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Francisco Delgado (Europa Laica): “No confiamos en la posición supuestamente aperturista del papa”
Entrevistamos al presidente de Europa Laica, Francisco Delgado, con motivo de la presentación de su nuevo libro, 'La cruz en las aulas'.
Francisco Delgado está camino de León, donde se reunirá con la plataforma León Laico para hablar de las próximas elecciones y los compromisos de los partidos con la aconfesionalidad del Estado. Este martes, el presidente de Europa Laica presentó en Madrid su último libro, La cruz en las aulas. Una pequeña guía para entender el alcance de la Iglesia católica en la escuela española, y una nueva reivindicación del laicismo como columna esencial de cualquier Estado democrático que se precie.
¿Por qué este libro? Y sobre todo, ¿por qué ahora?
Un buen día me llamó Pascual Serrano, de la editorial Akal. A través de la colección A Fondo estaban publicando libros en los que tratan temas de debate de manera sencilla, y me invitó a tratar la cuestión del laicismo en la escuela. En el libro recopilo toda mi trayectoria en el ámbito de la enseñanza y la política. Hemos tratado de poner, en las 150 páginas que lo conforman, todas aquellas cuestiones que creemos que la gente tiene que conocer.
¿Cuáles son esas cuestiones?
Fundamentalmente, entender qué ha pasado con la religión en la escuela española, por qué la Iglesia tiene tanto peso en la educación, y dar con las claves que nos permitan secularizar el sistema educativo. En el fondo, este es una especie de librito para dummies, porque mucha gente no está muy enterada de este tema, y tiene muchas dudas.
La Constitución establece la aconfesionalidad del Estado español. Y sin embargo, las aulas siguen, efectivamente y no siempre en un sentido figurado, llenas de cruces. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Se hicieron tan mal las cosas en el 78?
Efectivamente, la Constitución recoge que el Estado no tiene confesión y debe ser neutral en la cuestión religiosa. Y la realidad es bien distinta. No es que las aulas estén llenas de cruces: hay muchas, pero es una forma de hablar. Lo que hay es una asignatura curricular de religión y 20.000 delegados diocesanos encargados de impartirla, que nos cuestan a todos los españoles 610 millones de euros. Profesores que hacen proselitismo religioso y son los abanderados a la hora de llevar a cabo actividades confesionales cuando llega la Navidad o la Semana Santa.
Escuchándole, poco parecen haber cambiado las cosas desde entonces en materia educativa y religiosa…
La realidad es que, conforme se han ido desarrollando las sucesivas reformas educativas, los distintos gobiernos no han querido sacar la religión del horario lectivo. Se han utilizado como coartada los acuerdos con la Santa Sede de 1979, que establecieron que la religión debe estar en la enseñanza como cualquier otra asignatura. El otro gran problema es que se subvencionan centros dogmáticos católicos, y eso es una decisión del Estado español. Es una gran anomalía que hay que solventar cuanto antes.
La sociedad española se ha ido secularizando cada vez más. ¿Qué opinión cree que tienen los ciudadanos del laicismo?
Por los datos que manejamos, sabemos que una parte importante de la ciudadanía confunde laicismo con anticlericalismo. El laicismo significa democracia y libertad de conciencia. Es sinónimo de una sociedad plural, ya que implica que el Estado debe ser neutral ante los distintos sentimiento religiosos. En lo que respecta a la enseñanza, son una mayoría las familias que estiman que la religión no debe estar dentro del horario lectivo. Poco a poco nos vamos acercando a los datos de otros países europeos más avanzados: la sociedad está cada vez más secularizada, y ahora es el turno de los partidos políticos para que denuncien los acuerdos con la Santa Sede y saquen la religión de las escuelas. Pelearán los curas, pero el Estado tiene mecanismos para hacerlo.
En ese sentido, y con las elecciones a la vuelta de la esquina. ¿Cuál es la valoración de Europa Laica de esta legislatura?
En materia de derechos civiles se ha retrocedido, especialmente en cuestiones como el aborto y la libertad de conciencia. El debate de la eutanasia está pendiente. Y en cuanto a la intervención del Estado en materia religiosa simplemente no se ha hecho nada. Se ha dado algún paso, como cuando el PP rehizo la ley hipotecaria impidiendo que la Iglesia pueda inmatricular más bienes. Es un gesto que valoramos, aunque debería haberse hecho con efecto retroactivo.
Paradójicamente, el PSOE siempre ha parecido más temeroso a la hora de tocar los privilegios de la Iglesia católica. Siempre se ha dicho que, con los socialistas en el poder, la Iglesia vive mejor…
Así es. Son los complejos de la izquierda. Al igual que en materia económica, en los temas relacionados con laicismo es muy habitual que sean más papistas que el papa para no ofender a la Iglesia. En cualquier caso, da la sensación de que actualmente las cosas están calmadas en ese sentido. Pero es natural que eso ocurra cuando el partido que gobierna lleva la confesionalidad en su ADN. Pero si el Parlamento se fracciona, como parece que va a ser el caso, esperemos que el resto de los grupos de centro izquierda e izquierda presionen al Partido Socialista para que cambie de actitud.
¿Qué compromisos esperan por parte de ese nuevo parlamento tras las elecciones de cara a promover el laicismo real?
Queremos avanzar en la construcción del estado laico, y eso se va a producir con pequeños pasos que se van a dar, principalmente, con la colaboración de los partidos de izquierda tradicionales. En cuanto al centro derecha, PP, Ciudadanos, CDC, PNV etc, estamos convencidos de que se van a mantener firmes en sus posturas y van a dar pocos pasos, salvo que por algún otro tipo de intereses tengan que ceder. En ese sentido, Ciudadanos es la gran incógnita en materia de laicismo: están siendo los más tibios.
¿Y el papa? ¿Tienen puestas esperanzas en él de cara a avanzar en este aspecto?
No confiamos mucho en la posición supuestamente aperturista del papa. Coincidimos con los muchos compañeros de Argentina que, conociendo bien su trayectoria, no lo ven como otra cosa que una mano de pintura. Mucha gente en América Latina se está pasando a otras confesiones y por eso la Iglesia quiere mostrar otra cara. Pero mucho nos tememos que las cuestiones de fondo no van a cambiar: ni los acuerdos concordatarios, ni la religión en la escuela, ni el papel de las mujeres o los homosexuales dentro de la Iglesia.