Internacional
Las artimañas de Trump para alterar las elecciones
Los estados republicanos están purgando a millones de electores de las listas, cerrando colegios electorales en barrios latinos y afroamericanos y tratando de cambiar las leyes estatales para imponerse a Kamala Harris en unas elecciones muy reñidas según las encuestas.
Estados Unidos tiene un amplio catálogo de artimañas electorales para retocar la voluntad popular expresada en las urnas. La más célebre es la maniobra del gerrymandering, que consiste en redibujar las circunscripciones electorales (ampliándolas, reduciéndolas, fusionándolas) para que un candidato acabe siendo elegido. Pero esta triquiñuela tiene más de 200 años, ya la conoce todo el mundo y Donald Trump tiene poco tiempo para sutilezas: la encuesta del New York Times da un empate técnico entre el expresidente y Kamala Harris, y la de Reuters e Ipsos da una ventaja de siete puntos a la vicepresidenta. Así pues, el candidato republicano ha llamado al orden a sus gobernadores afines para que el que pueda hacer, que haga.
Las elecciones estadounidenses tienen reglas peculiares. No hay un censo electoral como tal sino que los votantes deben registrarse individualmente para ejercer su derecho al voto. Estos registros son evaluados periódicamente por las autoridades de cada estado, que eliminan de la lista a los votantes fallecidos y a aquellos que se han mudado de domicilio, han cambiado de dirección o están «inactivos» (es decir, que no han votado durante varios ciclos electorales). Esta combinación de factores está siendo utilizada por algunos estados «rojos» (el color que identifica al Partido Republicano en Estados Unidos) para realizar grandes purgas en las listas de votantes.
Texas, por ejemplo, ha eliminado a más de 1,1 millones de votantes. ¿Legalmente? Hay sospechas de que no. La maniobra parece un amaño republicano para expulsar a unos votantes muy determinados. «Las voces latinas están bajo ataque en Texas», aseguró la representante estatal Cristina Morales. «Los republicanos están difundiendo mentiras sobre la existencia de votantes que no son ciudadanos de EE.UU. Con esa excusa están eliminando los nombres de votantes legítimos. Es casi imposible registrar a una persona que no sea ciudadana estadounidense. Es una mentira, una manera de asustar a los latinos, a quienes hablan español».
Lo mismo ha ocurrido en Oklahoma, donde las autoridades han expulsado del censo electoral a 453.000 votantes. El gobernador (obviamente republicano) Kevin Stitt anunció esta gran purga el pasado miércoles, según él, para garantizar unas elecciones seguras. Mauree Turner, representante demócrata en la capital del estado, calificó el número de eliminaciones como «alarmante». Existe la creencia de que la mayoría de los votantes borrados son de clase trabajadora y no tienen tiempo de ir a comprobar su admisión en las listas. O pertenecen a grupos marginados por las leyes del Partido Republicano y le han dado la espalda a la política. «Todo esto lo único que hará es desanimar a personas que ya están menos inclinadas a votar en un estado profundamente conservador», explicaba Turner.
En resumen, lo que estos estados republicanos parecen estar intentando es diezmar el voto de las comunidades negras e hispanas, más proclives a votar al Partido Demócrata.
Pero purgar las listas no es el único ardid usado por la derecha estadounidense para asegurar la elección de Trump. También está cerrando colegios electorales. Hasta la fecha, se han clausurado 1.688 locales de votación en 13 estados. Texas se destaca como el estado que más concienzudamente ha cerrado este tipo de establecimientos: en el condado de Dallas (donde el 41% de la población es latina y el 22% afroamericana) se han cerrado 74 colegios. Se dan proporciones similares en el condado de Travis (67 cierres), el de Harris (52) o el de Brazoria (37). Así hasta llegar a las 750 clausuras. Aunque Arizona le gana proporcionalmente: 320 locales de votación cerrados en un estado con mucha menos población (7 millones de habitantes frente a los 30 millones de Texas) y con una comunidad latina que alcanza el 30%.
Todas estas maniobras pueden resultar decisivas en la carrera hacia la Casa Blanca. Los sondeos evidencian una lucha muy cerrada, y hay que recordar que Hillary Clinton perdió las elecciones de 2016 a pesar de conseguir casi 3 millones de votos más que Trump. La clave, entonces, estuvo en el Colegio Electoral, un grupo de 538 compromisarios que son los que el pueblo realmente vota en las urnas. Luego, estos elegirán al presidente. Quien consigue 270 votos electorales se hace con las llaves del despacho oval. Trump también ha intentado embarrar este campo de juego.
El candidato republicano ha intentado, hasta el último momento, cambiar la ley de Nebraska para que el ganador se llevara los cinco votos electorales del estado. Ahora esos votos se dividen por distritos (y Harris parece tener asegurados algunos de ellos, en especial el de Omaha, la urbe más poblada).
Para cambiar esa ley el expresidente necesitaba que los 33 diputados republicanos de la Cámara estatal, sin excepción, votaran a favor de su propuesta. Hizo un contundente despliegue de lobismo para conseguirlo, llamó personalmente a los implicados, pero fracasó por los escrúpulos de Mike McDonnell, un senador de su partido, a la hora de cambiar las reglas del juego a apenas 40 días de las elecciones.
En cualquier caso, Trump no se rinde y siempre tiene una carta en la manga para perseguir su objetivo. Esa carta en Georgia se llama «recuento manual». Es la última argucia republicana para provocar el caos en este estado clave (tradicionalmente abierto, ni demócrata ni republicano) y airear la teoría de un robo electoral si acaba perdiendo ante Harris, según han advertido demócratas, expertos legales y organizaciones en defensa de la democracia. Contar los votos a mano le permitirá demorar el recuento, impugnar los resultados, armar jaleo y sumir al país en una crisis política de resultados impredecibles.
El equipo republicano intenta jugar con todas estas variables para decantar las elecciones a su favor, pero hay un dato inapelable contra el que no tiene nada que hacer: según un sondeo de la NBC, Kamala Harris supera en 21 puntos a Trump entre las votantes mujeres. Quizás ahí esté la verdadera clave de las elecciones del 5 de noviembre.
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(Integrados Israel y sus socios occidentales)