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El movimiento de los indignados en Francia se hace fuerte en París

Los manifestantes se volvieron a reunir en la Plaza de la República por tercer día pese a las difamaciones en la prensa que se quejaba de "olor a cebolla".

Concentración en la Place de la Republique de París el sábado 3 de abril. J.B.

PARÍS // Ni la lluvia, ni el frío, ni el cansancio de tener que tener que volver a construir lo que la policía destruye cada mañana han podido con la indignación de los parisinos que este sábado, por tercer día consecutivo, volvieron a reunirse en la Plaza de la República de la capital francesa. En apenas tres días y a pesar del desprecio de los principales medios de comunicación del país –el diario Le Parisien destacó el “olor a cebolla” y describió a los asistentes como “adolescentes lata de cerveza en mano”-, los indignados de París lograron establecer las bases de lo que muchos ya definen como el 15M francés.

Esta es la crónica del fin de semana en que algo cambió en la mente de muchos ciudadanos franceses:

Para entender este fenómeno hay que remontarse al pasado jueves, cuando el descontento brotó en forma de asambleas, acampadas y ocupación de espacios públicos en varias localidades de Francia, siendo París la ciudad donde prendió con más fuerza la chispa de la indignación. Aquella noche un millar de parisinos organizó asambleas en la céntrica Place de la République respondiendo a la llamada del colectivo apartidista Convergences des luttes para ocupar las plazas al finalizar la marcha convocada ese mismo día contra la reforma laboral del gobierno socialista que preside François Hollande.

La operación fue bautizada como #NuitDebout (noche en pie en español). En los múltiples debates nocturnos que brotaron participaron algunas de las mentes más críticas del pensamiento alternativo francés, como el economista Frédéric Lordon. Los indignados de París crearon un punto de primeros auxilios, repartieron alimentos y tomaron sus primeras decisiones, como establecer comisiones y copiar los gestos del 15M español.

Acto seguido, a primera hora del viernes 32 de marzo, la policía expulsó a quienes instalaron allí sus tiendas de campaña y eliminó las huellas visibles de su indignación. Convergences des luttes puso fin al primer día de acampada con un mensaje en las redes sociales: “nos fuimos cantando, volveremos cantando”.

Para sorpresa de muchos, el viernes por la tarde los indignados franceses volvieron en masa a République, equivalente francés de la Puerta del Sol de Madrid. Con menos frío y un público más numeroso, heterogéneo y enérgico que el del día anterior, los allí presentes celebraron una multitudinaria asamblea de más de cuatro horas en la que se establecieron las bases de la acampada parisina.

El primer gran consenso: dar prioridad a temas urgentes de organización frente a debates teóricos y adoptar las decisiones que tengan más del 80% de los votos de la asamblea y con una participación mínima del 50% de los asistentes. En apenas unas horas la plaza contaba con la logística propia de un movimiento ciudadano organizado: protocolos de comunicación y comportamiento, puestos para reparto y recogida de alimentos y mantas, una enfermería bien abastecida, puntos de reciclaje, energía eléctrica generada con una bicicleta y hasta obras de arte popular, como el “arco del triunfo de los indignados”.

Aquella noche miles de parisinos descubrieron el poder creativo de su descontento y la lucha contra la reforma laboral “a la española” de Hollande cedió el protagonismo a las ganas de cambio, la ilusión y la imaginación en forma de eslóganes poéticos y reivindicativos. Pocas veces en la historia de París, capital mundial del lujo, pudieron verse puestos de comida a precio libre o a cambio de una idea.

Una vez más al alba los antidisturbios desalojaron a los ciudadanos de la Plaza de la República bajo la atenta mirada de la estatua de Marianne, la alegoría de los valores de liberté, egalité et fraternité de la V República francesa. No se registraron incidentes violentos.

El sábado “33 de marzo” la primera en llegar a République fue la lluvia. Pasado el medio día un grupo de aproximadamente cien personas, entre ellos varios refugiados y familias desahuciadas, acudieron a la llamada de Droit Au Logement (DAL), pariente francés de la Plataforma Afectados por la Hipoteca (PAH) y uno de los colectivos que más trabajó para organizar la Nuit Debout.

Algunos periodistas hablaban en Twitter del fin del 15M francés cuando, a media tarde, los indignados de París volvieron a ocupar la plaza. En línea con lo decidido la jornada anterior en asamblea, las comisiones de Acción, Logística, Moderación, Comunicación, Internacional y Acogida alzaron de nuevo lo que esa mañana la policía destruyó.

A pesar de la lluvia, una nueva asamblea general –esta vez de pie, no sentados- logró reunir a un millar de personas para debatir sobre el futuro de la Puerta del Sol francesa. Tras varios turnos de palabra y constantes alusiones a España –“la solidaridad fue clave en España para evitar desahucios en barrios populares”, opinó ante la asamblea un ciudadano-, el 15M y Podemos, la asamblea de République determinó “poner fin el lunes por la mañana a la toma de la plaza”, concretamente a dormir allí, y a “ocupar las plazas desde las tres de la tarde hasta la media noche de forma cotidiana”.

En la noche del sábado, mientras se celebraba un concierto de “rap indignado” en République, una fuente de la policía despejaba la incógnita sobre los permisos para acampar en la plaza: Convergences des luttes pidió permiso a las autoridades -conservan el acuse de recibo- pero la policía no respondió, lo que hace que las expulsiones de los días previos fueran ilegales, tal y como reconoció la policía al diario MetroNews. La asamblea general prevista para este domingo en París concretará los detalles de la decisión.

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