Opinión
La conciencia artificial de un avión de guerra, ¿qué conciencia?
"Hay máquinas con consciencia y lo son para matar a cientos, miles o millones de personas… Mientras tanto, a los ciudadanos nos dan un 'loro' por Inteligencia", escribe Jorge Izquierdo
Últimamente se habla mucho de Inteligencia Artificial y muy poco de conciencia. Es más, cuando la conciencia aparece junto a la cacareada Inteligencia Artificial acostumbra a hacerlo en términos de un, podríamos decir, futuro comparado. Por un lado, los tecno-optimistas, que creen a pies juntillas que la llegada de una Inteligencia Artificial General (cercana o incluso superior a la Inteligencia humana) está a la vuelta de la esquina y que, dotada de su propia conciencia, no hará otra cosa que mejorar la calidad de vida del ser humano. Por otro lado, los tecno-pesimistas, que piensan todo lo contrario, que tanta automatización no hace más que relegar al ser humano a un papel cada vez más secundario.
Pero, ¿y el presente? ¿Qué está ocurriendo hoy y ahora?
Israel posee 40 aviones de guerra F35, probados en combate (sic) antes incluso que los aviones del ejército estadounidense. El piloto israelí del F35 que sobrevuela Palestina tiene una visión de 360º de todo lo que sucede a su alrededor sin necesidad de mover la cabeza.
En la jerga militar se dice que tiene una consciencia situacional completa. Esto es, el piloto tiene una conciencia humana militar (obedecer órdenes) y una consciencia completa de la situación, merced a un casco que tiene un coste de 400.000 dólares. Todo lo que sucede en el avión y fuera de él se muestra en la visera/pantalla del casco del piloto que está conectado a las seis cámaras y decenas de sensores repartidas por el exterior del avión. La consciencia situacional, el sueño húmedo de los militares, en un casco que está perfectamente integrado con el avión.
Se trata de un casco de fabricación israelí construido por la multinacional Elbit Systems. Fue precisamente la construcción de este casco lo que lanzó a Elbit Systems al estrellato multinacional de la fabricación militar. Un proyecto que comenzó a gestarse en los años 90 del siglo pasado y que ha permitido a Elbit Systems adquirir nuevas empresas y servir sus ingenios militares a decenas de países occidentales, incluida España.
La metáfora está servida, Estados Unidos cuenta con el avión de guerra más caro y poderoso del planeta, Israel pone el casco, la cabeza, la consciencia. La tecnología de fusión de sensores, cámaras y radares del F35 no solo incrementa la consciencia situacional del piloto, sino que también permite compartir esta información con otras unidades militares, creando una red de datos de guerra interconectada. Fusión masiva de información y electrónica, en tiempo real, convierten al F35 Lightning en un auténtica consciencia artificial.
No es el futuro, está aquí sobrevolando Palestina. 40.000 palestinos asesinados después, cabría preguntarse dónde está la conciencia. Ya saben, el conocimiento del bien y del mal que nos permite a las personas enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios. Conciencia, ¿quién quiere conciencia pudiendo tener Inteligencia Artificial?
2023 no solamente es el año en el que comienza el genocidio palestino a manos de Israel, es también el año en el que aparece Chat GPT y su Inteligencia Artificial Generativa. Mientras las big tech hacen su agosto hablando y vendiendo Inteligencia Artificial, que puede ser adquirida al mismo precio que una suscripción a Netflix, Elbit Systems y Lockheed Martin se forran vendiendo auténticas consciencias artificiales que siembran el terror.
Chat GPT no es inteligencia, ni siquiera sabe lo que dice, pero a nuestros ojos lo parece. Un trampantojo, ni más ni menos. El F35 no es ciencia ficción, incluso es mucho más que el robot asesino que tecno optimistas o pesimistas puedan imaginar. El F35 posee una conciencia militarista (de la mano del piloto) que es consciente plenamente de todo lo que sucede a su alrededor fusionando piloto, avión y red de datos de guerra, pero le llaman simplemente avión.
No llevamos ni un cuarto de siglo XXI y en esta guerra cultural le ha llegado el turno a la Inteligencia. Una cosa es la batalla política en la que se disputan el sentido de las creencias y los valores de los ciudadanos y que puede arrojar, y arroja, resultados terribles (racismo, xenofobia, retroceso de derechos sociales y un largo etcétera). Pero, ¿qué ocurre cuando la voz de la ciencia, que dice todavía no ser capaz de explicar completamente el funcionamiento de la Inteligencia, queda acallada por las multinacionales y los medios de comunicación que se empeñan en decirnos que tenemos a la Inteligencia Artificial en la palma de la mano? Porque lo cierto es que ya hemos visto que hay máquinas con consciencia y lo son para matar a cientos, miles o millones de personas… Mientras tanto, a los ciudadanos nos dan un “loro” por Inteligencia que irá repitiendo de forma machacona el discurso más políticamente correcto que nos podamos imaginar.
Las armas nucleares y “los loros”
Nos gusta decir que “la ciencia avanza una barbaridad” y es cierto, pero los “loros” no desaparecen, las religiones, la que quieras, pero religión, el capitalismo, el que quieras, pero capitalismo, siguen ahí repitiendo de forma machacona sus bondades e imperfecciones.
