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Los diez imprescindibles del músico emergente

Frente a las dificultades, existe un gran número de intérpretes y compositores que han sabido hacerse dueños de sus carreras y lanzarse a las aguas de la innovación

La subida del IVA, el descenso del consumo, la piratería y el desarrollo de las nuevas tecnologías digitales son sólo algunos de los factores que podrían definir el difícil momento que está atravesando la cultura española. Una situación que, por desgracia, no se presenta como un desconocido en el ámbito musical.

Si antes ya era difícil hacerse un hueco en la industria musical, ahora, con unas discográficas cada vez más cuestionadas y con un sector que no ha sabido responder a tiempo a los cambios tecnológicos, parece que el camino para los nuevos artistas es cada vez más complicado. Y más para aquellos músicos que salen de los cánones del pop y del rock comercial.

Es aquí donde hay que diferenciar entre la industria musical o discográfica y los músicos. Frente a las dificultades, existe un gran número de intérpretes y compositores que han sabido hacerse dueños de sus carreras y lanzarse a las aguas de la innovación sin tener que pactar o venderse a unas tecnologías que chocaban con su identidad musical. Porque existe vida más allá de las grandes discográficas, la música crece como nunca lo había hecho, explorando nuevos mundos de independencia para emerger. Por que la creatividad y la música no están en crisis.

1. Autofinanciación / Discográfica propia

Hace no muchos años, cualquier músico que comenzaba su carrera soñaba con una única cosa: atraer el interés de una discográfica que comprara su maqueta y se hiciera cargo de todo. Desde ese momento, la grabación, producción y distribución del nuevo disco quedaba en manos de la empresa e, incluso en algunos casos, se encargaban hasta de la composición. Un control total que para muchos músicos se traducía en tranquilidad pero que para otros, ha supuesto un coto de actuación demasiado restringido para la creatividad.

Si a estas circunstancias le añadimos una crisis especifica de la industria musical con un descenso de ventas del 77,5% en los últimos once años, según los últimos datos de la Asociación de Productores Musicales de España (Promusicae), obtenemos un único resultado: las discográficas dan contratos contados.

Frente a esta realidad, la autofinanciación se presenta como un una necesidad para poder darse a conocer o como una oportunidad de independencia. Es el caso del cantautor madrileño Luis Ramiro, un ejemplo perfecto de que se puede salir de las grandes discográficas y triunfar. En 2007 y bajo el sello Sony BMG, lanzaba su primer disco Castigado en el cielo. Después vendrían tres discos más pero alejado de las condiciones de esta gran empresa. “Ahora prefiero la autofinanciación, porque así eres el propietario del disco y puedes seguir vendiéndolo toda la vida. En una compañía, si para ellos no funcionas, descatalogan tu disco y ya ni tú puedes venderlo”. Y esto es lo que le pasó con su primer álbum. Desde ese momento tomó una decisión: “Hay que inventar nuevas formas de salir adelante”. “Siempre me he adaptado y sigo adaptándome a los nuevos tiempos”. Porque “quejarse no sirve de nada”.

Una opción que conlleva un gran riesgo monetario y un duro trabajo pero que viene de la mano de un estado de libertad que cada vez más músicos quieren saborear.

2. Nuevas formas de conseguir ingresos: el crowdfunding

Como no todos los músicos tienen la posibilidad de afrontar una inversión tan importante, otra de las opciones que se presenta como una nueva realidad para la música independiente o para los músicos emergentes es el crowdfunding; o lo que es lo mismo, conseguir financiación a través de tus seguidores a cambio de regalos que pueden ir desde una edición especial del disco que están ayudando a producir, hasta un concierto privado. En definitiva, un término que hasta hace no mucho era ajeno y extraño, se ha convertido en compañero de aventuras de músicos y artistas que no se conforman con soñar y se disponen a crear su propio camino.

Tal y como explica Alberto Anaut, «cuando uno tiene un proyecto y no tiene el dinero suficiente para darle vida, hay que buscar alternativas, y una de ellas es pre-venderlo con un sistema de micro-mecenas». Bajo el amparo de Internet, cada seguidor puede poner dinero para ayudar a desarrollar el talento de aquellos que, aun teniéndolo dentro, no pueden sacarlo y ofrecerlo al público. Este es el caso de Anaut y de su guitarra de jazz y rhythm and blues. Gracias a 140 inversores pudo publicar su primer disco, un trabajo al que bautizo con la misma cifra para agradecer una confianza que dio alas a su música.

