¿A qué vienen los inmigrantes?

“Si aquí no hay suficiente para todos, ¿a qué vienen los inmigrantes?”, se pregunta mucha gente. Hay quien piensa que Europa o España son como una casa, con una despensa, y que los europeos somos la familia que vive dentro, mientras en la puerta cientos de inmigrantes tratan de entrar y comerse nuestra comida. Así de simple es el esquema mental de muchas personas que se consideran tanto de izquierdas como de derechas. Piensan: “aquí no hay suficiente para todos”.

Quien dice que se comen lo de nuestra despensa, dice que saturan nuestra sanidad, invanden nuestras escuelas y nos roban el trabajo. El candidato de Ciudadanos, Albert Rivera, justifica que los inmigrantes sin papeles no puedan tener acceso a la sanidad universal (como si fuese más importante tener un papel que ser un ser humano). El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, justifica los atropellos en la valla de Melilla porque uno haría lo mismo “si asaltaran su casa” o cuando señala: «Nadie nos ha dado aún su dirección para enviar a inmigrantes a su casa». Marine LePen espetaba el mismo razonamiento a la periodista Ana Pastor: “¿metería usted en su casa a cualquier inmigrante que llamara a su puerta?”.

En esa metáfora de la casa, los europeos somos la familia trabajadora y respetable que con su inteligencia y esfuerzo ha conseguido llenar la despensa. Existe pues un clasismo, un supremacismo: «los occidentales vivimos mejor que el resto porque somos superiores, más listos y trabajadores». Y claro: nadie tiene derecho a venir a nuestra casa y asaltarnos la nevera. Hasta ahí, el razonamiento parece simple y certero. El único problema es que es radicalmente falso.

Los europeos no somos una familia modélica que ha logrado lo que tiene gracias a su inteligencia y su trabajo, sino esquilmando hasta el tuétano tanto a Latinoamérica como a África. Y no hablamos sólo del pasado: hablamos del presente. En 2014 un grupo de ONG británicas lanzaron una cifra escandalosa. África pierde cada año 144.000 millones de euros por el expolio occidental. Beneficios de multinacionales, tala y pesca ilegales, actividades extractivas de todo tipo, venta de armas, fuga de cerebros, pago de la deuda externa… Se calcula que Occidente cada año destina 100.000 millones de euros a ‘ayudar’ a África, pero en realidad obtiene mucho más (44.000 millones de euros más) de lo que gasta.

Si nos remitimos al pasado, basta recordar el esclavismo: entre 11 y 18 millones de africanos contribuyeron con sus vidas y su sufrimiento a construir Occidente tal y como hoy lo conocemos. El expolio latinoamericano que documentó Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina, el horror colonial de Bélgica en el Congo. Genocidios, esclavitud, explotación… Y todo para construir nuestra Europa, opulenta, trabajadora, falsamente modélica… Y hay quien todavía les echa toda la culpa a los propios inmigrantes. Éstos son sus argumentos:

– Dicen: “El colonialismo ya pasó”. No, el colonialismo no pasó: ahora quizá no lo ejerzan directamente naciones, sino que lo hacen empresas occidentales por cuya seguridad velan los Ejércitos, estos sí, de naciones occidentales. Ni Francia, ni Estados Unidos ni ninguna otra potencia necesitan ya conquistar un país africano para drenar su riqueza. Y, por cierto, si usted -como Esperanza Aguirre- es de los que se enorgullece e identifica con los logros históricos de España (y por extensión Europa) en el pasado (las conquistas, las gestas militares, los logros culturales) entonces corresponsabilícese también de las atrocidades. Sentirse parte del equipo ganador, de un nosotros triunfante, es fácil. Lo difícil es corresponsabilizarse por la barbarie. Por eso, en realidad, es mejor no sentirse orgulloso por nada que no sea un mérito propio. Y nacer en España no tiene mérito.

– Dicen: “Que se rebelen contra los dictadores”. Eso sería lo ideal, pero ¿cómo lograrlo con la oposición de Occidente y sin sistemas educativos y sanitarios que logren producir ciudadanos sanos y concienciados? Precisamente gran parte de la emigración se explica porque los ciudadanos más activos y dinámicos de África sólo encuentran en la huida una escapatoria al destino escrito para ellos por los tiranos y por Occidente. También el auge del fascismo islamista se explica por la dejación de las potencias occidentales, que están poniendo en manos de la propaganda fanática lo único parecido a una red de asistencia social.

– Dicen: “Que acaben con la corrupción”. Como si la corrupción fuese la causa de la pobreza. No, la corrupción es el efecto de la pobreza. Es la pobreza lo que nos hace corruptibles.

Y ahora alguna lumbrera de la intelectualidad pondrá un comentario diciendo “¿te gustaría que se metieran en tu casa?” Contesto por adelantado: no, me gustaría que no hiciera falta que se metieran en mi casa y creo que es urgente crear las condiciones para que nadie se vea obligado a emigrar. Dicho esto, prefiero que se metan en nuestras a casas, en las de todos, antes de que sufran y mueran. El hecho de ser humanos nos hace poseedores de unos derechos inalienables, y eso es mucho más importante que tener unos papeles o que haber nacido en uno u otro país.

La principal virtud de Occidente es la autocrítica. Es de las pocas de las que podemos enorgullecernos legítimamente. Si perdemos eso, lo perdemos todo. Y no sólo es falso que los inmigrantes saturen la sanidad, o las escuelas, o traigan delincuencia (su falsedad la demuestran estos datos), es que además es falso que vengan a llevarse lo nuestro. Europa no sería como es hoy y -no podría sobrevivir- sin haber depredado y seguir depredando Latinoamérica y, sobre todo, África. Así que, cuando los inmigrantes vienen a Europa, que nadie piense que vienen a quitarnos lo nuestro. En todo caso vienen a recuperar parte de lo que es suyo.