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Trece años de desastres en la sanidad madrileña (2ª parte)
En diciembre de 2001 se llevaron a cabo las transferencias sanitarias a Madrid. El autor ofrece un relato a través de los cambios experimentados en la Sanidad Pública
Lea aquí la primera parte
Los principales resultados de estos trece años de políticas sanitarias han sido:
Aumento exponencial de los costes. Las privatizaciones suponen un incremento muy notable de los costes de los servicios. Por poner sólo un par de ejemplos, los hospitales PFI tenían un coste de construcción de 701 millones € y lo previsto es que las empresas reciban 5.200 millones de euros, sin contar los aumentos automáticos del canon anual (todos los contratos contemplan incrementos anuales), y, por otro lado, cuando se plantea la privatización total de los 6 hospitales PFI el sobrecoste es de 6.420 millones de euros en 10 años (el coste cama previsto era de 610.266 €/año frente a, por ejemplo, 280.248 €/año del Hospital de la Princesa, un centro con mayor complejidad ).
Disminución de recursos. Aunque puede parecer increíble, en Madrid, tras abrir 12 hospitales nuevos, el número de camas hospitalarias ha disminuido, y ello es debido a que se cerraron más camas en los centros de gestión tradicional de las que se abrieron en los centros privados y semiprivados. A la vez, disminuyeron las plantillas (7.500 trabajadores menos de 2009 a 2014), y los nuevos centros tienen significativamente menos profesionales médicos y de enfermería por cama y por lo tanto empeora la calidad de los servicios.
Opacidad absoluta. Los nuevos centros tienen una absoluta falta de transparencia, a la que colabora la Consejería de Sanidad, por lo que conocer los indicadores reales de funcionamiento es prácticamente imposible; además, tampoco se informa sobre las derivaciones de pacientes de los centros privados y semiprivados a los centros de gestión pública, por lo que la selección de riesgos (derivar a los centros de gestión tradicional a los enfermos más complejos o a los que precisan de actuaciones diagnósticas y/o terapéuticas mas costosas) resulta muy difícil de controlar. Por otro lado, la mayoría de las empresas privadas presentes inicialmente en las privatizaciones están vendiendo su participación a multinacionales como Lloyds Bank, LBIP o Centene, con lo que al final los centros pasan a estar en manos de fondos de inversión y de capital riesgo sin ninguna posibilidad de control.
Infrautilización de los recursos. Los recursos públicos son sistemáticamente infrautilizados para favorecer las derivaciones al sector privado. Por ejemplo, el número de exploraciones mensuales por máquina de resonancia magnética era de 470 en los hospitales públicos, frente a 734 en los privados; si los centros públicos tuvieran la misma utilización que los privados, podrían haber realizado el 17,4% de exploraciones que se derivaron a la privada e incluso haber disminuido la lista de espera.
Aumento de las listas de espera. Lógicamente, las listas de espera no han parado de aumentar. La lista de espera quirúrgica incluía a 72.695 personas en diciembre de 2013 (29.734 en septiembre de 2005) con una demora media de 7,13 meses. La demora media para consultas del especialista era de 3,30 meses y de 53,68 días para una prueba diagnóstica. La demora también se ha instaurado en Atención Primaria con esperas de 2,55 días para consulta de medicina general y 2,46 para consulta de enfermería con máximos de demora de 7 y 11 días respectivamente.
Dificultades en el acceso a los medicamentos. Los copagos farmacéuticos en las recetas que ha producido que muchas personas no puedan acceder a los medicamentos que precisan (el 14,76% del total que se eleva al 20,39% de los pensionistas y el 25,92% de los parados), y eso que, como ya se señaló, la tasa del euro por receta fue paralizada en enero de 2014 y no llego a funcionar más que un mes (en todo caso no se han devuelto las cantidades cobradas).
La crisis del ébola. Por fin, la desastrosa gestión de los casos de ébola en nuestro país, secuela de 3 hechos: la desaparición en 2008 de la Dirección General y la Agencia de Salud Pública en el marco de los recortes, la conversión del hospital Carlos III en un centro de media y larga estancia y la incompetencia y prepotencia del ya exconsejero de Sanidad, Javier Rodríguez, heredero de Lasquetty.
Las movilizaciones
El “Plan de Sostenibilidad” fue el detonante de las amplias movilizaciones sociales y profesionales conocidas como “Marea Blanca”, que lograron doblegar en parte los propósitos privatizadores del gobierno de la Comunidad de Madrid y la dimisión del consejero de Sanidad, Lasquetty.
Aunque es bien conocido que la población española siempre ha tenido el convencimiento de la necesidad de la cobertura sanitaria pública (el 86% de las personas en España opinaba que el Estado debería de proporcionar cobertura sanitaria a todos los ciudadanos, frente al 65% UE, Encuesta de Values and Worldwies 2013), la realidad es que las movilizaciones frente a las privatizaciones llevadas a cabo previamente habían sido poco significativas, y probablemente por ello, el gobierno de la Comunidad de Madrid planteó darle “un golpe definitivo” a la Sanidad Pública, y, precisamente, fue la ambición de este proceso privatizador, y el que afectaba a la vez al conjunto de la red sanitaria pública, lo que favoreció la amplia e inesperada respuesta.
No es nuestra intención hacer un análisis detallado de lo sucedido, en todo caso señalar algunas enseñanzas que parecen importantes:
Profesionales y Población, un binomio imprescindible, es preciso fraguar una alianza entre la ciudadanía y las trabajadores sanitarios.
La unidad es fundamental, pero respetando la diversidad de los diferentes agentes y organizaciones en presencia.
Las movilizaciones deben ser inclusivas para permitir que todo el mundo participe desde su propia situación y compromiso.
El exceso de protagonismo es malo para la salud de las movilizaciones.
Hay que abarcar todos los frentes de lucha: legales, mediáticos, movilizaciones, huelgas, etc.
La persistencia y la paciencia son las palancas principales para el éxito.
Maquillajes, mentiras y manipulaciones
La Consejería de Sanidad continúa empeñada en negar lo evidente y para ello utiliza dos tácticas complementarias. Por un lado, ausencia total de transparencia y de evaluación de los resultados (por ejemplo en Madrid hay 6 modelos de gestión hospitalaria con financiación pública y no se ha realizado ninguna evaluación de los mismos, no se pueden conocer los flujos de pacientes ni la actividad de los centros, etc), y por el otro, se dedican grandes esfuerzos a operaciones de “marketing” y/o maquillaje de los datos existentes (como sucede con el llamado “Observatorio de resultados del Servicio Madrileño de Salud” que, por ejemplo, se atreve a decir que la espera media para intervenciones quirúrgicas es de 15,50 días, cuando las encuestas señalan que esta en 7,13 meses, ¡es difícil más desinformación!).
Estamos ante lo que podríamos denominar como SÍNDROME DE NEGACIÓN, ya que el gobierno de la Comunidad de Madrid sigue afirmando que la salud en Madrid va relativamente bien, mientras que en la práctica, la sociedad madrileña sufre de una falta de acción por parte del Gobierno para mejorar la salud, cuando no de actuaciones que parecen buscar el deterioro intencionado de la misma.
Las próximas elecciones autonómicas y municipales son el momento adecuado para echar a los responsables de esta política de recortes, deterioro, desmantelamiento y privatización de la Sanidad Pública madrileña. Entre todos y todas tenemos que conseguirlo.
*Sergio Fernández Ruiz es vicepresidente de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid.