riadas de gentes bajo una gigantesca bandera turca. Nada fuera de lo normal, si no fuera por los matices religiosos en los discursos que han precedido a Erdogan.
Pese a la ausencia de pluralidad de voces en este Encuentro por la Democracia y los mártires -su lema oficial-, esta marcha puede dar las claves de lo que puede pasar a partir de ahora en Turquía, tan solo partiendo del apoyo de tanta gente. Los líderes de la oposición, salvo la izquierda, estaban allí, pero no dijeron cosas demasiado distintas o al menos no transcendentes.
Pero lo cierto es que que alrededor de dos millones de personas han desbordado Yenikapi y sus alrededores durante esta calurosa jornada dominical, a más de 30 grados y con esperas de más de tres horas bajo un sol de justicia a las puertas de este inmenso recinto de 500.000 metros cuadrados.