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Soberanía y bien común frente al pensamiento único

Termina en Buenos Aires el Foro por la Emancipación y la Igualdad, que ha congregado a intelectuales y políticos de la talla de Noam Chomsky, Alfredo Pérez Esquivel e Ignacio Ramonet

BUENOS AIRES // Las tres largas jornadas del Foro por la Emancipación y la Igualdad que albergó Buenos Aires entre el 12 y el 14 de marzo terminaron con la lectura de un manifiesto en que los presentes repudiaron “enérgicamente los intentos destituyentes por parte de los países poderosos, asociados a empresas multinacionales y a grandes medios de comunicación”. En el aire estaban las amenazas desestabilizadoras contra el gobierno venezolano y el intento de impeachment (mediante el cual se puede procesar a un alto cargo público) contra Dilma Rousseff en Brasil.

El Foro, organizado por la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional que encabeza el filósofo Ricardo Foster, se contempló desde el principio como una respuesta a la arremetida de las derechas contra los gobiernos progresistas, presionados por las oligarquías y sus medios de comunicación en Argentina, Brasil o Venezuela. Rodeados de intelectuales de la talla de Noam Chomsky e Ignacio Ramonet, era la ocasión de mostrar unidos a los líderes de los gobiernos progresistas y a los pensadores que apoyan estos procesos. Una intención que se reforzó después de que, pocos días antes de comenzar el evento, la Casa Blanca se refiriese a Venezuela como una “amenaza” para la seguridad nacional de los Estados Unidos. El mandatario boliviano, Evo Morales, respondió a Barack Obama que, si no se disculpa ante Venezuela y América Latina, se encontrará “la horma de su zapato” en la próxima Cumbre de las Américas, que se celebrará en Panamá los días 10 y 11 de abril. Y el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, llamó a los cancilleres de la Unasur a reunirse en Quito, donde el sábado rechazaron las palabras de Obama e instaron a la Casa Blanca a establecer un diálogo con Caracas respetando “el principio de soberanía de los pueblos”.

El viernes en Buenos Aires, una multitud encabezada por la activista colombiana Piedad Córdoba y el Premio Nobel de la Paz Alfredo Pérez Esquivel se concentró ante la Embajada de Venezuela para exigir respeto al gobierno elegido democráticamente en aquel país. “América ya no es la misma: a Obama se le olvidó que Venezuela somos todos. Defender a Venezuela es defender la dignidad”, afirmó Córdoba. Pérez Esquivel llamó a la unidad de los pueblos latinoamericanos para defender a Venezuela de tales amenazas. Dignidad, soberanía, autonomía eran las palabras que más se escuchaban dentro y fuera del Teatro Nacional Cervantes, que albergó el Foro.

La batalla es cultural

Soberanía, bien común y construcción colectiva frente al pensamiento único, paralizante, de un neoliberalismo que intentó convencer a los pueblos de que «el fin de la historia» imponía la acumulación del capital como único organizador posible de las sociedades humanas. Y si hay un «modelo del modelo» neoliberal en América Latina, es sin duda Chile, que durante años se ha vendido al mundo como un ejemplo para el continente, mientras la mercantilización alcanzaba todos los ámbitos de la vida. “El lucro es el eje articulador en toda la sociedad, y eso es lo que los chilenos comienzan a poner en cuestión”, afirmó la diputada comunista Camila Vallejo, renombrada activista por la educación pública en Chile: “La educación puede ponerse al servicio de la transformación social, o todo lo contrario, y en Chile se reprodujo y profundizó la segregación social impuesta en la dictadura. Entendimos que no bastaba con pedir la educación gratuita, sino pensarla desde la lógica de un proyecto emancipador, para desarrollar un pensamiento crítico”.

«Necesitamos construir un nosotros, un sujeto político colectivo en permanente construcción; construir patrias al servicio de la mayoría. y afrontar la tarea histórica de articular desde abajo, reconstruir mitos, estéticas, palabras que tejan una voluntad colectiva», afirmó el sábado Iñigo Errejón, el único conferenciante en participar en dos mesas redondas en el Foro. Ante un auditorio entregado, Errejón llamó a «defender la alegría» y afrontar un «ejercicio de pedagogía constante» que «desmonte las mentiras de los poderosos», esos que se dedican a «naturalizar el orden que garantiza sus privilegios».

La cultura y el conocimiento fueron ideas centrales. “En el capitalismo no hay ciudadanos, sino consumidores: el mercado nos pauta, es la sociedad de los más aptos, del darwinismo social que excluye al tercio de la población que no puede competir; la batalla cultural es necesaria para la transformación social”, expuso el uruguayo Gonzalo Civila, diputado por el Frente Amplio. El escritor Paco Taibo calificó la cultura como “el gran instrumento político” y llamó a “convertir la historia en un instrumento de construcción de identidades masivas latinoamericanas”.

