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El artillero que el PSOE olvidó
Urbano Orad fue un héroe socialista que, ya en democracia, murió sin el apoyo público de su partido
José no puede olvidar aquella tarde en la que su padre, Urbano Orad, le llevó a casa de María Castaño, ni las palabras que a un niño de cinco años se le grabaron en la memoria: “Hijo, a esta señora le debes la vida de tu padre”. Urbano Orad de la Torre fue un militante socialista, el que dio el primer cañonazo y el último del bando republicano en la Guerra Civil. Fue uno de los héroes del asalto al Cuartel de la Montaña, la primera victoria republicana. Fue encarcelado, indultado de la pena de muerte, liberado y vuelto a procesar, acusado de tratar de recomponer el PSOE. Fue detenido muchas veces durante el franquismo, siempre leal a sus ideas socialistas, despojado de su condición de militar y expulsado del cuerpo de Obras Públicas. Salvó la vida de muchos rivales o enemigos en la guerra, y obtuvo el reconocimiento de propios y ajenos. Pero la tarde de su visita a María Castaño, Orad era sólo un hombre agradecido a una madre del bando contrario que le libró de ser ejecutado.
Septiembre de 1982. Muere Urbano Orad en Madrid. En las calles se respira el anticipo de una histórica victoria electoral de un PSOE renovado, que ya no era marxista ni levantaba el puño, ni quería mirar atrás. Un Felipe González que acariciaba la Moncloa envía a José Orad un escueto telegrama de condolencias en el que lamenta la pérdida “del amigo, del compañero, y del símbolo”. El hijo del héroe socialista de guerra y también de la posguerra se gasta 202 pesetas de entonces en responderle con otro telegrama más largo: “Sinceramente agradecido por las palabras que dedica a la memoria de mi padre. Stop. Pero lamento la ausencia en el entierro de representante del PSOE, partido tan entrañable para él y del que esperó hasta sus últimos momentos un pequeño gesto de afecto”.
Alfonso Guerra, Luis Yáñez-Barnuevo… los pesos pesados del PSOE enviaron a título privado sus muestras de pesar. Yáñez recuerda en su misiva que lo visitó de adolescente en la cárcel de Sevilla hacia 1958 y que sus palabras influyeron en su posterior compromiso con el socialismo. Sin embargo, el primer reconocimiento público a su figura no llegó hasta que una alcaldesa del PP, Soledad Becerril, aceptó dedicarle una calle de Sevilla, un honor que se le había resistido en los 14 años de dominio socialista en el panorama político español. ¿Qué clase de persona es capaz de inspirar un comportamiento tan contradictorio tanto en sus amigos como en sus presuntos rivales y enemigos?
19 de julio de 1936, un día después del golpe de Estado de Franco. El capitán de artillería Urbano Orad, recién alistado en el bando republicano, se presenta en el parque de artillería de Madrid y se lleva dos de los pocos cañones que funcionaban al Cuartel de la Montaña, donde el general insurgente Joaquín Fanjul se había atrincherado junto con un grupo de cadetes militares y falangistas. Sus proyectiles fueron decisivos para romper la defensa del cuartel, pero se fue llorando a su casa. Más tarde, plasmó su sensación de aquel día en el diario que escribió en la cárcel: “Ni la victoria conseguida ni mi ideología pueden evitarme el inmenso dolor que siento ahora mismo al ver muertos a militares como yo, compañeros de la academia, de guarnición, aunque estuviéramos en desacuerdo político. Hace tanto calor y la luz es tan viva que lo que estoy viviendo me parece irreal”.
El telegrama de condolencias enviado por Felipe González.
María Castaño tenía a uno de sus hijos, Vicente, atrapado en un sanatorio del lado republicano en el frente de Guadarrama. Otro de sus hijos, el piloto Joaquín García-Morato, del bando franquista, se convertiría al final de la contienda en el aviador con más derribos del conflicto y el más famoso de la historia de España. Urbano Orad no dudó en sacar a Vicente de allí. Y cuando tras la guerra, Orad fue condenado a muerte, la madre del héroe franquista no dudó en acudir día tras día al despacho del ministro del Ejército, José Enrique Varela, hasta conseguir el indulto para Orad, en 1944.
