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“Me dejaron con mi padre pese a tener varias denuncias por maltrato”
Dos testimonios de hijas de maltratadores diagnosticadas con el supuesto síndrome SAP piden responsabilidad al Estado y que se escuche la voz de los menores
MADRID // “He vivido la violencia de género primero por parte de mi padre y luego por la vía judicial y de los puntos de encuentro”. Así de dolida se muestra Mª Carmen, una mujer con 18 años recién cumplidos y que, según relata, sufrió un auténtico calvario en manos de su padre.
Cuando se separaron sus padres, “le llevaron con él pese a que tenía varias denuncias de maltrato”, relata. Tenía cinco años cuando le separaron de los brazos de su madre “por la fuerza” junto a su hermana.
Los jueces y psicólogos le diagnosticaron un síndrome de alienación parental (SAP), un supuesto desorden psicopatológico por el cual un niño se enajena y todas sus decisiones están directamente influenciadas por uno de sus progenitores, en este caso su madre.
Gloria Vázquez, presidenta de la asociación Ve-la luz denuncia que este supuesto síndrome está siendo utilizado como una nueva forma de violencia machista. “No se escucha a los menores; el mismo policía que acude cuando hay un caso de violencia machista es el que les acompaña a ver a su maltratador en los puntos de encuentro familiar”, por ejemplo
A Mª Carmen nadie le escuchó. “Sólo me dijeron que padecía un SAP y que mi madre malmetía, esto hice que sólo pudiese verla en un punto de encuentro y acompañada”, recuerda. “¿A quién le pido responsabilidad ahora? Todo este tiempo, ¿quién me lo devuelve?», se pregunta.
Tampoco escuchó nadie a Patricia. Su caso es muy similar al de Mª Carmen. Hasta el año pasado tuvieron un régimen de visitas con su madre. Recuerda que “a los seis años nos obligaban a ir a un punto de encuentro, pese a que no queríamos, hasta que al final nos separaron de nuestra madre”.
Ella escribió su relato en un libro, Ya no tengo miedo. “El miedo es precisamente lo que nos define a los niños, a mí me llegaron a decir que mi madre y yo manipulábamos, y ¡tenía sólo 11 años!” . Ahora, como dice en su libro, ya no tiene miedo.