Cultura | Internacional
Chemnitz, de bastión de la extrema derecha a Capital Europea de la Cultura
La ciudad, que durante la RDA se llamó Karl-Marx-Stadt, busca fortalecer la democracia y rehabilitar su imagen, fuertemente ligada a la ultraderecha.
¿Puede la cultura fortalecer la democracia y contrarrestar el extremismo? Chemnitz, la tercera ciudad de Sajonia, en el Este de Alemania, y desde este fin de semana nueva Capital Europea de la Cultura, así lo pretende. Hasta ahora, esta localidad, de unos 250.000 habitantes y a un paso de Polonia y de la República Checa, solo era conocida internacionalmente por dos cosas: durante la República Democrática Alemana (RDA) su nombre era Karl-Marx-Stadt y en 2018 vivió unos disturbios en los que los neonazis atacaron a migrantes por las calles. Desde entonces está asociada al ascenso de la ultraderecha. Ahora busca reinventarse, fortalecer los valores democráticos y unir a comunidades diversas durante un año en el que ofrecerá más de 1.000 actividades culturales y en el que espera atraer a dos millones de turistas.
Chemnitz estrenó la capitalidad el pasado fin de semana y la inauguración logró congregar a más de 70.000 personas en las calles. La cifra contrasta con los apenas mil manifestantes que movilizó el pequeño partido de extrema derecha Sajonia Libre. Pero estos datos quizás enturbien un poco la fotografía de una triste realidad local: aquí la primera fuerza política es la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD), que recibió el 26% de los votos en esa ciudad y que está en contra de la capitalidad cultural.
Ante la alarma de que la extrema derecha se movilizase en plena campaña de las elecciones que Alemania celebrará el próximo 23 de febrero, una numerosa contramanifestación defendió el privilegio de que la ciudad promueva los valores europeos a través de la cultura. “Estamos aquí porque la extrema derecha se manifiesta contra esto, contra la capital cultural. Y simplemente estamos en contra de que se manifiesten. Pero también queremos decir que no todos los que somos del Este de Alemania votamos al AfD”, explica a La Marea una joven que ha ido a manifestarse junto a sus amigas y que, sin embargo, no quiere dar su nombre: “No todos los empleadores respetan las opiniones divergentes. Darlo podría tener consecuencias”.
Combatir el extremismo
La importancia de abordar el extremismo no es solo una cuestión interna de Chemnitz, sino un desafío compartido por toda Europa, asegura la ministra alemana de Cultura, Claudia Roth, que confía en que la capitalidad contribuya al desarrollo cultural pero también proporcione un marco de resistencia democrática: “La cultura y la democracia no son inmunes a los ataques, y estos eventos sirven para recordarnos que debemos defender nuestros valores en todo momento”, asegura la ministra en referencia a los ataques de la extrema derecha.
El Gobierno federal de Alemania defiende que la capitalidad es una oportunidad para darse a conocer en toda Europa y crear estructuras de las que toda la región podría beneficiarse a largo plazo.
Unas 1.000 personas voluntarias participan en la organización de los eventos. Aunque los actos empiezan ahora, Chemnitz trabaja desde hace cuatro años para presentarse ante el resto de Europa con un programa participativo elaborado por muchas manos. En su diseño han participado desde organizaciones sin ánimo de lucro hasta instituciones culturales e incluso personas que, a título particular, han abierto sus espacios privados, en concreto sus garajes. Allí van a darse conciertos o se van a utilizar como espacios de socialización, reivindicando así su valor histórico. Los garajes, en tiempos de la RDA, fueron lugares en los que la gente se reunía con privacidad para compartir actividades que era mejor no visibilizar en el espacio público.
Una inversión de 100 millones de euros
La inversión para la celebración de la capitalidad superará los 100 millones de euros, provenientes principalmente del gobierno federal, el Estado de Sajonia y la ciudad de Chemnitz. Su alcalde, Sven Schulze, del Partido Socialdemócrata, espera que el evento cambie la imagen del municipio. “Durante mucho tiempo, Chemnitz fue una ciudad en las sombras, que muchos no conocían, ignoraban deliberadamente o conscientemente evitaban. Es una ciudad con evidentes fracturas y cicatrices, pero también una ciudad que constantemente se encontró, se reinventó y se desarrolló aún más desde dentro”, asegura el político.
Un programa que potencia la diversidad
Las convocatorias abiertas han inspirado a los ciudadanos de Chemnitz y a los 38 municipios socios de la región de la Capital de la Cultura a crear más de 60 proyectos. Según explica Lena Rothe, del equipo que facilita que los ciudadanos consigan hacer realidad sus propuestas, esas ideas permitirán desde aprender a trabajar la artesanía tradicional de la región hasta celebrar el desfile del Día del Orgullo LGTBIQ+, aprender a diseñar moda sostenible u organizar un festival de música electrónica este verano.
En los talleres para diseñar el programa participativo, los ciudadanos han debatido temas como la inclusión, la defensa de la democracia y los espacios seguros para la diversidad. Y entre los organizadores nadie oculta las dificultades de lidiar con el extremismo, pero el alcalde confía en que, con la ayuda de la capitalidad europea, su ciudad consiga abrir una página nueva con “nuevas imágenes, nuevos mensajes y nuevas historias”. Una idea que comparte el comisionado del Gobierno federal para Alemania Oriental, Carsten Schneider, quien subraya la importancia de este evento para alejar a la ciudad de los estigmas del pasado: “Como todo el este de Alemania, Chemnitz también está luchando contra los prejuicios y la estigmatización, especialmente después de los disturbios de 2018. Espero que la Capital de la Cultura despierte un interés suprarregional e invite, en particular a Alemania Occidental, a descubrir muchas cosas que no se ven”, dijo.
Chemnitz es la primera ciudad de la antigua RDA que ostenta el título de Capital de la Cultura. Antes lo fueron Berlín Occidental (1988), Weimar (1999) y Essen (2010).
El emblema de Chemnitz es una gran estatua de Karl Marx sobre la que se construyó el escenario que acogió los conciertos inaugurales. Allí, el presidente de la República Alemana, Frank-Walter Steinmeier, dio la bienvenida a la capitalidad.
“Hay música por todas partes, la gente se divierte, todo está bien. Tengo curiosidad por ver cómo va a ser el resto del año y espero que muchos turistas vengan a conocernos”, desea Karin, una mujer de mediana edad que resume el sentimiento de mucha gente de la ciudad.