Crónicas | Cultura
No has visto nada igual a ‘Emilia Pérez’
Jacques Audiard arriesga y triunfa por todo lo alto con una historia que mezcla ‘thriller’, musical, narcos mexicanos y transexualidad. Una película destinada a convertirse en un clásico.
Hay directores de cine que encuentran un filón y construyen toda su carrera a partir de él. Jacques Audiard podría haber repetido indefinidamente la fórmula de Un profeta (2009), que muy bien puede calificarse como el mejor cine negro que se ha rodado en lo que va de siglo. Pero no. El maestro francés ha optado por reinventarse con cada película que ha hecho. O mejor dicho, ha intentado desafiarse a sí mismo e iluminar los géneros con otra luz. Lo hizo con el western en Los hermanos Sisters (2018). Lo hizo mezclando cine social y comedia romántica en esa bellísima oda millennial llamada París, Distrito 13 (2021). Pero lo que ha hecho en Emilia Pérez es algo tan abrumador que escapa a cualquier intento de análisis objetivo. Está en otra dimensión.
Emilia Pérez es un circo multipista en el que confluyen varios espectáculos aparentemente irreconciliables. El hilo conductor de este relato absoluta y deliciosamente inverosímil es la transición de un cruel narcotraficante mexicano a mujer por medio de la cirugía de reasignación sexual: el capo Manitas del Monte se convertirá así en Emilia Pérez (ambos personajes los interpreta la española Karla Sofía Gascón). Para llevar a cabo este proceso en secreto contará con la colaboración de una abogada asqueada de trabajar para una fiscalía corrupta que encubre los feminicidios. Se llama Rita y la encarna una inconmensurable Zoe Saldaña. El trío protagonista lo cierra la esposa de Manitas (Selena Gomez), que no se huele la tostada y piensa que su marido ha muerto.
Las tres actrices ganaron el premio de interpretación en Cannes, aunque las verdaderas estrellas del filme son las dos primeras. La dificultad para hablar español de Selena Gomez lastra casi todas sus escenas, pero este contratiempo queda diluido en la desmesura de un musical insólito. Porque, sí, no lo habíamos dicho todavía, Emilia Pérez también es un musical. Y un thriller. Y una telenovela. Y un despiporre maravilloso. Es Almodóvar puesto de peyote.
Posmodernismo del bueno
Una de las mejores cosas de este glorioso disparate es su capacidad para el fomento de la tolerancia. No sólo hacia las personas trans (eso cae por su propio peso), sino hacia productos culturales destinados, desde el punto de vista de la crítica marxista, al desdén o a la condescendencia. Por ser claros: hablamos de posmodernismo. Es difícil imaginar una película más posmo que Emilia Pérez. Y eso nos coloca ante una encrucijada bastante estimulante porque nos aleja del dogmatismo. Se puede compartir la crítica de Mark Fisher al posmodernismo, al menos en líneas generales, y aplaudir al mismo tiempo Emilia Pérez. Y a Sergio Leone, y a Tarantino, y a Almodóvar, y a tantos otros. Podemos hacerlo por una sencilla razón: son buenos. Y ya está, no hay mucho más que añadir.
Fisher acabó suicidándose a causa de una insuperable depresión. A su juicio, tanto económica (todos conocemos su célebre frase «es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo»), como social y culturalmente hablando hemos llegado a la parada final. No hay nada más allá. Ya no se puede inventar nada nuevo. Kurt Cobain también acabó con su vida por motivos similares: siempre propenso a la melancolía patológica, todo lo que componía le sonaba a algo ya escuchado. Alguien lo había hecho antes. El éxito que tuvo su versión de The man who sold the world, de David Bowie, le dolía en lo más íntimo porque entendía que el público prefería una canción vieja antes que una novedad que, además, él no se veía capaz de alumbrar.
Digamos, para quitarle dramatismo al asunto, que el collage no es una técnica artística perniciosa per se. Dependerá de qué recortes se elijan y de cómo se combinen. Y en este sentido, Emilia Pérez es un pastiche esplendoroso.
Emilia, ya mujer y pasado un tiempo, se da cuenta de que no puede vivir sin sus hijos. Así que regresa a México para reunirse con ellos bajo su nueva identidad: se hace pasar por una prima millonaria de Manitas del Monte y como tal les abre las puertas de su mansión para que vivan con ella. Han sido muchos los críticos que han reconocido esta línea argumental: con cierta mala leche y, desde luego, siendo políticamente muy incorrectos (pero con gracia, las cosas como son) han identificado la trasmutación del Chapo Guzmán en la señora Doubtfire, no travestida sino transicionada.
