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Wagenknecht: “Aún hay discriminación 25 años después de la caída del Muro”

Sahra Wagenknecht, una de las principales dirigentes de Die Linke, hace un balance crítico de la reunificación alemana. Habla del avance de la derecha y la crisis del euro.

Sarah Wagenknecht en un acto del Die Linke en Alemania.

Este artículo forma parte de un reportaje sobre la izquierda alemana en el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín en el número de noviembre de La Marea, que puedes adquirir en quioscos y en nuestra tienda virtual

La viceportavoz del grupo parlamentario de Die Linke en el Bundestag, la cámara baja del Parlamento alemán, es una de las voces más conocidas de la izquierda alemana. Sahra Wagenknecht (Jena, 1969) es licenciada en Filosofía con una tesina sobre Hegel y Marx. Entró en el SED, elpartido oficial de la República Democrática Alemana (RDA) de Erich Honecker antes de la caída del Muro de Berlín el 9 de noveimbre de 1989. Aunque es del Este, su distrito electoral es Düsseldorf, en la Alemania Occidental, y vive cerca de la frontera francesa con su pareja, el expresidente del SPD y uno de los fundadores de Die Linke, Oskar Lafontaine. Wagenknecht contestó a La Marea por correo electrónico.

En el 25 aniversario de la caída del Muro, ¿qué balance hace de la reunificación, especialmente en el Este?

Es difícil hacer un balance porque para mucha gente debe mezclarse la alegría sobre la caída del Muro con la decepción sobre lo que vino después. La mayoría deseaba una economía de mercado social, pero se les ha dado un capitalismo cada vez más agresivo y más propenso a las crisis. Con la reunificación llegó la libertad de viajar y mejoró el abastecimiento de productos. Pero, por otro lado, hubo una destrucción masiva de puestos de trabajo y se liquidaron las garantías de seguridad social. Mucha gente, en el Este y el Oeste, carece hoy de cosas fundamentales, como una vivienda asequible, y no saben cómo con sus escasos ingresos pueden asegurarse contra riesgos vitales como la salud. La potencia económica en el Este aún representa el 66% respecto de la del Oeste, y el paro es casi el doble. Este pobre balance tiene que ver con errores políticos en la unificación alemana, como la introducción del marco occidental al cambio de 1:1 o la política de privatizaciones de la Treuhandanstalt en beneficio de las grandes empresas occidentales. Aún hay discriminación 25 años después. Es una locura que las personas que trabajan en el Este recibirán una pensión menor que las que lo hacen en el Oeste.

El Este sigue siendo el bastión de Die Linke. ¿Está contenta con los resultados en el Oeste?

Las condiciones son diferentes, ya que en el Este estamos más enraizados, algo que todavía no hemos conseguido en el Oeste. Por supuesto que aspiro a mejores resultados en ambas partes. Para ello es importante que no suavicemos nuestro perfil de izquierda, tampoco cuando estamos en el gobierno. Die Linke es el partido de la justicia social y de la paz. Tenemos que destacar ese perfil y situarnos mejor en la sociedad, en los sindicatos y los movimientos sociales. Porque no se trata de ganar elecciones y conseguir ministerios, queremos cambiar la sociedad al ponernos del lado de los trabajadores a cuenta ajena, los parados y pensionistas en la batalla política y social.

En las elecciones regionales en Turingia y Brandemburgo parece que muchos votantes de Die Linke se fueron a la Alianza por Alemania (AfD), un partido xenófobo. ¿Cómo se explica?

