Opinión

Contra la frivolidad

«La brega política indiscriminada lleva a la desafección de la ciudadanía, que entonces empieza a desear opciones autoritarias», escribe Jordi Nieva Fenoll, catedrático de Derecho Procesal en la Universitat de Barcelona

Montaje: RAPA

Esta artículo se ha publicado originalmente en la revista #LaMarea100. Puedes conseguirla aquí o suscribirte para apoyar el periodismo independiente.

Se está hablando mucho últimamente de la regeneración de las instituciones. No es un mensaje nuevo y ni siquiera exclusivo de España. Francia se ha refundado varias veces en los últimos dos siglos, sin ir más lejos, por no hablar de la vecina Italia, constantemente convulsa desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Es mejor que no miren hacia América Latina en este sentido. Ni siquiera a la propia historia española. Es evidente, contemplándola, que la brega política indiscriminada lleva a la desafección de la ciudadanía, que entonces empieza a desear opciones autoritarias. A veces llegan al poder, y cuando por fin se acaban, mantienen seguidores muy resilientes que inspiran, décadas después, a nuevos seguidores iliberales. Le hacen recordar a uno que las democracias son un pequeño paréntesis en una historia mundial larguísima en la que siempre hubo dictaduras disfrazadas tras los ropajes de reinos absolutos y grandes imperios. Mirado con gafas libertarias, no existe ningún pasado del que sentirse orgulloso.

Ahora estamos en una época de cierta consolidación de la democracia, no sólo con la ayuda de la Unión Europea, sino por convicción de la población. Sin embargo, se observa con demasiada frecuencia una actitud que está pasando desapercibida: la frivolidad. Esa ligereza de ánimo y falta de seriedad y compromiso con lo que se hace, sin tener la más mínima consciencia de las implicaciones de esa conducta. No tiene nada que ver con una rectitud conservadurista en las costumbres de la cotidianeidad, porque en su vida privada cada cual hace lo que quiere. Tiene más que ver con la propia labor desempeñada y la necesaria seriedad al llevarla a cabo.

No piensen solamente en un juez que le hace un favor a un amigo porque recibe una llamada, o en un fiscal que mira para otro lado en una situación delictiva si se lo sugiere un compañero durante un desayuno. Piensen en el profesor que aprueba sin merecerlo a todos sus alumnos para no tener problemas con ellos, y que así introduce a falsos profesionales en la sociedad que luego estafan a la gente. Piensen en el periodista que tiene un bulo en sus manos y lo difunde simplemente porque le divierte mentir o le interesa a la mano que le da de comer. Piensen en el abogado que no se prepara una defensa, en el médico que no presta atención cuando realiza un diagnóstico, en el mecánico que aprovecha su momento de gloria para evidenciar la ignorancia de su cliente hablando de partes del motor que no son de conocimiento común, o bien en el personal de seguridad de cualquier lugar que ejerce el autoritarismo para reafirmarse.

Piensen también en el jefe que se deja ir y va pegando gritos a sus empleados, o en el compañero de trabajo que jamás ayuda a su colega y siempre escurre el bulto cuando hay que asumir una culpa, o simplemente cuando hay trabajo. Evoquen al personal de limpieza que sólo aparenta que limpia, o al policía que permite negocios ilegales a cambio de dinero, prostitución o estupefacientes gratuitos. Tengan en mente al que se vanagloria públicamente de no tener límites, de hacer lo que le da la gana, sin escrúpulos de ningún tipo, y que gusta de rodearse de esa gente que opina que esa conducta es propia de una persona lista, madura y exitosa.

Visualicen a todos ellos, y alguno más, y no solamente reconocerán a su vecino o a su compañero de trabajo. Evocarán también a muchas personas que ocupan cargos públicos y que tal vez hasta llegaron a votar alguna vez. Puede que no le gusten esas declaraciones públicas que hacen siempre insultando y buscando el titular, y jamás ocupándose de los intereses de la gente que le paga el sueldo con sus impuestos. Tal vez le parezca que los políticos, o los cargos públicos en general, son una casta, una plaga incluso, y le parecerá que provienen de otro planeta y que han venido a amargarle la vida a éste.

Pero no, no vienen de otra galaxia. Esos cargos públicos no se diferencian en nada de todos esos profesores, vecinos, mecánicos, policías, etc. a los que antes me refería. Vienen de esa misma sociedad. De una sociedad que no es exactamente que haya olvidado lo que es una dictadura, o simplemente no lo sepa. Tal vez nunca supo lo que es asumir responsabilidad, porque jamás sintió tenerla. Una comunidad de vasallos atávicos que históricamente sólo sobrevivió y sirvió a su señor sin ver jamás un futuro diferente. Una población que aún no se ha enterado de que en una democracia «es el pueblo el que manda», como se decía en Portugal en 1974, y que eso supone asumir responsabilidad. Ojalá algún día lo aprenda. Reformas aparte, esa es la principal clave sociológica de la regeneración que tanto se espera.

