Opinión
Nadie quiere ser “extremo”
«Muchos sectores culturalmente de izquierdas han asumido que la radicalidad de la praxis y de las propuestas no funcionan a la hora de sumar apoyos», escribe Pablo Iglesias. A su juicio, esa es «una terrible derrota ideológica».
Este artículo se ha publicado originalmente en el dossier #LaMarea102 | ‘El cuento de la extrema izquierda’. Puedes conseguir la revista aquí o suscribirte para apoyar el periodismo independiente.
Muchas veces traté de explicar que la geografía «izquierda-derecha» no servía siempre para explicar la política, y que otras geografías como «arriba-abajo» podrían ser, en ocasiones y ante ciertos contextos, más útiles e incluso más apropiadas para definir una política radical. No siempre se me entendía y el mero cuestionamiento de la geografía más frecuente que delimita los campos políticos entre la izquierda y la derecha ofendía a algunos izquierdistas que entendían que se trataba de un subterfugio politológico para reivindicar una política «centrista» (diferente a la de la izquierda y más cercana a la derecha). Aquel planteamiento también entusiasmaba, por motivos paradójicamente muy similares, a aquellos que entendían que para llegar a sectores sociales ajenos a las identidades históricas de la izquierda, había que parecer ajeno a la geografía ideológica clásica y ser «transversal».
Sea como fuere, la vieja geografía surgida de la revolución francesa, aunque no lo explica todo, sí nos permite orientarnos trazando algunos mapas políticos simples y útiles para lo que nos ocupa.
Para el caso político español y su historia política reciente, si asumiéramos que «a la izquierda del PSOE» (signifique eso lo que signifique) está el PCE, debiéramos asumir también que «a la izquierda del PCE» debería estar la extrema izquierda. Es más que discutible qué signifique eso de estar «a la izquierda de» si tenemos en cuenta, además, que durante nuestra Transición, el discurso del PSOE solía estar «a la izquierda» del discurso del PCE, aunque eso a las élites oligárquicas (en particular a los militares) no les modificara ni un ápice su naturaleza anticomunista.
Podría argumentarse que lo que define a una izquierda respecto a otra es el carácter más o menos radical de sus propuestas (entendiendo por radicalidad su posicionamiento más decidido con los intereses de los sectores subalternos y menos conciliador con los intereses de las élites) pero podría contraargumentarse que, tras varias décadas de neoliberalismo, hoy las propuestas clásicas de la socialdemocracia en torno a la construcción y proyección de un Estado del bienestar son de extrema izquierda.
«A la izquierda» de…
En lo que al término «extrema izquierda» se refiere cabría resaltar también una obviedad. El propio adjetivo «extrema» tiene connotaciones negativas tanto en el lenguaje político-periodístico como el politológico. Nadie con sentido común y experiencia política se dejaría etiquetar como extremista de izquierdas o como populista.
La publicación que me pide este artículo está seguramente «a la izquierda» de la mayoría de las que conozco, pero no creo que se sintieran cómodos si se les presentara como un medio de extrema izquierda y a su directora como una periodista de extrema izquierda.
Pero entiendo la pregunta que me formulan y voy a tratar de responderla. Dani Domínguez me escribió explicándome lo siguiente: «La Marea de septiembre-octubre la vamos a dedicar a la extrema izquierda. El enfoque será que, a pesar de los augurios de la derecha y la extrema derecha, la extrema izquierda institucional no existe. Queríamos pedirte un artículo también a ti, si te encaja y tienes tiempo. Sería un análisis en clave personal y politológico como cara visible de lo que se ha tildado como ‘extrema izquierda’ en España en la última década. Nos gustaría saber si el programa de Podemos era de extrema izquierda, si vuestras propuestas podían considerarse como tal y si durante vuestra etapa en el Gobierno conseguisteis aprobar alguna medida de extrema izquierda».