1939. Tras asumir el mando de la 20ª División del Ejército republicano, emplazado en Andújar (Jaén), terminó la guerra obligado a entregar Almería, de cuya plaza era el comandante, a sus superiores, para que estos la rindieran al bando ganador. Pero antes se permitió lanzar los dos últimos cañonazos republicanos del conflicto al buque Cánovas del Castillo, que entraba por la bocana del puerto para ayudar a los rebeldes. Después se quedó a esperar su arresto. «Siempre tuve alrededor personas a las que garanticé la vida sin dejarles actuar, porque eso hubiera sido traicionar lo mío”, le contó a Sergio Vilar en Protagonistas de la España Democrática. La Oposición a la Dictadura Franquista 1939-1969.
De la guerra a la academia del rojo
Jamás renunció a sus ideas ni se retractó durante su aparente libertad de la posguerra. Siempre le precedió su talante humanitario y le fue reconocido por personas de todo signo político. Estuvo preso en Almería y en Sevilla. En esos años padeció las humillaciones reservadas a los perdedores. Retuvo en su memoria a un funcionario sádico que, al leer la lista de una de las famosas sacas (selecciones) de presos que iban a ser fusilados ese día, se detuvo adrede tras pronunciar el apellido García y dilató la lectura del segundo apellido para mantener en un suspense de muerte a los dos García que esperaban no ser los elegidos ese día. Orad salvó su vida pero perdió casi todo lo demás. Le dejaron a él y a su familia indefensos ante la vida, ya de por sí extremadamente dura en la posguerra. “Mi padre siempre decía que te pueden quitar de todo menos lo que sabes”, recuerda José Orad.
Como artillero, su padre sabía mucho de matemáticas. Comenzó a dar clases en una academia y, poco después, fundó su propio centro en Sevilla, especializado en las pruebas de acceso a las carreras universitarias técnicas. Cuando cerró la academia, en 1978, miles de alumnos y alumnas habían pasado por sus aulas y habían esparcido su fama. Se permitió el lujo de impartir enseñanza mixta sin separación entre hombres y mujeres, algo casi imposible en aquella época. Reclutó como profesores a otros republicanos represaliados con conocimientos técnicos, pero también fichó a los jóvenes recién licenciados con los mejores expedientes académicos.
La fama de la academia llegó a los apellidos ilustres: Guardiola Domínguez, Osborne, Murube Escobar, Terry, Domeq, Ibarra, Pickman, Sánchez Ibargüen, Guajardo-Fajardo… José Orad tiene apuntados los nombres de muchos de esos alumnos. Pero también “daba clases gratis a quienes no tenían dinero”, escribió su hijo, quien terminó siendo director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, en apuntes manuscritos. En una ocasión, una marquesa “cuyo nombre no es necesario citar”, explica José Orad, llegó a decir: “Antes de mandar a mi hijo a la academia de un rojo, tirará de un carro”. Terminó enviando a su hijo a la academia, y aprobó. Urbano Orad la llamó y le dijo: “Si no existiera este rojo, su hijo tiraría de un carro”.
Murió con su carné del PSOE, su familia y sus recuerdos, y sin ningún alto cargo de su partido cerca. Su última detención fue en 1958, acusado de tratar de reorganizar el PSOE. Orad hizo muchas cosas pero, a la postre, lo que él consideró que hizo en la vida quedó descrito en las esquelas de los periódicos que anunciaron su fallecimiento: Urbano Orad de la Torre. Artillero.
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Las personas del bando contrario a las que ayudó Urbano Orad
Teniente Coronel J. Borbón de la Torre. Lo puso en libertad tras ser internado en la cárcel de San Antón (Madrid).
Catedrático Carlos Fitera. Lo puso en libertad tras ser internado en la Dirección General de Seguridad.
Vicente García Morato. Hermano de Joaquín García Morato, el aviador con más derribos de la contienda, enrolado en el bando insurgente. Lo trasladó desde Cercedilla, en el frente de Guadarrama, donde se encontraba internado en un sanatorio, hasta Madrid. Con ello salva la vida al evitar represalias incontroladas. La madre de ambos salvó la vida a Orad.