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Comentarios
  1. APATIA, Dr. Emilio Ramos Delgado (FADSP)
    Qué necesario e interesante me parece poder participar en la vida y no dejarla pasar, incluso en la vida política del tiempo en el que nos ha tocado vivir.
    Como en el reparto de tareas a mí me ha tocado ser médico, pues resulta que en muchas ocasiones la vida me encuentra dándole vueltas a asuntos relacionados con mi profesión; unas veces son asuntos clínicos los que me ocupan y otras, organizativos.
    Vueltas a la forma de organizar el sistema de salud para hacerlo más capaz, más rápido, en definitiva, más eficiente. Pensando en hacerlo llegar a todos los rincones y a todos los habitantes de España. En estos devaneos, y buscando conocer las causas de los problemas y las posibles soluciones, acudo a momentos anteriores en los que la sociedad fue capaz de expresarse con vigor, produciendo excelentes resultados.
    Quisiera destacar tres de ellos.
    Implicación frente a la apatía. El gobierno por si solo no puede civilizar un país. La reforma desde arriba tiene sus límites…”.
    Es decir, solo si la comunidad toma partido, se implica y empuja, las reformas llegan y se afirman, y aún así, cuán frágiles son y que rápidamente pueden desmontarse.
    El segundo es la creación del National Health Service (NHS) inglés, el 5 de julio de 1948, apenas tres años después de terminar la Segunda Guerra Mundial, envuelta Inglaterra en una situación económica y social muy difícil. Un pueblo sufriente sacó fuerzas para reclamar un sistema público de salud, y un ministro de Sanidad laborista, Aneurin Bevan, supo darle forma redactando la Ley del Servicio Nacional de Salud en 1946, tras vencer no pocos intereses en contra. La necesidad y la decisión de una comunidad, el buen hacer de un político realizando con excelencia su trabajo, aportaron al mundo uno de los inventos sociales más relevantes del siglo XX. Desde 1979, el NHS está sufriendo abandono e intentos de desmantelamiento sin que haya una respuesta contundente por parte del pueblo británico.
    En tercer lugar, en la década de los años 80, en España toma forma el modelo organizativo de la Atención Primaria de Salud, y lo hace desde la Comunidad de Castilla y León. De aquí se expande por toda España dentro del sistema público de salud, entroncado en la Ley General de Sanidad de 1986, que llega con el objetivo primordial de asegurar y posibilitar la financiación pública, la universalidad, la calidad y la seguridad de las prestaciones sanitarias. El sistema sanitario público puede y debe mantener sus bondades, con las adaptaciones pertinentes a las variaciones sociodemográficas. Pero se necesita el empuje de la sociedad, por mucho que esté envejecida y frágil.
    “Opinemos, debatamos, seamos críticos con todo”
    ¿Valora hoy la sociedad española el sistema público de salud? ¿Lo considera capaz de dar respuesta a sus necesidades?
    Tengo la sensación de vivir en una sociedad donde predomina la apatía, en la que no está presente ni el empuje ni la decisión de los ingleses en 1946 . La impresión de que los profesionales de la política hoy no muestran la lucidez, el coraje y la decisión de Aneurin Bevan en la defensa de lo público. Y tampoco aparecen las personas capaces de realizar la necesaria adecuación del sistema sanitario público español, muy en particular de la Atención Primaria, al momento sociodemográfico actual.
    Y es que no podemos dejarnos caer en la apatía ni ceder ante los cantos de sirena que llaman a abandonar la participación activa en la vida, ni tampoco en la vida política. Opinemos, debatamos, estudiemos, seamos críticos con todo, exijamos que las necesidades básicas de todo el mundo sean cubiertas. Apoyemos firmemente aquello en lo que creemos.
    Se puede hacer, pero el “empuje social”, es imprescindible.
    https://fadsp.es/apatia-defensa-sanidad-publica/

  2. Actualmente se libra una guerra entre dinero y valores. El dinero gana por goleada.
    Hasta el banquero Warren Buffet lo reconocía.
    Hoy prima el individualismo, la insolidaridad, la codicia, es decir, los «valores» del capital.
    Los valores, la cooperación, el bien común, el civismo, la sensatez, la sabiduría, la autosuperación de nuestra parte negativa, la sencillez, la naturalidad, todo ello ha sido destruido y derrotado por los «valores» del capital, dictadura que nos lleva a la extinción del Planeta y del ser humano.
    No se que tendría que pasar para que reaccionemos a tiempo.

  3. Pura demagogia populista. Ni una mención a las estructuras e incentivos que promueve una sociedad basada en relaciones asalariadas y la competencia empresarial.

  4. …No nos equivoquemos, las instituciones europeas están en pie de guerra contra sus ciudadanos. Necesitan cada vez nuevas fuentes de ingresos, es necesario sostener los altísimos niveles de corrupción que salpican a las más altas instituciones de la Unión, como la Comisión Europea (la compra de las vacunas toca de lleno a von der Leyen) y, especialmente mantener viva la guerra de Ucrania.
    Vivimos una auténtica ofensiva de las instituciones europeas cuyo objetivo no es otro que introducir recortes sociales para financiar sus actuales y futuros conflictos. El ejército y el rearme europeo es ya un gigantesco pozo sin fondo donde caen sin control alguno los impuestos de los trabajadores y pensionistas europeos…
    «No hay dos sin tres», E.Luque/R.Franquesa, El Viejo Topo.

  5. Consolidación de la democracia?
    Cuando la España bien atada ha votado a los suyos, a los que son como dios manda, cuando a los catalanes los molieron a palos por pretender un referéndum, cuando aún la esperan los últimos demócratas en las cunetas para que se haga Verdad, Justicia y Reparación, cuando en las escuelas aún se estudia la historia que escribieron los fascistas vencedores, cuando los jueces «van» a por quienes luchan por un mundo más justo, a por ecologistas, periodistas, sindicalistas y apoyan y absuelven descaradamente a los suyos, fascistas y corruptos, cuando por leyes antidemocráticas, como la ley Mordaza, no te permiten ya ni que te quejes y sigue que sigue…
    A la dictadura del capital, la más genocida de todas las dictaduras, exterminadora del Planeta y de sus criaturas, a la Unión Europea, corrupta y al servicio de los grandes capos del capital, de sus guerras y de su ejército la OTAN, a quien nuestros representantes hacen entrega de nuestros impuestos destinados a bienestar social,
    como osais llamarlo democracia?

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