El primer impulso para cambiar le nace a Manitas de dentro: nunca estuvo en sintonía con su cuerpo. Pero, a la vez, es un criminal buscado por la ley. La cirugía le sirve entonces no sólo para tener un cuerpo acorde con su género sino también una nueva identidad con la que empezar una vida desde cero. Aquí es donde Emilia Pérez se encuentra con un clásico del cine negro: La senda tenebrosa, en la que Humphrey Bogart se somete a la cirugía plástica para escapar de la policía.
Pero como escapar del pasado –para Bogart, para Emilia y para casi todo el mundo– es imposible, Jacques Audiard incluye otro sabroso ingrediente utilizado con éxito durante más de 2.000 años en todo tipo de estofados culturales: la tragedia griega. El destino fatal, tarde o temprano, empujará a los personajes a cometer actos ominosos aun involuntariamente. Esas son las reglas del fatum.
En cuanto a la parte musical, por su componente latino y por las coreografías, es inevitable acordarse de In the Heights, de Lin-Manuel Miranda. Pero Audiard es francés y cuando un francés rueda un musical el homenaje a Jacques Demy parece casi obligado. La conversación que mantienen la abogada y el cirujano que va a operar a Manitas es puro Demy, lo mismo que el uso del recitativo en el que el narco hace una definición de sí mismo. Este último pasaje lo realiza con el tono y el ritmo sincopado del trap, un detalle inspiradísimo e insospechado en un director de la edad de Audiard (72 años). Otro punto a su favor.
También pueden encontrarse trazas de otro genio, Rubén Blades, cuando los familiares de los desaparecidos por la violencia de las bandas se ponen en fila para dar su descripción y pedirle a la ONG La Lucecita que los encuentre. La Lucecita (nombre seguramente inspirado en uno de los personajes más célebres y versionados de Delia Fiallo, la reina de las telenovelas) es la organización con la que Emilia quiere expiar sus pecados: si como hombre asesinaba y descuartizaba personas, como mujer quiere abrir las fosas donde están enterradas para dar paz y consuelo a sus seres queridos. Emilia ha cambiado por fuera pero también por dentro.
Estamos pues no sólo ante un collage posmoderno sino ante un mosaico compuesto con miles de teselas y cada una de ellas es una sustancial unidad de información cultural, desde la Antigua Grecia a la actual música urbana pasando por el melodrama televisivo más desmelenado. Y son precisamente sus excesos culebronescos los que convierten la película en algo verdaderamente singular. El mismo hecho de que la esposa de Manitas no lo reconozca en esa otra persona llamada Emilia Pérez forma parte de lo que Zizek llamaría el universo de «lo ridículo sublime». Mantener ese tono sin que llegue a romperse es algo extremadamente arriesgado sólo al alcance de los grandes maestros. Y Audiard sale entero y entre vítores de ese triple salto mortal.
No ha inventado nada nuevo (¿acaso se puede?) pero, de alguna manera, no hemos visto nada igual a ‘Emilia Pérez’.
‘Emilia Pérez’, de Jacques Audiard, se estrena en cines el jueves 5 de diciembre.
Estas mujeres coraje, de la generación que luchaba por un mundo más justo sin duda que superan a Emilia:
Flores bajo el hielo, historia de las mujeres resistentes.
“Flores bajo el hielo” alumbra a trave?s de la memoria de mujeres ano?nimas, invisibles, vi?ctimas y resistentes de la guerra y la dictadura franquista, una historia de Espan?a a?spera, real y oculta…
El 9 de diciembre se estrena en Madrid la película “Flores bajo el hielo” de Marco Potyomkin. Se trata de un documental gráfico sobre la historia colectiva de las mujeres que sufrieron la guerra y la represión de la dictadura franquista. Cuenta con la participación de un gran equipo gráfico compuesto por quince diseñadores y diseñadoras que han ilustrado los testimonios y la biografía de dieciocho mujeres.
Mujeres que sufrieron prisión y tortura que siguieron luchando en el interior del país contra una sangrienta y feroz dictadura. Sufrieron torturas, hambre y miseria. Muchas también fueron fusiladas, otras consiguieron mantener la llama de la resistencia.
Mujeres que sufrieron el robo de sus hijas e hijos por ser rojas, por ser pobres, por carecer de valor para el régimen nacionalcatólico franquista.
Mujeres jóvenes que continuaron la lucha al final de la dictadura y después.
Esta película está protagonizada únicamente por mujeres, para luchar contra su doble infrarrepresentación histórica, por razones ideológicas, como perdedoras de la guerra, y por razones de género, por el mero hecho de ser mujeres, en el que la ausencia de visibilidad no acabó con el fin de la dictadura.
https://loquesomos.org/flores-bajo-el-hielo-historia-de-las-mujeres-resistentes/