El economista ecuatoriano René Ramírez lo expresó así: “La emancipación pasa por un cambio en la matriz cognitiva, por cómo se produce y se apropia el conocimiento”, y eso es fundamental en un momento en que el “capitalismo cognitivo avanza en la privatización del conocimiento”. Contra el capitalismo, la noción del buen vivir, del consumo frugal y suficiente: “Debemos crear la conciencia de otro patrón de consumo”, afirmó Ramírez. En la misma línea, el filósofo italiano Gianni Vattimo llamó a una “revolución cultural” que se enfrente a los valores individualistas, materialistas y egoístas que sostienen el sistema capitalista: “La revolución tiene que ser cultural y religiosa, no sólo política”. Se trata de buscar alternativas a la globalización capitalista, en un contexto en el que “quien no está de acuerdo con los diarios mainstream se considera potencialmente un terrorista”. Es más: “Los reaccionarios saben lo que dicen cuando llaman al Papa comunista. La única fuerza internacional, autoridad espiritual y política que hoy puede constituir el centro alrededor del cual se conectan las fuerzas anti-antihumanistas es Francisco”, añadió Vattimo.

Las preguntas que faltaron

Sin embargo, más allá del vigente llamamiento a la unidad de la Patria Grande latinoamericana y contra el imperialismo estadounidense, el Foro dejó más preguntas que respuestas y, sobre todo, rehuyó debatir las cuestiones, incómodas pero acuciantes, que enfrentan los gobiernos progresistas en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil y Argentina. Es cierto que, como se apuntó reiteradamente en estos tres días, millones de personas han salido de la miseria en los últimos quince años gracias a las políticas asistencialistas de estos gobiernos; y que, como señaló el ministro de Economía argentino, Axel Kicillof, estos gobiernos han recuperado el papel del Estado, denostado en los años de hegemonía neoliberal, y han puesto límites a la perversidad del capitalismo financiero. También que la derecha mediática y las elites, muchas veces golpistas, se alinean con los intereses imperialistas y no con los pueblos. Pero también se observa un cierto agotamiento del programa «desneoliberizador» de estos gobiernos progresistas. Si primero era la emergencia, calmar el hambre, ¿qué se plantea ahora a medio y largo plazo? ¿Puede el neodesarrollismo basado en la extracción masiva de recursos naturales conducir a la emancipación de los pueblos latinoamericanos, o no terminarán estos países topando con el techo de cristal que expuso, hace ya medio siglo, la teoría de la dependencia? ¿Forma la inclusión por el consumo una ciudadanía crítica o, por contra, se están creando redes clientelares con el voto secuestrado? ¿Es el crecimiento económico un medio o un fin en sí mismo? ¿Cuál es, en última instancia, el modelo de desarrollo que se está defendiendo? ¿Están fomentando estos gobiernos el diálogo entre las instituciones estatales y los movimientos sociales?

Se habló mucho en estos días del Buen Vivir como alternativa civilizatoria y se elogió la inclusión de este concepto, traído de las cosmovisiones indígenas, a las constituciones de Ecuador y Bolivia, pero no se enfrentó la contradicción de que esos mismos gobiernos sigan promoviendo la extracción minera y petrolífera y extendiendo los monocultivos del agronegocio, al precio de expulsar comunidades indígenas y acabar con sus medios de sustento. Las soluciones no son fáciles: los Estados necesitan ingresos para financiar sus políticas de inclusión social, que amplias capas de la sociedad necesitan con desesperada urgencia. Pero, ¿se están poniendo las bases para, a medio plazo, romper ese círculo vicioso que condena a América Latina, desde hace 500 años, a la condición de proveedor de materias primas para los países centrales? Si bien no podía esperarse, y menos en un año electoral, que el Gobierno argentino organizase un evento para debatir abiertamente las cuestiones más espinosas a las que se enfrentan las izquierdas latinoamericanas, el Foro dejó un regusto amargo de oportunidad perdida, porque, durante tres días, algunas de las mentes más brillantes de la izquierda mundial se congregaron en el mismo teatro y, a ratos, hubo más de propaganda política que de intercambio intelectual.

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Comentarios
  1. Discrepo totalmente de Vattimo.
    Las religiones en su lugar.
    El nazareno antisistema sí, la iglesia no gracias. Vaya montaje que han organizado en su nombre sin que el lo pueda desmentir.
    La espiritualidad si se entiende por desapego a las posesiones materiales, sí.
    Que empiece pués a dar ejemplo Francisco predicando con el ejemplo no de «boquilla» y se deshaga de la banca Vaticana, de las riquezas de la iglesia, de tanto santo falso y de tanta impostura, que pida perdón por los crímenes que ha cometido esta iglesia y por su eterna alianza con los poderosos. Una vez hecho todo ésto, que se vaya a vivir entre los pobres cómo hizo Jesús cuyas posesiones eran lo que llevaba puesto.

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