Como ven, el enfoque de La Marea coincide en cierta medida con el que yo presento aquí al rechazar de algún modo la etiqueta pero, al mismo tiempo, deja abierta la posibilidad de que exista una extrema izquierda «no institucional».
A mi entender, más allá de la etiqueta o los símbolos con los que cada grupo se identifique o con la radicalidad de su programa escrito en un papel, la clave es cómo te percibe el adversario.
Por mucho que pueda ser ridículo que las derechas y extremas derechas mediáticas y políticas señalaran a Podemos como extrema izquierda para atacarnos y descalificarnos, es evidente que veían en nosotros algo diferente a la izquierda española que habían conocido hasta entonces. Nuestra llegada al Gobierno no hizo sino reforzar ese instinto anticomunista y lo mismo ocurrió con nuestra praxis en el Gobierno. ¿Fue aquella una praxis de extrema izquierda? A cualquiera de los que participamos en él la pregunta nos provoca una sonrisa, cuando no una carcajada, pero es evidente también que lo que hicimos y dijimos desde el Gobierno los ministros de Podemos era, para nuestros adversarios, política de extrema izquierda. Proponer a Bildu y a ERC construir juntos una nueva dirección de Estado, llamar presos políticos a los presos políticos eran afirmaciones de pura sensatez estratégica para nosotros y provocaciones de extrema izquierda para nuestros adversarios. Las leyes feministas de Irene Montero, el Ingreso Mínimo Vital o las medidas del escudo social, por mucho que a nosotros nos parecieran pequeños avances en el contexto de una correlación de fuerzas desfavorable, eran para nuestros adversarios la promesa de un infierno rojo para los ricos.
La política como mercado
El problema de lo que estamos discutiendo, sin embargo, no es tanto que exista o no la extrema izquierda dentro o fuera de las instituciones, sino el hecho de que muchos sectores culturalmente de izquierdas han asumido que la radicalidad de la praxis y de las propuestas no funcionan a la hora de sumar apoyos y que, por tanto, hay que asumir la política no tanto como un terreno de transformación sino como un mercado de demanda en el que hay que adaptar la propia identidad y las propuestas a las demandas de la mayoría. Tales planteamientos solo revelan los efectos de una terrible derrota ideológica que, a mi juicio, no cabe enfrentar aceptando los términos de la conversación del adversario, sino asumiendo que la ideología es el terreno político decisivo en sociedades tan mediatizadas como las nuestras.
A nosotros, en realidad, nos temían por eso, porque nos atrevíamos a decir y hacer desde las instituciones cosas que movían el eje de combate ideológico hacia la izquierda. Es lógico que nos asumieran como extremistas de izquierdas muy peligrosos.
Pero Pablo Iglesias de que va ?
Nos va a dar mensajes o aclaraciones sobre la extrema izquierda o que es la extrema izquierda un tipejo con un casoplon , un tipejo que va a hablar a la CEOE de liderazgo…un tipejo que lleva a sus hijos a una escuela privada…espero que La Marea no vuelva a pedirle artículos a este tipo pues …en absoluto nos representa a nosotros los que nos partimos el lomo en una fábrica o en una obra al frío del invierno mientras el se calienta en su casoplon de Galapagar y yo me caliento si consigo pagar el gas de la calefacción que no todos los meses lo consigo en mi casa de 50 metros cuadrados en Entrevias ( para los que no lo sepan Entrevias es un barrio obrero del extrarradio de Madrid.Sra Directira de La Marea no vuelva a contratatar a este ejemplar de» defensor de las clases bajas»…
Se predica con el ejemplo, Pablo, para predicar de boquilla ya nos sobra con los curas.
En mi opinión dejaste de ser creíble y dejaste de ser un ejemplo para «los de abajo» cuando te compraste el casoplon.
Debemos vivir con sencillez por respeto a la Madre Naturaleza y para que todos podamos vivir.
No puedo opinar de tus aportaciones, aciertos y desaciertos en los medios de comunicación pues ni siquiera tengo TV.
