Internacional | Opinión
TikTok y el tecnofeudalismo: ¿seguridad nacional o imperialismo digital en la era Trump?
La amenaza de cierre de TikTok en Estados Unidos (al final solo fueron unas horas), o su potencial venta forzada, ofrece un espectáculo revelador: el país que aboga por la libertad de mercado se entrega al intervencionismo descarado cuando sus propios intereses estratégicos están en juego.
Este artículo se ha publicado originalmente en Catalunya Plural. Puedes leerlo en catalán aquí.
Lo interesante del caso TikTok no es que Estados Unidos intervenga en una empresa extranjera -lo hace constantemente-, sino las dos narrativas que describe su contexto. Por una parte, sus nuevos mejores amigos tecnológicos (Mark Zuckerberg y Elon Musk) que juegan ahora a ser superhéroes de la libertad de expresión (pero no del mercado-imperio). Por otra, el hecho de que sean ellos mismos quienes han manipulado la opinión pública mundial de forma consciente y declarada, poniendo en riesgo poblaciones enteras y permitiendo incluso el ejercicio de la violencia en contra de grupos sociales, como en los casos de Myanmar o India, mientras Zuckerberg ya no siente siquiera la necesidad de pedir perdón.
Es la economía, estúpido
Yanis Varoufakis describe el fenómeno actual como tecnofeudalismo, una transformación (o muerte) del capitalismo en la que los gigantes tecnológicos ya no compiten en mercados abiertos, sino que operan como señores feudales que monopolizan territorios digitales y las rentas generadas en ellos. En este modelo, la lógica del libre mercado desaparece: no se trata de competir ofreciendo el mejor producto, sino de controlar las infraestructuras esenciales sobre las que opera la sociedad. Los usuarios se convierten en súbditos digitales, mientras sus datos y su atención alimentan un sistema donde las decisiones las toman algoritmos diseñados para maximizar la rentabilidad de unos pocos.
TikTok, una plataforma ajena al círculo de Silicon Valley, desafía su hegemonía. Su éxito no se debe solo a su innovación, sino a su capacidad para capitalizar la economía de la atención de manera más eficiente que sus competidores occidentales. El cierre de TikTok en EE. UU. no parece un acto de defensa nacional, sino una jugada estratégica para proteger los intereses de las empresas estadounidenses que lideran el tecnofeudalismo y que se sientan en la mesa de Mar-a-lago. La narrativa del espionaje chino es funcional para encubrir una realidad más sencilla: TikTok es demasiado exitoso para permitirse que siga en manos de otro imperio. En un sistema dominado por el control de las infraestructuras digitales, la mera existencia de un actor externo representa una amenaza intolerable.
La aparente guerra contra TikTok no es más que un episodio en esta lucha por mantener el monopolio sobre la economía de datos, y sobre el sistema masivo de desinformación que ha permitido a Donald Trump entrar y volver a la Casa Blanca, así como a Elon Musk hablarle al oído (algo que Zuckerberg acaba de comprender).
Lo que parece una medida de defensa contra una potencia extranjera es, en realidad, un movimiento para garantizar que las rentas de la nube sigan alimentando el sistema económico doméstico, el minotauro global, dice Varoufakis. Es fundamental que las rentas se queden en casa, porque en realidad TikTok no amenaza a los usuarios, sino a los monopolios establecidos.
La paradoja del control estatal
Este caso deja en evidencia otra verdad incómoda para los propios hombres blancos de Silicon Valley. Los Estados todavía tienen poder, aunque solo lo ejerzan de vez en cuando. Obligar a una compañía extranjera a “nacionalizarse” -es decir, a ponerse al servicio de un país- es una forma de imperialismo doméstico global. Y lo que ahora hace Estados Unidos debería podría ser replicado por otros países (y no cuestionado por Mark y Elon).
¿Cómo valoraría el legislador de los Estados Unidos y la Corte Suprema las palabras de Zuckerberg cuando señaló que los Estados europeos ponían trabas a los intereses de las empresas norteamericanas? ¿Qué dirían sobre las quejas de Musk ante las exigencias de Brasil para cerrar cuentas que ponían en riesgo la democracia del gigante suramericano?
Estados Unidos abriría la puerta a que, por los mismos motivos (seguridad nacional, protección de datos y manipulación o conducción de la opinión pública), cualquier Estado (o la misma UE), pudiera cerrar o nacionalizar plataformas como Instagram o X. ¿No es un asunto de seguridad nacional para Europa exigir la misma responsabilidad a las empresas tecnológicas estadounidenses si las grandes tecnológicas pueden controlar la opinión pública europea? ¿Acaso no es una amenaza a la seguridad nacional la desinformación promovida por X y su propietario en el Reino Unido y Alemania?
Lo interesante, sin duda, es que el papel del Estado sigue siendo relevante en un momento en el que parecía que no pintaba nada y en el que, sorpresivamente, la conjunción entre los milmillonarios y el poder dejaba muy mal posicionado a esta institución reguladora.
Lo menos importante…
Un dato revelador es lo que no se discute. Nadie menciona el impacto de TikTok en la salud mental de los adolescentes como una razón para su cierre o control. Casos como el de Molly Russell, la joven británica que se quitó la vida tras consumir contenido dañino principalmente en TikTok, no es considerado un problema de seguridad nacional, aunque expone una crisis que debería estar en el centro del debate.
En ese debate, en el que empresas como Meta están perseguidas por cientos de denuncias, la carta de acoplarse al nuevo presidente y a la supresión de todo control a la difusión de desinformación o a contenidos perjudiciales en las plataformas, remarca la declaración inequívoca de intenciones. Plegados a dios-Trump serán intocables.
Dios todopoderoso
Horas antes de su posesión, Donald Trump resolvió el problema. Concedió (o prometió hacerlo, burlando la ley, por supuesto) una prórroga a TikTok con la apuesta por “nacionalizar” el 50% de la compañía para su operación en Estados Unidos. Confirmado lo económico, solo falta remarcar la adhesión a la religión trumpista: “Es una suerte que el presidente Trump haya señalado que trabajará con nosotros para reinstaurar TikTok una vez que tome la presidencia”, indicaba la red social a sus usuarios en EE.UU.
Gracias a Dios.