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“El Brexit sería el símbolo de que la UE se empieza a deconstruir”

La crisis de los refugiados ha sido la enésima muestra de que la UE no es capaz de actuar como bloque cuando el viento viene en contra, concluye Pol Morillas, investigador principal para Europa en el Barcelona Centre for Internacional Affairs (CIDOB).

BARCELONA // La respuesta que se está dando a la llegada masiva de refugiados no sólo es un desastre humanitario. También está generando una honda crisis de legitimidad para el propio proyecto de unión europeo. La descoordinación e incapacidad de armar respuestas comunes ante los problemas se suman a otros frentes abiertos: la crisis del euro y la posible salida de Reino Unido son los más graves. Crisis que se superponen, se comunican entre sí y podrían propiciar una “deconstrucción” de la UE, tal y como alerta Pol Morillas, investigador principal para Europa en el Barcelona Centre for Internacional Affairs (CIDOB), uno de los think tanks con más prestigio en España. “Ninguna de estas crisis se puede leer de forma aislada, los distintos países utilizan una u otra para sacar rédito según sus intereses”, explica.

Como apunta Morillas, la crisis de los refugiados ha supuesto una muestra más de que la UE no es capaz de actuar como bloque cuando el viento viene en contra. Los estados-nación vuelven a ser, en esos momentos, la respuesta. Sin embargo, el que más afectado se ha visto, tras disfrutar de un liderazgo fuerte durante la aplicación de las políticas de austeridad, ha sido Alemania. Angela Merkel abrió en un primer momento las puertas a los refugiados “esperando dos cosas, tener apoyo fuera y dentro”, asegura Morillas. “Intentó una política coordinada que habría implicado la creación de un sistema común de asilo, y además pensó que a nivel interno tendría más apoyo”, continúa. Algo que no ocurrió, en ninguno de los dos frentes. “Las regiones y entidades locales se quejaron de que no tenían suficientes recursos y la CSU [socios del partido de Merkel] también se opuso”, concluye.

Además, episodios como el ataque del 31 de diciembre en Colonia han servido para hacer discurso a una extrema derecha en alza. En ese momento, Merkel decidió virar su política de acogida. Su único aliado en el impulso de un posible sistema común de asilo fue, irónicamente, Grecia. “Cuando parecía que estaban en la misma página hubo elecciones regionales y Merkel perdió más apoyos. No le interesaba aliarse con Grecia, no vende”, abunda Morillas. Con todas las posibles iniciativas frustradas, se impuso la descoordinación. “Al tener los Estados la competencia en materia de asilo, son estos los que al final deciden, no hay obligación de implementar las cuotas. Por eso cada país actúa según su situación interna”, agrega.

«Se van poniendo palos en las ruedas»

Para Morillas, el hecho de que los Estados actúen siempre según sus intereses provoca una “tendencia a la parálisis y que no se tomen decisiones que puedan dar una respuesta efectiva”. Es en este punto donde la solución de derivar a los refugiados a Turquía, es decir, sacudirse el problema en lo posible, obtuvo un relativo consenso. Esta descoordinación tiene consecuencias profundas en el proyecto europeo: “Poco a poco se van poniendo palos en las ruedas, estamos viendo cómo se van levantando restricciones en el espacio Schengen”, señala. “El riesgo es que entre tanto las fuerzas euroescépticas vayan ganando adeptos, como ocurre en Polonia o Hungría. O en Reino Unido, ya que si se da el Brexit sería la primera vez que un país se marcha, sería un símbolo de que la UE se empieza a deconstruir”, asegura.

La pérdida de legitimidad de la Unión también se aprecia en referéndum como el de Holanda o en los datos que arrojan las encuestas en los países miembros. Morillas cree que son necesarias políticas de fondo como la unión bancaria. También que falta una “identidad paneuropea”. “Lo que se hace bien se dice que es gracias a la acción de los gobiernos de los Estados y cuando algo va mal se echa la culpa a Europa, como a una especie de chivo expiatorio”, sostiene, aunque también enfatiza que la UE tiene “déficits democráticos importantes”. Sin embargo, insiste en la importancia de construir un “demos europeo”: “Es un proceso gradual. Aquí es donde surgen aquellos que consideran que hay que volver al Estado nación, que es algo que conocemos, como una solución”. Pese a todo, Morillas no ve fácil desarticular la estructura de la UE, ya que “las dinámicas institucionales son muy fuertes, hay muchos alianzas e intereses tejidos desde hace décadas que no se pueden deconstruir de la noche a la mañana”.

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