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Lola Sánchez: “No vale con poner a Echenique de secretario, tenemos que repensar la organización”
La eurodiputada de Podemos critica que en la consulta a sus bases no se contempló la abstención. "Si esa era tu opción, no tenías manera de votarla", lamenta.
Lola Sánchez (Valencia, 1978) pasó de la noche a la mañana de poner copas a ser elegida eurodiputada de Podemos. Han pasado ya dos años desde aquel mayo de 2014 que marcó el ascenso del nuevo partido y, pese a que es evidente su pasión por lo que hace, ya tiene en mente planes para cuando deje el cargo. «No me gustaría vivir toda la vida de la política, porque entonces voy a acabar con muchas úlceras», bromea. Sánchez, que se encuentra en Barcelona para participar en el encuentro de ciudades libres de TTIP, se mantiene alejada de las pugnas internas y de las «familias» que parecen haberse formado en Podemos y, a diferencia de muchos cargos de la formación, habla sin tirar de argumentario y mostrando su desacuerdo en cuestiones de fondo de la formación a la que representa.
En los últimos meses ha habido nutridas protestas contra el TTIP pero parece que no ha cambiado mucho la actitud de las autoridades europeas.
Ha habido anécdotas curiosas. Un equipo de negociadores francés dijo que el desafío más grande es convertir en ley los textos que se están publicando. Eso lo que demuestra es que están diciendo una cosa y por detrás están haciendo otra. Todo lo que se está publicando son textos preciosos que cualquier persona apoyaría, porque siempre se habla de mantener o incluso elevar los estándares laborales, medioambientales o de protección al consumidor.
¿Tiene efectos prácticos que una ciudad se declare “libre de TTIP”?
Sí, está teniendo efectos, pero la manera de parar el TTIP es desde la calle y las administraciones inferiores, es decir, ayuntamientos, comunidades autónomas y desde los propios Estados. En el Parlamento Europeo ya hemos visto que estamos en minoría por culpa del grupo socialista, que juega a su juego de defender unos principios y luego vota en contra de ellos. Parece que no, pero la movilización ciudadana está haciendo cambiar a los negociadores. Cuando nosotros entramos en el Parlamento apenas había información pública del TTIP. Han cambiado el nombre a varias cosas, porque dicen que ya las hemos destrozado, como el ISDS, la protección al inversor.
¿No son simples lavados de cara?
Claro, eso lo han maquillado, pero quiere decir que sí están preocupados por la opinión pública, porque la presión es brutal.
¿Hasta qué punto está siendo el PSOE un colaborador del TTIP? Usted ha denunciado en alguna ocasión que sus bases nunca aceptarían el tratado.
Nunca. Además, se ve en las mociones en los ayuntamientos: en muchísimos casos concejales del PSOE votan a favor de oponerse al TTIP. Luego en Bruselas, la eurodiputada que está en la comisión de Comercio Internacional, Inmaculada Rodríguez Piñero, lo defiende con uñas y dientes. Ella da carta blanca a la Comisión Europea para negociar, confía en ellos. Lo que vienen a decir es que si luego el TTIP no les gusta votarán en contra. Pero hemos visto al presentar enmiendas para, por ejemplo, que el TTIP no mine los derechos de los trabajadores, que votan en contra constantemente.
Esta lucha contra el TTIP, ¿está sirviendo para estrechar alianzas con, por ejemplo, otros partidos alternativos, como Syriza?
Sí, por supuesto, pero son más importantes los movimientos sociales. Estaría muy bien que pudiéramos contar con el gobierno de [Alexis] Tsipras para bloquear el TTIP, pero como están viviendo un chantaje constante no sabemos si van a tener capacidad para ello.
Al final los gobiernos tienen las manos atadas.
Exacto. Necesitamos gente en la calle y medios de información que cuenten lo que significa.
La marcha de Pablo Iglesias del Parlamento Europeo ha cambiado la repercusión que tiene el trabajo que Podemos hace allí.
Para unas cosas es positivo y para otras negativo. Por un lado no se ve tanto lo que hacemos pero por otro no tener esa presión mediática encima nos ha permitido sacar mucho más trabajo parlamentario adelante. Somos la delegación, dentro del Parlamento, que mejor funciona y la que más trabaja, y se puede ver en la web.