Pero está muy claro que a un líder de «los de abajo» no le pegan ni con cola los casoplones ni dar clases de liderazgo al enemigo de la clase obrera, la CEOE.
Como muy bien dice Miguel Urban «venimos a combatirlos».
Lo que nos faltaba por leer ,P Iglesias nos habla de la extrema izquierda de forma despectiva, el que da clase de liderazgo en la Ceoe con su amigo Albert Rivera.
Este burgués vendeobrerxs que sólo demostró que quiere ser uno más de » la casta», montado en el dólar con su canal para borregos,sus tertulias en la ser, ….
Si el fascismo ha crecido tanto en este país, es porque este tipejo engaño a la clase obrera con discursos encendidos revolucionarios y luego en el gobierno no hizo nada de nada, y cuando vio que no le salía bien vender humo se fue.
Parásito político llevado al extremo, y no a la extrema izquierda.
Recordamos cuando en su programa » la tuerka» con su colega el parásito rapero el nega de los chicos del maíz, debatían sobre los obreros y su incultura ,que sólo saben hablar de tetas y fútbol, clasista y fachas viniendo a hablarnos de lucha obrera .podría citar así más casos del parásito P Iglesias, así que puede guardar su artículo prepotente de vendeobrerxs y seguir siendo el tonto útil del sistema capitalista
Ni líder, ni amo, ni patrón, acción directa y apoyo mutuo.
Salud y anarkia
Hemos puesto mil pies en las instituciones y uno en la calle. Eso es no entender que estas instituciones no son nuestras ni representan nuestros intereses de clase y que venimos a acabar con ellas.
Miguel Urban, «Anticapitalistas».
El Auge del Individualismo y la Incapacidad de la Izquierda para Combatirlo: Una Reflexión sobre la Injusticia Social, Joan Martí.
Vivimos en la era de la exaltación del “yo”. Esta exaltación del yo, cuestiona el simple humanismo y no digamos el estado social, al que se opone frontalmente.
El origen de este individualismo radical puede rastrearse en el relato triunfante del neoliberalismo en la década de 1980. En el apogeo de los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Tacher y su discurso común, entre 1979 y 1990. En ese relato se postulan las ideas de autosuficiencia, emprendimiento y éxito personal que comienzan a dominar el discurso social y económico. Y este cambio coincidió precisamente con la revolución digital, que ofreció nuevas herramientas para que los individuos se auto proyectaran y compitieran en un mundo cada vez más conectado, pero también más fragmentado. El resultado fue la creación del “individuo tirano”, que refiere Eric Sadin. Un ser hiper individualizado que se auto percibe como el centro del universo, supuestamente libre de las ataduras que alguna vez lo conectaron con su comunidad y sus semejantes.
Muchos partidos de izquierda han caído en la trampa de aceptar, aunque sea parcialmente, los marcos ideológicos del individualismo, incorporándolos a menudo a su praxis política y militante, asumiendo su integración completa en el Sistema electoral-democrático de marras, lo que les ha alejado de sus principios fundamentales que justifican su existencia. Esto se ha traducido en una pérdida de credibilidad y apoyo entre aquellos que alguna vez vieron en la izquierda una fuerza capaz de defender sus intereses y aspiraciones.
El individualismo radical ha contribuido a la perpetuación de la injusticia social, y la incapacidad de los partidos de izquierda para combatir este fenómeno ha sido un factor clave en su fracaso electoral. En un mundo donde las desigualdades persisten y se profundizan, es crucial que la izquierda se replantee su forma de abordar el individualismo y renueve su compromiso con la justicia social. Solo a través de una revalorización de lo colectivo y una ética del cuidado se puede aspirar a construir una sociedad más equitativa y humana, donde la justicia social no sea un ideal lejano, sino una realidad palpable para todos.