No sólo los músicos más independientes hacen uso de esta práctica. También grupos ya consolidados como Canteca de Macao, que consiguieron 20.000 euros para grabar su último disco y dejar su discográfica; o la banda indie Ellos, que también han tirado de confianza y de las ganas del público por escuchar nuevas letras para grabar. Fuera de nuestras fronteras, destacan el millón de dólares conseguido por la cantante Amanda Palmer o el exitoso proyecto recaudador de el grupo de metalcore, Protest The Hero.

El crowdfunding se ha extendido tanto que hasta se han dado los primeros proyectos de micro mecenazgo para hacer frente a la banca, para crear pequeñas empresas o, incluso, para conseguir fondos para la exhumación de fosas de la Guerra Civil. A partir de 2008 y 2009 comenzaron a surgir los primeros portales especializados en el micro-mecenas. Seis años después, el último informe de la industria del crowdfunding nos habla de 308 plataformas distintas solo en 2013. Para este año se recaudarán 5.100 millones de dólares en campañas de crowdfunding.

Quizás por ello, el Gobierno ha decidido poner límites a la aportación que cada individuo puede hacer en el proyecto (no superior a los 3.000 euros) bajo multa por incumplimiento.

3. Grabación del disco en estudios independientes

El camino de la creación musical es una carrera de fondo en la que todos los obstáculos están muy ligados. Al no contar con el apoyo de una discográfica, todo lo que viene después desaparece bajo tus pies. Por eso, la grabación de un disco en un estudio tradicional se escapa del alcance de muchos músicos, por acceso y por dinero. Es aquí donde el desarrollo tecnológico se alía con ellos.

Con programas de autoedición y una tecnología cada vez más asequible, los músicos se montan su propio estudio de grabación sin salir de casa o de la sala de ensayo. Además, como respuesta a estas necesidades, los centros sociales y/o ocupados se equipan para crear estudios casi profesionales donde los grupos emergentes pueden sacar adelante su trabajo. Es el caso del Centro Social La Dragona, en el madrileño barrio de la Elipa, donde un profesional del sector y del sonido presta su ayuda a todo músico que sueñe con grabar las letras que suenan en su cabeza.

4. Las redes sociales como nueva forma de promoción

Durante demasiado tiempo la industria musical se ha sentado a la mesa con las tecnologías digitales como enemigas, sin saber incorporarlas en su rutina de trabajo. Una rutina anquilosada en la producción, distribución y promoción tradicional que, cuando ha querido abrir los ojos para ver los beneficios de la era digital, se ha deslumbrado. Ahora, uno de los hijos de esta era digital se presenta como la gran oportunidad de dar a conocer al mundo las creaciones musicales. Estamos hablando de las redes sociales.

Gracias a Facebook o Twitter, el músico puede dar un paso más allá en la relación directa con sus seguidores. Un lazo que se fragua en los conciertos y que se desarrolla de forma virtual al poder dar a conocer cada uno de los pasos del artista. Información directa al momento que crea un gancho de curiosidad y un deseo de saber más.

Para Luis Ramiro, las redes sociales son “una maravilla”, una oportunidad de tener a un solo clic toda la información sobre nuevas canciones, próximos conciertos… algo que antes se hacia con el “boca a boca” y que ahora se consigue incluso traspasando fronteras. “Hoy en día es casi la única forma de mover tu música. Todo el mundo tiene que tener su página Web, y moverse con Facebook, Twitter y YouTube, es la forma de que la gente conozca tus canciones y se las pase a sus amigos. Antes se pasaban cintas de cassette entre los amigos, ahora a tu amigo le dices ‘oye, mira este video de YouTube’”.

Han cambiado las formas pero la base es la misma: estar conectado porque la inmediatez que dan las redes sociales y el alcance hacia una sociedad cada vez más digitalizada, no lo consigue ningún otro medio de producción.

