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Szifrón: “La observación de un mundo tan insensato produce humor”
El director estrena en España el próximo viernes 17 la película 'Relatos Salvajes', el mayor éxito en Argentina de los últimos años
El éxito rodea estos días a Damián Szifrón, director de Relatos Salvajes, la esperada película que ha roto la taquilla argentina y que se estrena este viernes 17 de octubre en los cines españoles, tras cosechar aplausos en San Sebastián y Sitges.
Szifrón acude a la entrevista con La Marea, en la productora de su película, El Deseo, con una camisa de cuadros y un discurso pausado pero cargado de elementos para el debate. Y avisa: “La película procesa la indignación, la saca fuera y nos vuelve conscientes de que la tenemos y por ahí aparece alguna pista de hacia dónde encauzarla”.
Relatos salvajes es una comedia, pero no ligera. A mitad de camino entre lo filosófico y lo político, los seis relatos que componen la obra actúan como una gran bofetada ante el público. La sonrisa que permanece a lo largo de las dos horas de metraje se hiela y se hace grande en consonancia con un guión. Szifrón no estrenaba nada desde hacía seis años, tiempo en el que se dedicó a escribir, y a pensar.
En su película, uno de los personajes dice que “los hijos de puta gobiernan el mundo”. ¿Les ponemos nombre?
Creo que en la concentración de poder, ahí es donde está el problema. Hubo épocas, con gobiernos comunistas, donde hubo esa concentración en el Estado como en el caso de Stalin y ahí es donde tenemos que poner la lupa. Hoy en día la concentración de poder está en manos de los grandes bancos, del sistema financiero y de la enorme red de políticos que trabajan para beneficio de ese sistema. Tengo un proyecto de una película de ciencia ficción que se llama El Extranjero donde se habla de todo este circuito de manejo de poder.
Pero es algo que ya se apunta en Relatos Salvajes.
Sí, se pone sobre la mesa pero desde otro punto de vista. En Relatos Salvajes son personas que viven dentro de una jaula invisible, pero que no son conscientes de su existencia. No tienen los recursos para cambiarlo, no tienen forma de combatir esa jaula. Es el caso de la cocinera que es consciente de que hay gente que abusa del poder y es a la que le va bien, como en el caso del intendente.
Un intendente corrupto…
Sí, la corrupción es uno de los aspectos, pero no el esencial. Muchas veces se apunta a la corrupción como el principal problema de por qué las cosas no funcionan bien, pero si al capitalismo le quitas la corrupción es igual de nefasto, incluso queda más evidente lo nefasto que es. Y, con esto, por supuesto no quiere decir que la corrupción esté bien.
La pregunta “por culpa de ese chico se suicidó tu papá y lo único que se te ocurre es insultarle” que lanza un personaje plantea un debate sobre la violencia. ¿Es intencionado?
No hay una situación consciente de plantear un debate a partir de esa frase, más bien aparecieron los conflictos y les di rienda suelta en la imaginación. Por supuesto se establece una comunicación entre la película y sus espectadores, pero no había intención, las historias son fruto de una interacción libre de los personajes. Volviendo a la violencia, yo no pienso que esté justificada, pero sí creo que se puede explicar. Cuando alguien se inmola ante las puertas de un banco, pienso que no está bien pero porque eso no lleva a buen puerto. Hemos tenido la suficiente cantidad de experiencias que demuestran que a través de la violencia no se ha conseguido la libertad.
Bueno, quizás no a través de la violencia encauzada de esa forma…
Tú estás más a favor de la violencia que yo. [Risas] No, para mí ese no es el sistema. El cine me parece más interesante que la violencia. Toda la gente a la que se daña tiene hijos y se genera un nivel de resentimiento que después se vuelve en contra. En el caso de la película no hay ningún personaje que pase a la acción para defender los intereses de los demás. Son estallidos esporádicos, independientes y muy íntimos de violencia.
¿Por qué utiliza la comedia para contar todo esto?
Me parece que la observación de un mundo tan insensato como el nuestro produce humor, las cosas funcionan de una manera grotesca, sales a la calle y lo ves. Dejando de lado el humor, me parece que quedaría incompleto. Para mi conviven el humor y la reflexión, casi te diría que el primero incluye al segundo, te estás riendo de algo que al mismo tiempo estás comprendiendo, y así se produce un efecto de liberación. Cuando sueltas una carcajada es porque te vuelves consciente de algo.
Las historias funcionan como pequeños cuentos independientes.
Sí, me liberaron mucho como escritor porque, después de estar años escribiendo, en dos noches escribía uno de estos relatos. Son grandes secuencias, casi sin elipsis, salvo el episodio del ingeniero especializado en demoliciones. Entonces casi sin quererlo fueron surgiendo las historias que componen la película y apareció este nuevo proyecto cinematográfico. Estos son los relatos salvajes.
¿Por qué ese título?
Porque amalgamó a toda esta serie de historias y no sentí que necesitaba mucho más que el título para conectarlas. La naturaleza de esto es una antología de cuentos y cuyo nexo común es el salvajismo que alguna historia ilustra. Pero más allá de eso está el deseo de salvación que me parece que ilustra el deseo de libertad que es algo natural. Uno padece la imposición de límites y sobre todo lo padece cuando te das cuenta de que los que ponen esos límites no lo hacen en tu beneficio. Me parece que eso aparece en todos los episodios, a veces las liberaciones son violentas y generan daño y en algunos casos llevan incluso a la propia muerte. Pero, de pronto, como en el final del último episodio, aparece la verdad, también detrás de lo salvaje y de lo que se reprime hay algún camino que tiene que ver con la libertad, con la claridad, siempre es mejor la verdad que la impostura.
¿Cómo consigue que los personajes pasen de odiados a amados en dos o tres secuencias?
Alguien que naturalmente te genera rechazo (por la acumulación de poder, por la tendencia a esconder la verdad, por el abuso de poder), de pronto te empieza a producir cierta simpatía porque tomas conciencia de la simpatía que hay alrededor. Eso te resulta terrible ya que por un instante el deseo de liberación aparece en un tipo poderoso e incluso conectas con él, aunque luego te asustes. El cine logra eso, que te identifiques con personajes que a priori rechazas, pero que tal vez no rechazas tanto. Ni en el proceso de escritura, ni durante el rodaje se juzgó a los personajes. La autenticidad es lo que más simpatía genera, aunque te caiga mal, puede aparecer algo de respeto, aún con gente despreciable.