La Inteligencia Artificial generativa es el nuevo loro y, no por ser un negocio redondo, lo es mucho más el militarismo, sino porque ofrece un conjunto de creencias (o dogmas) acerca de la inteligencia, de sentimientos de veneración y temor hacia ella. Nada nuevo. Dirán algunos: “Esto es más antiguo que el pan y circo”. Y yo me pregunto si no será ésta la última puntilla del ataúd sobre el que se quiere encerrar al ser humano al intentar arrebatarle la inteligencia. La máquina es o será más inteligente que tú, nos dicen.
Habíamos dejado al piloto israelí del F35 norteamericano sobrevolando Gaza. Pongamos que es junio, el mismo mes en el que el SIPRI, el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), publicó su análisis anual sobre la situación del armamento nuclear en el mundo. Su principal conclusión es que el número de armas nucleares ha aumentado, también se ha incrementado el tipo de armamento de nueva generación, al mismo tiempo que los Estados impulsan la disuasión y se deterioran las relaciones geopolíticas. “Nos adentramos en uno de los períodos más peligrosos de la historia de la humanidad”, afirma Dan Smith, director del SIPRI.
El F35 que lanza bombas sobre Gaza es consciente del periodo de la historia en el que nos encontramos y puede llevar bombas convencionales o nucleares. El piloto israelí también es consciente de todo, una consciencia que va más allá del hombre y la máquina de guerra. Ahora forma parte de una red interconectada dirigida y coordinada por su avión. Por eso, insisto, ¿quién quiere conciencia pudiendo tener Inteligencia Artificial? El casco, su conciencia artificial, le indicará si puede lanzar la bomba sobre este objetivo o sobre este otro. Apuntar las armas a un objetivo con solo mirarlo.
Cuando aterrice, es posible que una multinacional, la que sea, anuncie que se ha alcanzado la Inteligencia General (AGI), mil veces más inteligente que el ser humano y plenamente consciente, que vendrá a solucionar todos los males. No importa si algo así es una mera hipótesis. El piloto israelí sonreirá. Ahora, además de disponer de una religión que le permite asesinar y una máquina inteligente preparada exclusivamente para matar, ha nacido una Inteligencia General que pensará por nosotros y que nos ocultará que el presente corre más rápido que el futuro.
Hasta pronto conciencia, hasta pronto. Hola, conciencia artificial.
¡Que los robots coticen a la Seguridad Social!
La automatización avanza a pasos agigantados y, según diversos estudios, podría dejar a millones de personas sin trabajo en la próxima década. Ante esta perspectiva, surge una propuesta revolucionaria: que las máquinas y robots coticen a la Seguridad Social, contribuyendo así al bienestar de la sociedad y liberando a los humanos de trabajos monótonos y esclavizantes
Con la Cuarta Revolución Industrial en marcha, el debate sobre el impacto de la automatización en el empleo humano cobra fuerza. ¿Es hora de que los robots y las IA contribuyan al sistema de Seguridad Social?
Dicen que para 2030 entre 400 y 800 millones de personas podrían ser sustituidas por robots y otras automatizaciones y quedarán sin trabajo (Informe McKinsey Global Institute). Aquí, en España, para esa fecha calculan 1,6 millones (José Ignacio López-Sánchez. UCM). Y en general todos piensan que el 50% de los trabajos son automatizables, o sea pueden prescindir de humanos para ejercer sus funciones. Y son mejores, aumenta la productividad, son más baratos que la gente, no tienen horario y trabajan 24/7 sin paradas sindicales y es imparable. Para resumir: se viene pesado.
Toda máquina y automatización que remplace a una persona debe cotizar a la SS. Que la máquina de autopago del súper que dejó en la calle a Sofía, que el vending de bebidas y chocolatinas que ha eliminado el puesto de Francisco, que la voz generada por IA ha dejado muda a Vanessa en su teleasistencia, que el Chatgpt que escribe noticias dejó a Mario sentado en su sofá mirando al techo, que ese brazo de metal que arma coches metió a Esteban en la lista de despidos y el programa de análisis financiero que obligó a Carlos a devolver el Mac y la tarjeta del gimnasio para ejecutivos, que todos esos robots, IA´s, máquinas de autoservicio paguen las cotizaciones del desempeño de esos trabajos….
https://loquesomos.org/que-los-robots-coticen-a-la-seguridad-social/
Chapeau!, Más que interesante, necesarios artículos como éste.
Me quedo con un robot antes que con un violador.
Tengo una duda, espero que Jorge Izquierdo pudiera aclararla. ¿Esta AGI es también como llaman a la SIA (Super Inteligencia Artificial)?
«tanta automatización no hace más que relegar al ser humano a un papel cada vez más secundario».
A la vista está, es innegable. Al ser humano lo han convertido en sirviente de las máquinas.
Los demasiado optimistas no paran de recordarnos lo mucho que hemos progresado, Luther King definía muy bien este progreso:
«Hemos aprendido a volar como pájaros, a nadar como los peces, pero aún no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos».
Los sabios de la antigüedad, lo suyo sí que era sabiduría, repetían a sus discípulos:
«Conócete, acéptate, supérate». A eso hemos venido; pero hoy el ser humano está más extraviado de sí mismo que nunca.
El eje del mal, el capital, odia a muerte a todo ser con conciencia de sí mismo, que no sea manipulable, así que emplea todos los inventos y toda su maldad para alienarlo.