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El verdadero estreno de ‘El mundo sigue’ 50 años más tarde

"El proceso ahora es eliminar el adjetivo maldito de esa especie de lista negra de películas para que pase a primera línea de la historia del cine español", defiende la autora.

En 1963, para celebrar sus bodas de plata con el oficio de actor, Fernando Fernán-Gómez, se puso a dirigir, producir e interpretar El mundo sigue, una obra que había escrito el año anterior basándose en la novela homónima de Juan Antonio Zunzunegui. No se estrenó hasta dos años más tarde y le arruinó económicamente, hasta el punto que los mismos actores de la película le ayudaron a subsistir. Pero es ahora cuando se estrena verdaderamente para celebrar las bodas de oro de la película. Porque para Fernán-Gómez no llegó a estrenarse nunca ya que solo lo hizo de tapadillo en un cine de Bilbao.

La vida por delante, película que realizó cinco años antes, tardó ocho años en amortizarla y no dio beneficios. Al año siguiente de realizar El mundo sigue rodó El extraño viaje que tardó seis años en estrenarse y sin anunciarse siquiera. Ante esta situación no es de extrañar que le pareciera un milagro que existiera el cine español y que se le conociese como, aparte de hombre del Renacimiento por sus múltiples facetas artísticas, una especie de Quijote dada su fijación poco rentable y arriesgada por los temas de la pobre gente, término más certero que el de gente pobre. “No sea usted Quijote”, le dice el director del periódico al personaje de Agustín González, vecino y crítico teatral en El mundo sigue, cuando le recuerda la crítica negativa que hizo de la obra de un hijo de un consejero del periódico. Agustín aquí es Fernando y el director del periódico es el gobierno dictatorial que le recuerda que todas las críticas tienen que ser complacientes, y que toda la familia de los consejeros tiene muchísimo talento.

Fernando Fernán-Gómez era consciente de que sus gustos no eran los de la inmensa mayoría ni “quizás tampoco el de la minoría selecta” tal como declara en El tiempo amarillo. Si todos somos conscientes del peso que tienen en la historia de nuestro cine Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem, ahora toca visibilizar al Fernán-Gómez director. El primer gran paso se dio con El extraño viaje (1964), cuando muchas voces incluida la de Pedro Almodóvar eligieron hace unos años esta película como una de los films clave del cine español.

Pero El mundo sigue es por muchas razones su gran perla porque aquí el drama y la tragedia aparecen descarnadas. No caben sainetes, ni la ironía cómica que aparecían y aparecerán en el resto de sus películas. Comicidad que particularizaba ese neorrealismo que quería reproducir y que tanto admiraba empezando por El malvado Carabel (1956) donde entre otras cosas homenajeaba a Umberto D (1952) de Roberto Rossellini jugando a su vez con el saludo fascista.

Los personajes de El mundo sigue son la contrapartida de los insulsos personajes que le tocaba encarnar y de los que sacaba la inversión para sus películas como director. En la historia del enfrentamiento entre dos hermanas durante la posguerra española, vemos toda la desesperanza y estrechez vital de una sociedad sumida en un chato horizonte cultural donde el hambre, la miseria, el miedo, el sometimiento y la desesperanza formaban parte del día a día. Película sorprendente donde hacen aparición temas tan peliagudos como la prostitución, el aborto, la ludopatía o el suicidio y que encarna como muy pocas la dificultad de sobrevivir y mantener la dignidad en esas circunstancias.

Por las calles del Madrid de la época, con suelo de tierra aún por asfaltar, con los solares que se iban poblando y por las escaleras llenas del eco del silencio, andan sobre todo esas dos hermanas imbuidas en el odio más visceral. Y es que el retrato femenino es otro de los motivos para poner sobre la palestra esta película. Personajes femeninos los de las hermanas Eloísa (Lina Canalejas) y Luisita (Gemma Cuervo) que no son ingenuas ni virtuosas. Incluso la virtud que Eloísa esgrime ante su hermana como motivo de orgullo no se sostiene, es un sinsentido. Al tiempo que se subvierte el cliché de la masculinidad, los paradigmas de subordinación y pasividad en los que se movían los personajes femeninos quedan en entredicho.

Para Fernando Fernán-Gómez las calles formaban parte de sus mejores recuerdos y siempre vivió rodeado de figuras femeninas ante la ausencia de un padre. Esta elección de ambientes y personajes “las autoridades los consideraban delicados y los empresarios poco rentables”. Por eso El mundo sigue pasó a formar parte de ese cine español maldito. El proceso ahora es eliminar el adjetivo maldito de esa especie de lista negra de películas para que pase a primera línea de la historia del cine español. Algunas ya están ahí. El mundo sigue ha sido la siguiente pero quedan muchas otras. El siguiente paso debería ser El inquilino (1957), de José Antonio Nieves Conde, donde Fernando Fernán-Gómez era el protagonista. De El inquilino se conservan todos los cortes que la censura obligó a hacer cosa que no ocurre con otras. Con su obligada visión podríamos tener pistas y entender de dónde viene nuestra política de vivienda actual.

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