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La crítica y el orgullo LGTBIQ se dan cita en Lavapiés
El movimiento se declara “autogestionado, horizontal, anticapitalista, antirracista y transfeminista”.
“Un año más, el 28-J se erige como un día de denuncia, reivindicación y lucha de todas aquellas disidencias de género, sexuales, afectivas y relacionales. Salimos a la calle reivindicando un orgullo no mercantilizable, no consumible e inclusivo». De esta manera comienza el manifiesto del Orgullo Crítico 2016, un movimiento que se declara “autogestionado, horizontal, anticapitalista, antirracista y transfeminista”.
El documento denuncia, entre otras cuestiones, “la instrumentalización por parte del discurso islamófobo europeo de los discursos feministas y pro derechos LGBTIQ+ para criminalizar a la población musulmana -y a otras minorías étnicas- a través de estrategias discriminatorias y racistas como el homonacionalismo o el pinkwashing israelí”. Con ello censuran las políticas amables orientadas hacia el movimiento LGTBIQ que, en países como Israel, se utilizan como un medio para justificar las ideas y acciones que potencian y llevan a cabo. En consecuencia, el comunicado no sólo muestra su repulsa hacia la reciente matanza de Orlando, sino también a su “instrumentalización islamófoba”.
También pretenden otorgar visibilidad a “otros tipos de familia y vínculos afectivos, así como a otros modos de crianza más allá de la monogamia, de la pareja exclusiva y excluyente con fines reproductivos y más allá de la jerarquización de las relaciones afectivas en base al sexo y al amor romántico”.
La manifestación, que partió de la plaza Nelson Mandela de Lavapiés (Madrid), ha sido el evento central de un catálogo que incluye cine (con el visionado del musical sueco Terror de proyección popular) y fiestas como la programada en el CSOA La Quimera, organizada por la comunidad sorda LGTB. Esta marcha trata de ofrecer un espacio a diferentes sensibilidades y luchas, y por ello ha acogido a un bloque “no monógamo”, a otro animalista y a uno en pro del reconocimiento de la asexualidad.
El espíritu del movimiento continúa la senda de la recientemente fallecida Shangay Lily y de la brecha que se produjo en 2006 entre el orgullo oficial y el crítico. Este se ha materializado, por ejemplo, en la iniciativa “Transmaricabollo de Sol”. En su libro póstumo, titulado Adiós Chueca y editado por Akal, Lily lamenta “que el barrio madrileño se haya transformado en un gran centro comercial, desapareciendo aquel barrio alternativo, agradable y seguro de los años 80”.
La fecha elegida para la concentración conmemora los conocidos como disturbios de Stonewall, donde hace 47 años se produjo una redada policial en el pub Stonewall Inn, en el barrio neoyorquino de Greenwich Village. Ese bar había sido abierto por el mafioso Tony Lauria, más conocido como Fat Toni (Toni el Gordo), apelativo familiar para los seguidores de Los Simpson. Una relación, la de la mafia y los gays, poco convencional pero muy productiva, según el escritor y autor de The Mafia and the Gays Phillip Crowford Jr. Aprovechando su experiencia en los márgenes de la ley y las trabas que imponía el organismo regulador del estado de Nueva York (la SLA, State Liquor Authority), la mafia se hizo con el control de buena parte del circuito social y económico del movimiento en los años 60. Los abusos y explotaciones eran frecuentes, y fueron una de las llamas que prendieron la mecha de la revuelta, la cual sería considerada posteriormente como una de las más importantes en la historia de la lucha contra la opresión sexual.