Ponce de León. Cadete cuyo nombre se ignora. Según Urbano Orad, lo arrancó de un grupo de milicianos que estaban a punto de fusilarlo tras el asalto al Cuartel de la Montaña de Madrid. Lo hizo trasladar a la Dirección General de Seguridad.
José García Nieto. Falangista y poeta. Impidió su traslado a otra prisión desde la de San Antón de Madrid, lo que contribuyó a salvar su vida por las posibles represalias incontroladas.
José Isbert. El genial actor español pidió su escolta en Andújar (Jaén), donde temía por su seguridad y la de la función durante la representación de una obra de Muñoz Seca en 1938. Orad acudió a la obra vestido de uniforme cuando estaba al mando de la 20ª División del Ejército republicano.
Fuente: José Orad Aragón.
En los años 90 como Profesor Titular, coincidí con Pepe Orad en la sección sindical de UGT FETE en la universidad de Sevilla donde yo era militante de Alianza por la República y también afiliado a este sindicato de UGT. Nunca dio a conocer ser hijo del militar republicano y creo que era por miedo. Después lo he sabido y le comprendo. Yo sigo empeñado en la restauración de la República y en exigir justicia por los crímenes franquistas.
Su padre era D. Urbano Orad Gajías, medico militar que en el combate de El Cacao en la guerra de Cuba dirigió la defensa contra el enemigo, con los soldados de tropa y heridos, resultando él así mismo malherido concediéndosele la Cruz Laureada de San Fernando. Orad Gajías casó con Dª María Rosa de la Torre. Urbano Orad de la Torre es el padre de José, arquitecto, y María Rosa, la celebre bailaora, la del «ballet de María Rosa». Familia muy inteligente y con mucho tesón y valor, no cabe duda.
GRAN HOMENAJE A LOS DEPORTADOS ESPAÑOLES… EN FRANCIA:
http://www.eldiario.es/el-holocausto-espa%C3%B1ol/
CONOCER EL PASADO PARA COMPRENDER EL PRESENTE PARA CONSTRUIR EL FUTURO.
Yo fui alumno de la academia Orad en Pasaje de Andreu en Sevilla. Tengo muy buenos recuerdos de D. Urbano y un agradecimiento que me durará mientras esté por aquí. Mi padre era un ferroviario de «trabajar» duro. Me acuerdo que mi madre teniendo yo 14 años de los de entonces me llevó para que hiciera el curso de «madurez» en la mejor academia que había en Sevilla. Al decirlo D. Rafael(el secretario de la academia) cuanto valía la mensualidad mi madre le dijo que no podía pagar esa cifra por razón del empleo de su marido.
D. Urbano se encontraba en el despacho interior de la academia y dio un bozarrón RAFAEL A ESTE MUCHACHO CÓBRALE LA MITAD.
Cito esto para hacer constar la humanidad y solidaridad de este gran caballero y destacar si bonomía.
Pobre Pueblo Español que le tocó no salir jamás del talibanismo medieval.
Hemos tenido grandes héroes y grandes genios españoles en la Historia de la Humanidad, y solo conocemos porque son los que perduran, los muñecos de madera policromada a los que un Pueblo castrado intelectualmente por siglos adora como dioses del Olympo.
¿Hay alguna diferencia entre la barbarie franquista y el terrorismo islamista que quiere degollar a quienes no piensen como ellos, es decir; a quienes piensen?
Verás, Mariano; tu agrupación de intereses a la que llamáis partido fue fundada por ministros de Franco y en el asalto de la legal República Democrática al Cuartel de la Montaña para erradicar el foco fascista que se había atrincherado allí, estuvo como joven Guardia de Asalto uno de mis tíos, el mismo que cuando terminó la Segunda Guerra Mundial fue condecorado por el General De Gaulle junto con todos los demás miembros de españoles republicanos que se integraban en la Columna Española del General Léclerc, la misma que liberó París de los nazis.
Entonces yo solo contaba seis años de edad. Nací en 1930.
Y ahora dime ¿quienes son los herederos del *atado y bien atado* de Franco?