5. Girando por salas de conciertos

Cuando la crisis empezó a salpicar a la industria musical y comenzaron los once años de caídas ininterrumpidas en las ventas de discos, la primera solución que se puso en marcha pasaba por multiplicar los directos. Largas giras que planeaban llenar innumerables estadios de fútbol y grandes salas para compensar las pérdidas por la piratería. Giras que quedan reservadas para las leyendas del rock o para el grupo del momento que copa las listas de las radios comerciales.

Para los músicos emergentes e independientes quedan las pequeñas salas, los cafés teatros o los bares de las zonas de moda de las grandes ciudades. Espacios más pequeños donde se crea una relación especial con el público pero también, no nos vamos a engañar, donde es más fácil colgar el cartel de “entradas agotadas”.

Aun así, conseguir tocar en este tipo de salas no es fácil y muchas juegan con condiciones muy estrictas que pasan por alquileres desorbitados o, incluso, el pago de las entradas que no se consigan vender por parte de los miembros del grupo.

Frente a esto, nace una nueva división. Pequeños bares que se presentan como espacios culturales en los que puedes disfrutar junto a tu copa de una exposición de arte y un concierto en acústico como ocurre en el Liber Arte, o de letras de poemas recitadas en Aleatorio. Bares que proliferan por barrios de la capital como Lavapies o Malasaña y que se convierten en espacios de integración cultural.

Pero no es la única opción. La creatividad y el surgimiento de nuevas bandas han dado como resultado la creación de proyectos como GPS Girando Por Salas, en palabras de sus creadores, “un circuito de músicas populares para la promoción de las músicas actuales y para facilitar a los artistas conciertos y salas más allá de su propia comunidad que potencie la música en directo”. Bajo el patrocinio del Instituto de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) y dirigido por la Federación Coordinadora del Circuito de Músicas Populares, en esta quinta edición se seleccionarán 40 artistas emergentes, entre todos los grupos presentados, que tocarán por salas de toda España y en la que la colaboración con el público es esencial. De hecho, los 20 grupos más votados desde su Web, cuentan con un voto extra que les acerca un poco más al sueño de llevar sus instrumentos de una sala a otra.

6. Plataformas de música digitales

El streaming se ha convertido en la nueva forma de escuchar música desbancando a las emisoras de radios que antes, incluso, cumplían un papel prescriptor. El problema viene cuando se observan los datos: el 78% de los españoles usan canales de streaming gratuitos, hasta tal punto que el concepto de “adquirir” cambia su definición para alejarse de la compra y centrarse en la descarga ilegal o en estos servicios de escucha que reportan beneficios mínimos o nulos a los autores. De hecho, Daniel Ek, fundador de Spotify, no duda en afirmar que “el futuro de la música está en el acceso y no en la propiedad”.

Y es aquí donde aparece el gran dilema. Para algunos grupos, las plataformas digitales son la gran oportunidad de que se escuche su música y luego se decida comprar el formato físico, para otros, suponen la confirmación de las palabras de Daniel Ek: la gente no paga por una música que puede tener gratis. El deseo de coleccionar discos queda en la mente de unos pocos. Por ello, grupos altamente consolidados como Coldplay han dejado de mostrar sus trabajos en plataformas tipo Spotify.

La otra cara es la de la resignación. “Al final mi disco se lo van a descargar quiera o no. Esté en estas plataformas o no”, dice Luis Ramiro. De hecho, él cuelga sus creaciones en una red gratuita, Grooveshark, como forma de mostrar qué es lo que puede ofrecer en directo y, quién quiera vivir la experiencia real, se acercará a comprar una entrada.

7. Vuelta a lo vintage: grabación en analógico y vinilo

En esta búsqueda hacia la innovación que permita encontrar nuevos caminos, aparece un aliado que mueve multitudes: la moda. Y lo vintage está de moda.

Más allá de la ropa, la década de los 60 ha vuelto pisando fuerte rescatando estilos y llenando las casas de música de vinilos que la gente compra como coleccionistas y consumidores. Un gusto que muchos grupos alaban y que otros aprovechan.

Freedonia entra en la primera clasificación. Con uno de los souls más enérgicos del panorama español, en vez de cumplir con cada uno de los pasos que impone la industria a la hora de trabajar, juega con las canciones como “pequeñas historias que contar”. Así, cada creación se convierte en un single a presentar en concierto “sin la necesidad de tener que reunir diez o doce canciones para poder editar un trabajo. De esa manera el proceso creativo de la banda es constante”. Siempre hay una buena excusa para crear, grabar y juntarse con el público.