Como había ocurrido antes con el Partido Pirata, la AfD hoy es el nuevo partido protesta que atrae la atención de los medios. Durante la campaña se ha dirigido directamente al potencial voto protesta en electorado de todos los partidos y se ha presentado como el defensor de la gente corriente. En este sentido, no resulta sorprendente que consiga aprovecharse del descontento extendido respecto a la política de los partidos establecidos. Con eslóganes contra el rescate de la banca y la política antidemocrática de la UE evidentemente también ha tocado una fibra sensible de votantes de Die Linke. Quizás el partido hubiera perdido menos votos a favor de la AfD con una campaña más crítica con la UE. De cara al futuro toca poner en evidencia la verdadera esencia de la AfD: que es un partido para los adinerados, donde manda gente como el antiguo lobista industrial y presidente de la patronal, Hans-Olaf Henkel. Los intereses de los asalariados, pensionistas y parados no tienen buena acogida en un partido cuyos militantes principales están a favor de recortar salarios y pensiones, y que incluso pretenden quitarle el derecho a voto a los parados.

¿Es razonable y practicable una salida de Alemania del euro?

Una salida de Alemania de la zona euro ciertamente reduciría un poco la brutal presión competitiva a la que sometemos a nuestros vecinos. Pero, como la industria exportadora alemana es el primer beneficiario de la moneda única, eso no ocurrirá. Son más bien los países que han sufrido bajo el dumping salarial y fiscal de Alemania los que deberían plantearse si les conviene seguir en el euro. Lo que está claro es que una vuelta a las divisas nacionales debería ir acompañada de controles estrictos de los mercados de capital. Si no, se abriría un nuevo campo de juego para la especulación. La alternativa sería reparar los errores en la construcción de la unión monetaria, como la falta de coordinación de las políticas fiscales y laborales. También hace falta subir los salarios y pensiones en Alemania para fortalecer la demanda doméstica y reducir los tremendos superávits comerciales.

En los países que más han sufrido la crisis se han hecho fuertes partidos de izquierda como Podemos o Syriza. ¿A los alemanes les va demasiado bien como para seguir votando mayoritariamente a Merkel?

No. Aunque en los últimos años los salarios han vuelto a subir ligeramente, el salario real medio todavía es un 3,7% inferior al del año 2000. Los pensionistas incluso han perdido un 20% de su poder adquisitivo. Una mayoría de la población vive hoy peor que hace 14 años. Claro, depende de con quién te comparas. Mucha gente en Alemania ve el paro masivo en España y Grecia y llega a la conclusión de que le va relativamente bien. Los medios refuerzan esta idea. Por eso muchos creen que su difícil situación personal es una cuestión del destino individual de cada cual y no el resultado de una política mal dirigida. Alguien que teme el descenso social a menudo es reacio a cualquier cambio y prefiere marcar la cruz en la papeleta de un partido que se llama conservador en vez votar a Die Linke. En tiempos de una gran coalición se marginalizan las alternativas y Die Linke aparece poco en los medios o queda mal.

¿Cree que la actual crisis del capitalismo puede producir cambios de calado o seguirá todo igual cuando se supere el peor momento?

“Quien quiere que el mundo se quede como está no quiere que el mundo se quede”, dijo el poeta Erich Fried. La clave es que las cosas no pueden seguir igual porque las contradicciones y problemas en Europa y en el mundo se están agravando. La desigualdad entre ricos y pobres va creciendo, la destrucción del medio ambiente continúa, las crisis económicas son cada vez más frecuentes y más graves, y aumentan las guerras por materias primas y mercados. Por ello, no se trata de decidir entre “seguir como ahora” o un cambio radical, sino que la disyuntiva es luchar por un socialismo nuevo o recaer en la barbaridad de antes. O, como dijo Walter Benjamin: “Que todo siga igual es la catástrofe”.

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Comentarios
  1. Aún podría estar por llegar la faceta más salvaje del capitalismo.
    Ya pronto nos enteraremos si no logramos detener y rechazar definitivamente el TTIP y el CETA.
    Salir de Europa, de la OTAN, buscar alianzas con los países que hacen políticas de respeto a los derechos humanos, a la conservación de la Madre Tierra, que priorizan la cooperación a competir y destruir como hacen quienes menos escrúpulos y humanidad tienen.

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