El Yo siempre ha existido en la especie humana, pero su eclosión salvaje en esta sociedad atomizada, amenaza la propia existencia de la sociedad como grupo. Y el caso es que la izquierda necesita mucho ingenio para abordar el problema y ser capaz de ponerle el cascabel al gato…
https://loquesomos.org/individualismo-y-politica-de-izquierdas-en-la-era-del-yo/
Aunque tengo algunos años más que D. Pablo Iglesias y, de momento, conservo una buena memoria, no recuerdo ninguna ocasión en que “el discurso del PSOE solía estar «a la izquierda» del discurso del PCE”.
Por otra parte en cuanto al bonito trampantojo de “arriba-abajo” recuerdo perfectamente la “carajera” mental de mis hijos y sus amigos intentando convencerme de que los conceptos “Izquierda-Derecha” eran una antigualla que no tenía ningún sentido, ni representaba nada más que a una serie de vejestorios (físicos y mentales) que vivían del cuento, o fuera de la realidad.
Una cosa es predicar y otra dar trigo.
Ya eso nos quedo claro con el autor.
El análisis de Pablo me parece muy interesante y ajustado a la realidad de nuestro sistema del 78, todo lo que sea luchar para romper la inercia del bipartidismo corrupto, es tachado de extrema izquierda, aunque sea un programa socialdemócrata de mínimos.
«A nosotros, en realidad, nos temían por eso, porque nos atrevíamos a decir y hacer desde las instituciones cosas que movían el eje de combate ideológico hacia la izquierda. Es lógico que nos asumieran como extremistas de izquierdas muy peligrosos.»
Lo que me deja perplejo, es la respuesta de los Verdes, quizás por ser canario y haber estado una época conectado con ellos.
Yo me movía durante una época en los aledaños de «Turcón» y asistía a reuniones de los Verdes, ahora llamados Verdes-Ecuo. Aparte de ser una organización sin ideología, de lo cual presumían, para justificar pactos con el PP en Santa Bríjida, era un grupo un tanto peculiar, donde podías encontrar machismo a raudales y abundancia etílica.
Ahora se montan en la ola de Futuro Vegetal, Greenpeace y Ecologistas en Acción, aunque no tengan nada que ver con ellos.
Verdes-Ecuo no necesita infiltrados, ellos ya lo son.
NADIE QUIERE SER EXTREMO,
PREFIEREN SER INFILTRADOS.
GRAVÍSIMA DENUNCIA DE VERDES-EQUO: “EL MOVIMIENTO ECOLOGISTA ESPAÑOL ESTÁ LLENO DE INFILTRADOS”
Refieren “casos de infiltración policial y compra de voluntades dentro de Greenpeace y Futuro Vegetal”
Mediante un comunicado remitido a Canarias-semanal, la organización Verdes-Equo ha denunciado una infiltración generalizada en el movimiento ecologista en España, incluyendo la acción de agentes policiales y de otros infiltrados con fines económicos. Según Verdes-Equo, estas tácticas de acoso buscan boicotear y desmantelar organizaciones como Futuro Vegetal, Greenpeace y Ecologistas en Acción.
De acuerdo con esta denuncia, la infiltración está ampliamente generalizada y abarca tanto a personas incentivadas por motivos económicos como a agentes del Estado, particularmente de la Policía Nacional, cuyo objetivo es desmantelar las iniciativas ecologistas desde dentro.
Según Verdes-Equo, el movimiento ecologista español, con más de 170.000 socios en todo el país, es uno de los más organizados y potentes del territorio nacional, lo que lo convierte en un objetivo predilecto para infiltraciones que buscan boicotear, manipular y destruir su funcionamiento interno.
La organización citada sostiene que esta infiltración no responde a motivaciones ideológicas, sino que los infiltrados reciben compensaciones económicas o laborales a cambio de sus actividades…..
https://canarias-semanal.org/art/32014/gravisima-denuncia-de-verdes-equo-el-movimiento-ecologista-espanol-esta-lleno-de-infiltrados