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El científico y la sirvienta
"Si la movilización que está preparando la Marea Roja de la Ciencia ha de servir para algo, que nos sirva también para organizarnos y eliminar esta asimetría en el sector científico", reclama el autor.
Un premio Nobel declarando que las mujeres en ciencia suponen una distracción. Un profesor de CalTech, acosando sexualmente a sus alumnas. Una figura de primera línea en la lucha contra el ébola, usando a las científicas a su cargo para sexo y tareas domésticas.
Y todos nosotros, aceptando como realidad inmutable que la proporción de mujeres vaya bajando conforme avanza la carrera investigadora, desde una mayoría de estudiantes a una minoría de jefas de grupo. Aceptando como curiosidad que haya científicas con las tareas e indumentaria de azafatas. Y, claro está, aceptando, esto ya sin pararnos a pensarlo, que sean mujeres la abrumadora mayoría de quienes limpian los edificios donde investigamos. Cada cual, donde le toca, ¿no?
O, si nos damos cuenta de que algo va terriblemente mal, vivimos en la percepción de que organizarse es perder el tiempo. Ya sea, en un alarde de ceguera social, diciéndonos que la sociedad no cambia, o bien, en un alarde de individualismo, diciéndonos que quien se dedica a organizarse para cambiar las cosas pierde tiempo de investigación (y por tanto pierde resultados, y por tanto se queda atrás en la competición académica).
Si la movilización que está preparando la Marea Roja de la Ciencia ha de servir para algo, que nos sirva también para organizarnos y eliminar esta asimetría en el sector científico. Solamente podremos dejar atrás estas injusticias absurdas pero cotidianas si desde cada uno de los sectores asumimos nuestra responsabilidad y lo reconocemos como objetivo propio.
Ratio por género en la carrera académica, extraída de el mejor estudio disponible de la Comisión Europea.
Alejandro Gaita es socio cooperativista de La Marea.