Han cogido fuerza en la cámara partidos de extrema derecha. ¿Cómo se vive su presencia?
Desde que la extrema derecha ha conseguido formar grupo parlamentario y tiene más recursos económicos, más turnos de palabra y todo eso, se ha notado una barbaridad. Pero en lo que más se nota es en cómo se saltan las reglas constantemente. El otro día, en una reunión que organizaba un diputado popular sobre las minorías étnicas en Europa, en mitad del evento entraron los dos diputados de Amanecer Dorado y montaron un escándalo. Fue un encuentro bastante violento en el que casi llegan a las manos. Lo sorprendente de todo es que cuando el tema llegó a la conferencia de presidentes de los grupos parlamentarios, decidieron no tomar ningún tipo de medida contra ellos.
¿Hay demasiada tolerancia?
Claro, pero si no les paras los pies ahora, ¿hasta dónde puede llegar esta gente? Los eurodiputados son muy agresivos, especialmente los de Amanecer Dorado, y sus asistentes son auténticos matones de discoteca, con perdón, de aspecto, de formas, de actitud y de todo. Son personas que van empujando y si te dan un codazo te lo dan. Te fichan, saben quién eres, te miran amenazadoramente. Estás en una institución europea, en un parlamento democrático y todo eso se permite. Esta gente no tiene límites. El argumento es no hacer nada para no darles protagonismo, pero el protagonismo ya se lo dan ellos.
¿Se plantea con el tiempo venir a España y hacer política aquí o le gusta Bruselas?
Me gusta mucho aquello pero lo que no me gustaría es vivir toda la vida de la política, porque entonces voy a acabar con muchas úlceras (ríe). En principio no me planteo venir a España, tampoco si quiero repetir o no, si podré o no. Si veo que estoy dejando un trabajo a medias tomaré la responsabilidad de repetir para terminarlo. Si no, me planteo cambiar de vida y ya está. Esto es una cosa que te abre muchas puertas, porque conocer cómo funciona la institución por dentro ahora te da la oportunidad, por ejemplo, de trabajar en una plataforma u ONG, porque ya conozco los procedimientos legislativos.
Para un lobby ecologista o de cooperación.
(Ríe) Claro, un lobby bueno, sí. Es una posibilidad.
Se ha manifestado en el pasado a favor de una alianza electoral entre Podemos e IU. ¿Sigue pensando igual?
Sí, claro… creo que es tarde. Bueno, nunca es tarde si la dicha es buena, pero esto se tendría que haber hecho antes y a lo mejor ahora tendríamos un escenario completamente diferente en el Congreso. De hecho, los números lo decían.
¿No cree, como sostienen Íñigo Errejón y su entorno, que una identificación de Podemos con la etiqueta de izquierdas perjudicaría al partido a la hora de aglutinar a gente que no se considera de izquierdas?
No creo que hubiera mucha gente que si nos presentáramos juntos dejara el voto, pero sí que hay mucha gente que en las pasadas elecciones dejó de votar a las dos formaciones porque no veían que la cosa funcionara. Al final, tanto, ¿para qué? Si volvemos a dividirnos otra vez, en la izquierda siempre estamos igual. Conozco a mucha gente que no votó por esto, desanima muchísimo.
Su relación personal con Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y el “núcleo duro” de Podemos, ¿es buena?
Sí, es buena. Con Íñigo no tengo demasiada relación y con Pablo es buena porque hemos sido compañeros de escaño. Sí que es verdad que desde que dejó Bruselas hemos tenido menos contacto, pero bueno, de vez en cuando nos escribimos algo y nos felicitamos la Navidad, los cumpleaños y todo eso. Pero yo entiendo que está muy liado aquí. Yo también allí. Llevamos asuntos totalmente diferentes.
¿En el Parlamento les dan alguna directriz desde Madrid o se organizan autónomamente?
Sí, hay coordinación. La verdad es que podría haber más, pero yo también digo siempre que algunas cosas que han cambiado en el programa de Podemos para las generales nosotros no podemos cambiarlas. Tenemos un programa diferente.
Que era mucho más radical.
