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Las encrucijadas de las redes sociales no entienden de privacidad

El autor asegura que las redes sociales todo sucede tan rápido que el presente se convierte en pasado en cuestión de minutos

Andrés López* // Las redes sociales se han implantado en nuestras vidas y casi todos/as formamos parte de la corriente tecnológica en un mundo cada vez más global. Y es que todos/as nos encontramos continuamente en el mundo de las tecnologías, hasta tal punto que se ha convertido en un agente socializador más y con un potencial ilimitado; quizás superando con creces a la televisión, y por supuesto a la radio. A pesar de ser un medio de comunicación unidireccional donde el usuario solamente recibe (des)información constantemente, las redes sociales lo hacen intercambiando información de opiniones, imágenes y otros datos que hacen una comunicación más fluida, rápida, eficaz y bidireccional . Registrar nuestro perfil y localizar a gente es más que un mero juego; a veces un riesgo, y digo esto porque pasamos más tiempo a través de los servidores de perfiles de contactos, que comunicándonos físicamente con nuestro entorno.

Por otra parte, tener más de un millar de amigos/as en nuestro perfil es un descuadre en todos los sentidos. ¿Quién puede tener tantos amigos físicos? Y en caso de tenerlo, ¿cuántos realmente nos complace amistosamente para que sepa todo lo que queremos que sepa? ¿Estamos seguros de los datos e información que intercambiamos, y de quién está observando nuestros movimientos? Siempre, y haciendo esa mirada desde mi perspectiva antropológica, cabe decir que existe un desconocimiento o una falta de información a la hora de publicar en nuestro perfil tanta información personal. Pues muchos usuarios/as de estos perfiles (la mayoría), desconocen las condiciones del contrato, ni siquiera se plantean los inconvenientes que conlleva crear un perfil y empezar a introducir datos personales, desde nuestras fotos familiares hasta la última foto de escasos minutos, en las que ni siquiera somos conscientes de si debemos publicarla o no, mientras nos dejamos llevar por el vicio de hacer lo que la mayoría de nuestros amigos/as hacen; desde publicar fotos “muy” personales hasta contar los últimos sentimientos, emociones, euforia, etc. que padecemos en circunstancias puntuales.

A pesar de todo, los perfiles siguen creciendo, la gente sigue encontrándose y conociéndose, los/as “piratas” que surcan por la red entran en nuestras vidas, nos invitan, nos vigilan, nos valoran, y si para ellos/as nos convertimos en su objetivo, harán lo imposible por encontrarnos. Ahora buscar y seleccionar a personas de cualquier parte del mundo es posible, ahora en nuestra aldea global de la “red” estamos todos/as más conectados; sin edad mínima o máxima, y si alguien quiere pasar desapercibido, huir o pasar de tener un perfil, sus amigos le dirán que es un tipo raro y que no se entera de las cosas porque no tiene perfil público. Es más, si tampoco sube fotografías y no comenta en su muro sus últimos momentos de lo que está haciendo, la gente creerá algo, incluso se le elimina de su lista de amigos… Y es que subir nuestras fotos de recién levantados, a punto de dormir, comiendo, de vacaciones, con nuestros amigos, etc., está a la espera de una reprobación por parte de nuestros “amigos/as”, pues se necesita que aparte de que lean nuestras opiniones, frases, situaciones, etc., también les gusten nuestras fotos, y que lo hagan a la mayor brevedad posible, pues de lo contrario, unas horas más tarde, esa misma fotografía o discurso habrá caducado para los demás usuarios. De manera que quedará en un largo historial para los restos de los restos. Y quién sabe si algún día, a alguien le da por recuperar parte de tu vida y se especializa en ser un experto de la “arqueología” de la tecnología para recopilar tu historia. Y es que en las redes sociales todo sucede tan rápido, que el presente en cuestión de minutos y un par de horas, ya es pasado.

El tiempo también pasa en la red, pero lo característico es que lo hace a una velocidad vertiginosa, y se necesitaría estar “constantemente” mirando nuestro perfil para no perdernos ningún evento, comentario, etc. Nuestra historia también está grabada en un muro, como la de nuestros antepasados, pero con la única diferencia de que ésta es indeleble y en un continuo presente lejos del pasado.

* Andrés López es antropólogo

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