Y es a la hora de grabar donde Freedonia siempre ha apostado por lo analógico y el vinilo. Buscando la máxima calidad del sonido, sus diez músicos se encierran en el estudio para grabar cada tema en analógico. De principio a fin, sin parar, sin retoques digitales. Como se hacía antiguamente.

Solo así se consigue una música sincera y orgánica que suena siempre a directo mientras una aguja rasga el vinilo. “Porque todo suena siempre mejor en vinilo”, explican. «Una compañía al uso no permitiría este método aunque, en nuestra opinión, es lo que le da viveza a la música», y más si hablamos de soul. “Las discográficas quieren un producto rápido y por eso graban en digital. Si uno se equivoca en una nota tocando la guitarra, la voz desafina, o un bongo no entra en su sitio, es tan simple como ir al ordenador y corregirlo con un solo clic del ratón».

8. Nuevas formas y lugares de vender discos

Fuera de las grandes superficies también existe vida, y es donde la encuentran los grupos emergentes.

Paseando por las calles del centro de Madrid, todavía se encuentran pequeñas tiendas de donde puedes pasar la tarde navegando entre montañas de discos y posters de grupos que, en muchos casos, conoces después de haber charlado con el propietario de la tienda. Un forma a la antigua usanza que te lleva a comprar algo que no conocías. De nuevo algo que queda para unos pocos.

Al final, la mayor parte de las ventas se produce en los mismos conciertos. Cuando un grupo consigue de verdad enganchar a una persona, le ha ofrecido un par de horas de directo y sentimientos, es el momento de ofrecerle que alargue la experiencia escuchando el disco en su casa y es aquí donde entran en juego los puntos de venta a las salidas de los conciertos. Unas mesas con discos, camisetas, chapas… que muchas veces ocupan familiares o conocidos y en la que el propio músico vende su trabajo cara a cara.

9. Alquilando salas de ensayos

Para poder ofrecer un buen directo la clave está en ensayar, pero para ello, se necesita un local con una equipación técnica que de nuevo se aleja de los bolsillos poco cargados. Como solución, desde hace unos años proliferan los llamados locales de ensayo lowcost, cadenas que salpican la geografía española ofreciendo locales por horas a precios asequibles, equipados con toda la tecnología de sonido necesaria e, incluso, con instrumentos pesados y difíciles de transportar como los son las baterías. Es el caso de cadenas como Box in box, Ritmo y Compás o Pandora’s Vox. Con una simple búsqueda en Internet con el texto “Locales de ensayo por horas” obtenemos 337.000 resultados para elegir.

Otra opción vuelven a ser los centros sociales donde, al formar parte de un colectivo cultural y a cambio de una contribución no monetaria sino de trabajo para el centro o el barrio, puedes disponer de locales preparados.

10. El pluriempleo

De licenciado en INEF a cantante y escritor, en el caso del ahora cantautor Marwan, o de profesora de infantil a ocupar los primeros puestos en las listas como le ocurrió a Conchita. Son dos ejemplo entre mil que han conseguido dejar el trabajo que compaginaban con la música para dedicarse únicamente a sus letras y sus conciertos.

Lo habitual es ostentar el título de guitarrista-camarero, cantante-licenciado, bajista-algo similar. Un pluriempleo que permita costear cada uno de los puntos antes mencionados para, en algún momento, dejar de ser un grupo emergente y convertirse en músicos que han conseguido demostrar que existe otra forma de labrarse una carrera y que, definitivamente, la crisis de la industria no ha acabado con la creatividad.

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Comentarios
  1. Crowdfunding, streaming, vintage, low cost.
    Una humilde sugerencia: ¿por qué no hablamos en castellano? La primera palabra de las citadas arriba, es impronunciable para un castellanoparlante ¿por qué ese empeño en usarla? ¿tan pobre es el español como para no tener una equivalente? no creo, pero si así fuera ¡coño inventémosla! ¿que diablos significa streaming?¿por qué no decir bajo coste, en vez de low cost? ¿por qué? ¿por qué no usamos el idioma castellano y así nos entendemos todos? ¿tanto cuesta hacerlo?

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