Era más radical, sí. A mí me gusta mucho porque además lo hizo la gente y sin filtro. Ahí está lo que la gente pedía y a mí me parece un programa precioso. Y eso es un contrato que tenemos. Entonces, si en ese contrato dice que abogamos por el no pago de la deuda ilegítima, yo tengo que defender eso, y tengo que votar en consecuencia. Si Podemos aquí en España ha considerado que ese discurso no es prioritario o no funciona para las generales, yo eso no tengo ni que escucharlo, porque yo no obedezco tanto al partido como al programa por el que la gente nos puso allí. Es un contrato.
Fue muy comentada la destitución de Sergio Pascual como secretario de Organización. ¿Su sustitución por Pablo Echenique hace que el partido mejore en el sentido de estar más pegado a los territorios y más democratizado? ¿Cómo valora los cambios?
Totalmente positivos. Fui compañera de Echenique y de Teresa Rodríguez en Vistalegre presentando un programa alternativo. Me parece una decisión muy buena que además ha gustado mucho a las bases. La gente está encantada porque sabe que Pascual era más de partido de cuadros, vertical, y Echenique entiende las cosas de otra manera. Yo creo que se empezará a notar. Llevará su tiempo porque hemos cogido unas dinámicas que cuesta cambiar pero estoy segura de que una de las tareas de Echenique es esa, levantar a la gente.
Que estaba desencantada.
Sí, porque se dejó a los círculos sin ningún tipo de función, sin capacidad de decisión y de todo. Entonces el que no estaba en un consejo ciudadano ni era secretario general de nada, ¿para qué está, para pegar carteles? Eso es tomarle el pelo a la gente.
En la última votación Podemos ha batido marcas de participación interna. ¿Una buena señal?
Me parece que refleja que la gente cree que se puede cambiar algo.
¿Se pueden curar a estas alturas ciertas heridas internas?
A lo mejor para algunos es tarde porque hay personas que están completamente desencantadas, pero creo que hay muchos que están a la espera. Me sorprende que sigue habiendo gente que a estas alturas se une a los círculos. Tal y como están las cosas, con el machaque mediático que nos dan. Todavía estamos a tiempo, pero desde luego hay mucho trabajo que hacer. No vale con poner a Echenique de secretario de Organización, tendremos que repensar la organización, porque está claro que no ha funcionado. Automáticamente implica que aparezcan familias que pelean por cargos, etc., y esa verticalidad nos convierte en lo que no queríamos ser. Nacimos para criticar a las formaciones políticas que funcionan así. Y de repente somos muy parecidos. No se puede confiar en la gente de boquilla pero a la hora de la verdad establecer unos mecanismos que impiden que se participe de verdad en las decisiones. Porque si te fías de la gente, fíate de todos, no sólo del que en ese momento te está dorando la píldora.
Es probable que haya nuevas elecciones. ¿Cómo cree que le irá a Podemos?
Hay opciones de mejorar si nos juntamos muchos, todos los que defendemos lo mismo, pero básicamente no creo que cambie mucho el escenario.
¿Al final la pelota está en el tejado del PSOE?
Todavía hay gente que tiene la esperanza de que el PSOE en el último momento se divorcie de Ciudadanos y pida matrimonio a Podemos. Yo tengo mis dudas, pero también considero que hay una opción que no se ha tenido en cuenta, que es abstenernos. El partido no está teniendo en cuenta la posibilidad de dejarlos gobernar y ser la principal oposición.
Que se retraten de alguna manera.
Hacer un gobierno en la sombra, y para cada medida que haga este gobierno terrible nosotros hagamos una propuesta. Movilizar a la gente, sacarla a la calle, porque seguirán haciendo recortes. Van a obedecer todas las órdenes que vengan de Europa. Y reforzarnos de esa manera. Por el cansancio también que tiene la gente encima. Llevamos dos años en que hemos tenido cuatro elecciones seguidas. No sé por qué no ha habido debate sobre esto.
Directamente no se ha preguntado.
No se preguntó en la consulta. Si esa era tu opción no tenías manera de responderla. No tenías forma de expresar esta idea a través de esas preguntas. Entonces vamos a pensar cómo tomamos a la gente, si creemos que es inteligente y capaz de tomar decisiones. Y vamos a plantear distintas posibilidades y debatir sobre ellas. Pero dar las cosas hechas, eso no es Podemos.