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¿Me riegas las plantas?
Siempre hay algún miembro de tu familia o grupo de amigos que se queda durante el verano en la gran ciudad lo que le convierte en el guardián de todas las casas y las cosas
No sólo no estás teniendo vacaciones. Además, eres el único miembro de tu familia o grupo de amigos que se ha quedado en la gran ciudad pringando. Y eso te convierte en el guardián de todas las casas y las cosas. Eres el guardés. No es la primera vez y por eso te sabes de memoria cómo plantean los pedigüeños el ‘atraco’. La cosa es más o menos así: Oye, ya que te quedas en la ciudad, ¿verdad que no te importa regarme las plantas? ¿Y vaciarme el buzón? ¿Y darle un masaje tailandés a mi tortuga cada tres días? ¡Ah! Además mi primo de Tomelloso pasará en casa unos días, porque va a ver el musical del Rey León, ¿quedarás con él para darle las llaves? Total, con que le dediques un ratito a estos encargos cada dos o tres días lo haces. No te cuesta nada. Y no te preocupes, que regreso en seguida. Sólo voy a estar de vacaciones…
¡UN MES!
Ésta, querido pringadillo, es la situación. No hay nada que hacer porque un año más has dicho que sí, que vale. Pero para regar las plantas, primero tienes que conseguir las llaves. A veces el pedigüeño, ese ser privilegiado con vacaciones, se marcha antes de dártelas. Tu primera misión será conseguirlas.
Éstas son las instrucciones que te ha dejado el pedigüeño:
«Recoger mis llaves está ‘chupao’, ya verás. Están en casa de mi madre, en un tarro lleno de otras llaves. Para llegar al tarro basta con que consigas 30 metros de cuerda de escalada de 10,5 milímetros de grosor, un arnés (yo te recomiendo el Black Diamond Momentum) y un casco de espeleología. Sólo tienes que descolgarte por la Cueva de Conventosa en Arredondo (Valle de Asón), Cantabria, y cuando llegues abajo, giras a la derecha y saldrás a la salita de estar de mis padres. Fácil, ¿no? Allí verás el busto de un payaso de Lladró. Quítale el hueso occipital al payaso y, dentro del cráneo, verás una llave. Cógela. Esa llave abre un cofre de palosanto que está custodiado tras una compuerta secreta en el altar mayor de la catedral vieja de Salamanca. La compuerta se abre pellizcando la barbilla de un relieve de San Juan de Sahagún sito en los aseos de la empresa Yi Li Import-Export S.L., que está en el polígono Cobo-Calleja en Fuenlabrada. Madrid. Abre el cofre. En él hay un juego de llaves. Vuelve a la Cueva de Conventosa y, una vez en la salita de estar de mis padres, verás que, bajo el póster del chimpancé leyendo la Playboy, hay un mueble bar. Ábrelo con la llave azul (del manojo de la catedral vieja de Salamanca). Dentro hay una botella de Marie Brizard. Bébetela y luego hazla añicos en la bañera. En el interior de la botella hallarás el tarro forrado en cinta de carrocero. Dentro están las llaves de mi casa. Son las que llevan el llavero con el escudo de la Ponferradina».
Y esto es sólo el principio. Porque luego tendrás que conocer las necesidades de cada planta: El delicado ficus del Brasil, que quiere poca agua y temperatura constante de 21,3 grados centígrados. O qué decir del poto armenio, que quiere mucha agua, estar en corriente permanente y escuchar viejas tonadas del casco antiguo de Ereván. O los geranios de Guantóng. Una subespecie asiática a la que hay que pulverizar con agua de azahar y Pedro Ximénez en proporción de 3/5. ¡Ay como se te muera una planta! ¡Ay como no le des el masaje tailandés a la tortuga! ¡Ay como al primo de Tomelloso la gran ciudad le parezca hostil!
Pero tú sigues soñando. Crees que el año que viene serás tú el que se vaya de vacaciones y tendrán que devolverte el favor. ¿Lo ves?: eres un pardillo.