La conversación entre Elon Musk y Donald Trump se hizo esperar. Tres cuartos de hora después de lo acordado, a las 20:45 en la costa este de EE.UU. (2:45 de la madrugada española), el magnate dueño de X y el candidato a la presidencia se conectaron a la plataforma ante más de un millón de oyentes. La demora se debió, en teoría, a un ataque informático DoS, lo cual alimentó los rumores de “censura” y silenciamiento que suele propagar Musk desde postulados conspiratorios.
Finalmente, uno y otro comenzaron un diálogo diferente a los habituales discursos incendiarios que acostumbra el expresidente. En tono amistoso, defendiendo una “moderación” destinada teóricamente a salvar al país de una Kamala Harris calificada como “lunática de la izquierda radical”, fueron poniendo sobre la mesa una agenda en la que destacaron los siguientes temas: la inmigración ilegal, el estado actual de la economía, la política exterior del país e, impulsado por Musk, el cambio climático. En total, dos horas empleadas en difundir algunos bulos y medias verdades aderezados con información verdadera: el hecho de que Harris no haya concedido ninguna rueda de prensa desde que fue confirmada como candidata a la Casa Blanca, lo cual tacharon de incompetencia.
Como siempre, los silencios se tornaron también elocuentes: ni Trump ni Musk enfatizaron específicamente el relato (falso) de los comicios amañados –algo que el dueño de Tesla ha sugerido en su plataforma varias veces –, y sólo brevemente se mencionó la (falsa) corrupción de los jueces que han declarado culpable al exmandatario por el caso de soborno a la actriz porno Stormy Daniels, o a quienes lo han imputado por sucesos relacionados por el Asalto al Capitolio. Más bien, se intentó delinear con palabras la imagen de un político salvífico, una suerte de mesías contra fuerzas oscuras de la izquierda que, por si fuera poco, ha sobrevivido un intento de asesinato.
De hecho, así empezó la sesión, glorificando la valentía de Trump el pasado 13 de julio, cuando fue disparado en la oreja: “no se puede fingir el coraje en esas circunstancias” –comentó Musk encomiásticamente; a lo que Trump respondió que se levantó de inmediato, alzó el puño, y vio que la gente no huía a pesar del peligro.
Remozado el mito, ambos se esforzaron en criminalizar la inmigración ilegal y atribuir a Joe Biden una política de “fronteras abiertas” inexistente. Según el Instituto de Política Migratoria (MPI en sus siglas en inglés), el actual presidente de EE.UU. ha efectuado 1.1 millón de deportaciones desde 2021 hasta febrero de 2024, cerca del 1.5 millón que realizó su predecesor.
Además, a las deportaciones de Biden se sumarían más de 3 millones de expulsiones al pie de la frontera, suponiendo un total de 4.4 millones de repatriaciones en total, más que ninguna otra administración desde la era de George W. Bush. Estos datos sugieren una tendencia continuista entre las dos últimas legislaturas; sin embargo, las mentiras respecto a la inmigración ilegal masiva con el gobierno demócrata, culpada sin datos sobre el colapso de la administración pública, coparon buena parte del diálogo entre Trump y Musk.
Junto a ello, la política exterior fue también subrayada. El expresidente reiteró argumentos hipotéticos expresados en el debate televisivo con Biden, como que, bajo mandato republicano, Putin jamás habría invadido Ucrania porque “se lleva bien con él”, o que Israel no habría sido bombardeado por Hamás. Trump alertó también de las posibilidades de una III Guerra Mundial si gana Harris, y aseguró que el verdadero peligro para la civilización no es el “calentamiento global” (en referencia a la crisis climática), sino el “calentamiento nuclear”, auspiciado a su juicio por Rusia, China y Corea del Norte.
La UE señala a Musk por desinformar
Respecto a la Unión Europea, criticaron la carta enviada por Thierry Breton, comisario europeo de mercado, a Musk instigándole a cumplir la Ley de Servicios Digitales (DSA) y no difundir desinformación potencialmente dañina, según se ha comprobado con los disturbios ocurrido en Reino Unido, ante los cuales el dueño de Tesla llegó a asegurar una “guerra civil inevitable”.
En la conversación de X, Trump reiteró su postura de no financiar a la OTAN frente a Putin si los países miembros no incrementan el gasto militar, y dijo que la UE “no es tan mala como China, pero es mala”. No obstante, también afirmó que EE.UU. seguirá suministrando gas y petróleo a Europa: “vamos a hacer una fortuna”, y recalcó el clásico eslogan “perforar, baby, perforar”, relacionado con un plan de soberanía energética que, pese a lo expresado por el expresidente, se parece mucho al actual de la administración Biden.
Por último, Musk abogó por un impulso de las energías renovables –que favorecería a Tesla–, mayor desregulación en la industria, pero sin “demonizar” los combustibles fósiles. “Soy promedioambiente”, le espetó a Trump, para después exponer sus pasadas simpatías demócratas. La charla pareció dirigida así a captar votantes moderados convencidos del supuesto extremismo izquierdista de la candidata Harris.
Trump, cuyo negacionismo climático es conocido, materializado en actos como la salida del Acuerdo de París, evadió el tema, no sin antes interpelar a las familias que han sufrido durante la actual legislatura una merma de su poder adquisitivo debido a la inflación, especialmente la de la comida. En efecto, el costo de los alimentos llegó a incrementarse hasta un 10%, en 2022, pero ha vuelto a descender hasta el 1.3%, muy por debajo de las acusaciones hiperbólicas barajadas en este diálogo.
Musk no tardó en complementar las exageraciones con soluciones propias: reducir el gasto gubernamental hasta su mínima expresión sería óptimo, tanto como para eliminar el Departamento de Educación, una de las propuestas estrella de Trump.
Queda por ver si todas estas medidas llegarán a cumplirse o no; tras la retirada bajo presión de Biden, Harris y Trump se encuentran prácticamente empatados en las encuestas.