Medio ambiente

La COP21 arranca con declaraciones de buenas intenciones

Obama reconoce la responsabilidad de EE UU en materia de emisiones. Rajoy promete una ley de cambio climático si gana las elecciones.

Este verano, las temperaturas han batido récords.

«Sentimos mucho que nos hayan pillado». El mensaje modificado de un anuncio de Volkswagen, ubicado en una marquesina ‘intervenida’ por el grupo de activistas británico Brandalism, era la viva imagen de la protesta ciudadana, en clave satírica, ante el esperado arranque de la XXI Conferencia sobre Cambio Climático de París (COP21). Un día antes, el domingo, centenares de esos ciudadanos habían desafiado la prohibición de manifestarse en las calles de la capital francesa, lo que generó una batalla campal que se saldó con una lluvia de gases lacrimógenos y más de 300 detenidos.

En ese ambiente enrarecido, la primera jornada de la COP21, este lunes, estuvo marcada por el recuerdo a las víctimas de los pasados atentados del 13 de noviembre. «No se puede elegir entre combatir el terrorismo y luchar contra el calentamiento global», declaró el presidente francés, François Hollande, en la apertura de la cumbre. «Estamos ante dos grandes retos que tenemos que afrontar: dejar a nuestros hijos un mundo libre del terror y un planeta protegido de los desastres, un planeta viable y vivible».

Tras el recuerdo, las buenas intenciones. Al menos, en forma de declaraciones solemnes. El presidente de EE UU, Barack Obama, reconoció la «responsabilidad» que ha tenido su país en la emisión de gases de efecto invernadero, y advirtió sobre sus consecuencias inminentes. «Somos la primera generación que padece los impactos del cambio climático, pero también la última que puede hacer algo para revertirlo», aseveró.

Obama fijó una lista de tareas para los países participantes en la cumbre que debe pasar por «convertir los logros en una estrategia durarera, poner los recursos suficientes para que los países vulnerables puedan afrontar los efectos del calentamiento y acordar un sistema de transparencia para que todas las partes confíen en que los demás están haciendo lo que deben». Unas palabras especialmente relevantes, especialmente si se tiene en cuenta que EE UU no ratificó el protocolo de Kyoto, vigente hasta hoy día.

El presidente ruso, Vladimir Putin, recalcó la importancia de alcanzar un «acuerdo global, eficaz, equilibrado y jurídicamente vinculante que permita a las economías desarrollarse», al tiempo que reduzca en «dos grados» el calentamiento global a finales de siglo. Asimismo, auspició un nuevo acuerdo en prolongación de Kyoto que responda a los intereses de las poblaciones». Por su parte, la canciller alemana Angela Merkel pidió a los países participantes que envíen una señal de fuerza y unidad para proteger el medio ambiente.

El «compromiso» de Rajoy

El presidente español, Mariano Rajoy, por su parte, prometió que, si el Partido Popular gana las elecciones el próximo 20 de diciembre, el Gobierno aprobará una Ley de Cambio Climático que dé «agilidad y coherencia» a las políticas de reducción de gases de efecto invernadero, y que promueva aquellas que tengan una mayor capacidad de reducir más emisiones al menor coste, teniendo en cuanta su impacto sobre la actividad económica y la creación de empleo.

«España afronta esta cumbre desde el compromiso», explicó Rajoy, que quiso recordar que el país ha puesto en marcha medidas como programas de renovación de la flota de vehículos, actuaciones para aumentar la eficiencia energética en edificios o financiación de proyectos concretos de reducción de emisiones.

Entre las organizaciones ecologistas, la propuesta de Rajoy generó ciertas suspicacias y no pocas preguntas, por considerarla insuficiente y vacía de contenido. «¿Reducirá a cero las emisiones de España en 2050? ¿Transformará el sistema energético para hacerlo 100% renovable?», se preguntaban desde Greenpeace. «Se propone reducir las emisiones mundiales un 50% para 2050, pero eso es insuficiente para evitar un cambio climático peligroso: hay que llegar a 0 emisiones. Y en cualquier caso, para llegar a ese -50% mundial, los países desarrollados tendrían que reducir a cero: ¿lo hará España?».

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