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El machismo sale al encuentro del avance de las mujeres en política

Marta Selva, del Observatori de les dones en els mitjans de comunicació, cree que existe “cierta sensación de impunidad” entre los agresores

Rita Maestre en la Feria del Libro de Madrid, el año pasado.

BARCELONA // El gesto de la diputada de Podemos Carolina Bescansa, que se ha llevado a su hijo al primer pleno de la legislatura, ha levantado un intenso debate sobre el papel de la maternidad y la manera de ejercerla, donde no han faltado las críticas y los insultos directos. La dirigente de la formación ha alegado que lo ha hecho porque aún no ha logrado que el bebé «se enganche» al biberón. En cualquier caso, ya es sintomático el alud de ataques a la manera en que Bescansa cuida de su propio hijo.

Mujeres con perfil alto y en primerísima línea están irrumpiendo en la esfera política con la llegada de nuevos partidos. Y con este movimiento, la reacción machista de un sector importante de la sociedad, que ha quedado de manifiesto durante las semanas en las que se ha desarrollado la negociación entre Junts pel Sí (JxSí) y la CUP -que no es una formación joven pero sí una recién llegada al Parlament- para investir un nuevo president de la Generalitat.

Pelo de guarra, idiota, histérica, puta traidora, amargada, mala puta… las redes sociales han sido un vertedero de odio estos días contra la diputada de la CUP Anna Gabriel, una situación que llevó a la misma alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, a pedir de manera “inmediata” un “rechazo absoluto a los ataques machistas contra las mujeres de la CUP”. También lo ha hecho el colectivo Feministes de Catalunya en un comunicado en el que tacha de “intolerable” el uso de “insultos claramente machistas que pretenden el descrédito personal e intelectual de las mujeres”.

Uno de los primeros en abrir fuego fue el exvicepresidente del Barça Alfons Godall: “Ya sé que recibiré leña, pero para ser una activista de la CUP hace falta ser e ir necesariamente fea de cojones?”. La guinda la pondría el periodista de ABC Antonio Burgos, que tituló una columna con “Por qué las separatistas de Bildu y CUP son tan feas”. Y Joaquín Leguina, expresidente de la Comunidad de Madrid, durante un debate en 13TV, en un momento en que hablaban de un insulto dirigido a Gabriel, lo derivó a la periodista Pilar Rahola: “Pensaba que era Rahola, que alguien la llamaba por su nombre”.

Con un cerebro masculino detrás

La diputada de la CUP Mireia Vehí, que entra en el Parlament en sustitución de uno de los representantes sacrificados por la formación en el acuerdo de investidura, cree que el patriarcado reacciona con “violencia” y “ferocidad” cuando una mujer toma una posición pública o de poder. Cita los casos de sus oponentes políticas Inés Arrimadas, “una de las que más se ha minusvalorado”, y Alicia Sánchez-Camacho, “a la que dijeron de todo”. “No nos consideran como enemigas, no llegamos ni a eso. Se limitan a criticar si vamos bien o mal vestidas o si nos peinamos de una manera o de otra”, lamenta. “Al señor [David] Fernández nadie la ha planteado que vista mal, por ejemplo”, agrega.

Para Vehí, la mujer sigue tratándose hoy en día como si “nosotras no fuéramos las artífices de nada”. “Arrimadas es un títere de [Albert] Rivera, el cerebro de Colau -que tiene un peso político indiscutible- es su marido, el otro día decían que el discurso de Anna Gabriel se lo había escrito Quim Arrufat”, desarrolla. En Madrid también se producen ataques virulentos, sobre todo contra la nueva alcaldesa, Manuela Carmena, y la portavoz del Ayuntamiento, Rita Maestre, quien es acusada constantemente de «guarra», sobre todo a raíz de que trascendiera su acción en la capilla de la Universidad Complutense de Madrid.

Por su parte, Vehí mira hacia delante: el grupo parlamentario de la CUP tiene más mujeres que hombres, lo que considera una oportunidad “en términos internos para trabajar más el tema de los liderazgos”. “En la legislatura pasada, porque eran tres y no daban para más, hubo un liderazgo muy claro de David [Fernández], Quim [Arrufat] en menor medida e Isabel [Vallet] quedaba más como en la intimidad. Tenemos la oportunidad de revertir esto y se ha trabajado mucho para que así sea”, explica. También se plantea luchar contra las “dinámicas patriarcales” del Parlament y el sistema mediático.

Sensación de impunidad

Lo cierto es que las agresiones contra dirigentes de la CUP no han sido aisladas, tal y como recuerda la propia Vehí con los casos de Arrimadas y Sánchez-Camacho. “¿Por qué el pie de foto de las mujeres no hace referencia a nuestra intervención y sí a la ropa?”, se preguntaba la líder de Ciudadanos en Twitter tras enseñar un recorte de prensa en el que se referían a su indumentaria, en contraste, por ejemplo, con Miquel Iceta, que también aparecía en la imagen y de quien se referenciaba su posición política.

Sonadas fueron las palabras que dirigió el periodista Eduardo Inda a Ada Colau cuando la llamó “gordita”. En la misma línea, el también informador Alfonso Rojo comparó a las reinas magas de la cabalgata de Valencia de las pasadas navidades con “tres prostitutas sacadas de un western”. Insultos en el plano físico y ataques al honor que rara vez se ven destinados a un hombre.

Marta Selva, del Observatori de les dones en els mitjans de comunicació, cree que existe “cierta sensación de impunidad” entre quienes utilizan este tipo de ataques. “Nos podríamos quedar tranquilas pensando que esto es reflejo del miedo de ciertos sectores ante la visibilidad de las mujeres en todos los ámbitos, pero también hay que darse cuenta de que en el fondo la sensación es que estas actuaciones tienen un coste cero”, defiende. La solución, en palabras de Selva, tendría que llegar por la vía de posicionamientos públicos y por la depuración de responsabilidades. “Por ejemplo, la Universidad de Barcelona ha iniciado un expediente contra un profesor suyo”, apunta. Se refiere al docente asociado Àlex de Jaureguizar, a quien la institución ha rescindido su contrato tras llamar “hijos de puta” a los militantes y dirigentes de la CUP.

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