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Cuatro de cada diez mujeres que viven en la calle han sido agredidas

Mujeres sin hogar intentan recuperar su autoestima y vencer sus miedos a través de ‘Mujereando’, una compañía de teatro impulsada por Rais Fundación en Sevilla

– ¡No vales nada, no vales nada, no te quiero, no vales naaaada!

– No más violaciones. ¡No más violacioneeeeees!

– ¡Mi corazón lo ha dado todo y nunca he recibido amor!

– Eres clavadita a tu padre. ¡Te juro que te voy a buscar la ruinaaaa!

– Te odio, te odio, te odio. Ojalá no hubieras nacido. ¡Te odio!

Son los gritos de María, Libertad, Catherine, Carolina y Tamara. Mensajes que han escuchado a lo largo de su vida, frases que retumban en sus cabezas. Son mujeres sin hogar que han sufrido agresiones, abandonos, violencia… Muchas se conocen de compartir cartones en el frío de la noche, de cruzar unas palabras en el comedor social del barrio, de verse caminar sin rumbo por las calles de la ciudad. “Carmen, ¿mi frase incluye las violaciones de antes y las de después, no?”, pregunta Libertad desde el escenario a la directora de Mujereando, una compañía de teatro impulsada por la ONG Rais Fundación para mujeres que viven en la calle. “Todas, todas. Al gritar no más violaciones estás enterrando todas”, le responde efusiva Carmen Tamayo, que es también técnica de intervención psicosocial de la ONG. Cada semana, ensayan en el centro social Virgen de los Reyes, en el sevillano barrio de la Macarena. A través del teatro intentan canalizar su rabia, recuperar su autoestima y vencer sus miedos.

Desde 2005 hasta 2012, el número de mujeres sin hogar se ha incrementado en un 19% -de 3.790 a 4.513-, según los datos aportados por Rais en unas jornadas con motivo del Día Mundial de las Personas Sin Hogar, que se celebran este lunes. Aunque las estadísticas recogen muchas menos mujeres que hombres, los colectivos que trabajan a diario con estas personas aseguran que ellas viven una situación de exclusión mucho mayor y, pese a ello, están más invisibilizadas. Según el Instituto Nacional de Estadística, el 40% han sido agredidas, el 61% han sufrido robos y el 24% han sido víctimas de agresiones sexuales.

“Lo que yo os quiero decir es que cuando las cosas se dicen de verdad, los cuerpos se modifican. Se ha visto claramente”, advierte Carmen durante el ensayo, tras la enésima repetición de la escena. “En tu caso, Tamara, no se ha visto. Has pronunciado tu frase como si hubieras dicho: he visto una ventana roja”, añade. “Es que no sé qué decir…”, se justifica Tamara sobre las tablas. Carmen, que a veces se pone en plan señorita Rottenmeier, le explica rotunda: “Tamara, tú tienes que pensarlo y meditarlo, porque eso no te lo voy a decir yo. Nosotras utilizamos el teatro como herramienta y te estoy marcando la premisa de que entierres lo que no te gusta de tu vida o lo que te ha hecho daño en tu vida. Yo no te lo voy a decir. Aquí nos abrimos, decimos lo que queremos, nos escuchamos unas a otras”.

Tamara, que apenas lleva un mes en el grupo, alega que ha sufrido mucho y tendría que gritar muchas cosas. “Todas no se pueden, no hay tiempo, aqui y ahora, tienes que elegir, tienes que decidir, Tamara. El teatro significa compromiso, significa honestidad, significa lealtad y significa trabajar desde la verdad. Por ejemplo, Libertad en esta parte se ha implicado y lo ha dicho con el verdadero deseo de que eso no pase más en su vida, por eso salen las lágrimas, por eso salen las emociones. Eso es lo que hace que el público salga con el mensaje de que no se puede decir a una persona no vales para nada, ni se puede violar ni se puede mentir. Las voces son distintas, los cuerpos son distintos, cuando la palabra sale de donde tiene que salir”, concluye Carmen.

A lo largo de este año, 24 mujeres han pasado por el taller de teatro. “Es el teatro de, por y para las personas, el teatro de la inclusión”, lo define la directora de Mujereando. Rosa es otra de las actrices. Tras aguantar insultos y vejaciones, intenta salir de su adicción al alcohol. Sufrió desde pequeña la violencia de su padre. Mari Carmen coge el micrófono y dice: “Queremos salir de ahí, de la calle, eso no es humanidad”. Y el teatro, afirma Candela, mucho más excluida por ser transexual, hace que se valoren: “Si queremos llorar, lloramos; si queremos reír, reímos, si queremos estallar, estallamos”. Son, como añade Carolina, mujeres: “Ni más ni menos que los hombres”. Ya han representado su primera obra en las calles de Sevilla ¿Por qué?, en la que expresan su rechazo a la violencia de género. Luz Casal les ha cedido los derechos de su canción Piensa en mí, que cierra la obra, grabada en vídeo.

Las jornadas, en las que las mujeres también expusieron las deficiencias de la administraciones en la atención a las personas sin hogar, concluyeron con la proyección del vídeo. “Me ha impresionado mucho lo que he visto. Me quito el sombrero”, reconoció Amanda, una psicóloga que las había atendido hacía tiempo. No daba crédito a su evolución.

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Comentarios
  1. En un país en el que el hogar se convierte en cuadrilátero de combate con una frecuencia horripilante no es de extrañar que quienes viven en la calle sean agredidas en la más vergonzante impunidad que la cultura y la educación dominantes consienten. http://wp.me/p2v1L3-BB

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