Crónicas | Feminisimo

La sentencia por una violación grupal en Santander corrobora el impacto de la intimidación ambiental

Para llegar al juicio fue clave el papel de la mejor amiga y compañera de piso de la denunciante, que salió a buscarla por todas partes y logró pruebas que sirvieron para identificar a los condenados

Concentración de apoyo a la denunciante en el juicio por la violación grupal en Santander. FOTO CEDIDA POR COMISIÓN 8M CANTABRIA

SANTANDER | Hubo un momento el pasado mes de marzo durante el juicio por la violación grupal que se produjo hace dos años en Santander en que la mejor amiga de la denunciante, su compañera de piso, contó cómo la acompañó al hospital y le aconsejó que no lavara la ropa para que no se perdieran los restos y conservar pruebas.

“¿Cómo sabía esas cosas?”, preguntó el abogado de uno de los cuatro acusados. “Porque lo sabía”, respondió ella, y las feministas más veteranas presentes en la sala, que habían acudido como público a mostrar respaldo, comprendieron enseguida que las más jóvenes están formadas e informadas sobre cómo actuar ante lo que sigue siendo más que probable, posible: sufrir una agresión sexual en un contexto de fiesta.

No es este el único cambio experimentado en los últimos años: la sentencia de la Audiencia Provincial de Cantabria sobre este ataque, conocida este martes, constata también el recorrido entre el “jolgorio” que detectó uno de los magistrados de la sentencia de La Manada, la violación múltiple cometida en Pamplona en 2016, hasta el ejercicio de didáctica sobre el consentimiento o conceptos como la intimidación ambiental que reflejan ya varias resoluciones judiciales.

En concreto, se declara culpables y condena a tres hombres por la violación grupal a la que sometieron a una joven durante las fiestas de la capital cántabra en 2022 (y que no trascendió hasta el momento del juicio), y a un cuarto participante como cómplice.

Lo que sucedió, tal y como se relató en el juicio y corrobora la sentencia, es que eran fiestas en Santander y al término de la noche, la denunciante acudió a un after donde conoció a varios hombres, con los que se fue al cercano piso donde vivía uno de ellos. Allí, lo que empezó como una relación consentida entre dos personas, se convirtió en una agresión sexual grupal, cuando en la habitación entraron los demás –cuatro en total-. El ataque no acabó ahí: aunque inicialmente la iban a acompañar a su domicilio, en una ciudad del extrarradio de Santander, le impidieron bajar del autobús y acabó en un segundo domicilio, de otro de ellos, del que finalmente pudo zafarse y escapar.

La magistrada condena a cada uno de los tres acusados de la violación grupal por una agresión sexual, y a la vez, les considera cooperadores necesarios de la cometida por los otros dos, lo que se traduce en 19 años de prisión para cada uno. Al cuarto participante se le condena como cómplice, ya que, aunque no participó en la agresión, tampoco hizo nada por evitarla; por lo que se le aplica la pena por omisión de socorro a ocho años de prisión. En total, las penas impuestas por la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cantabria suman 65 años de prisión.

Sometimiento no es consentimiento

Más allá de las pruebas que se enumeran en la sentencia (la presencia contrastada en el domicilio, los restos materiales, las contradicciones en sus relatos -en las que incurrieron cuando declararon en el juicio-, las pruebas físicas de la fuerza ejercida o las consecuencias físicas o en la salud mental de la víctima), existen otros elementos en la resolución que ahondan en la extensión del concepto de consentimiento: que todo lo que no sea aceptar una relación sexual expresamente es una agresión que va contra la voluntad.

La magistrada recalca que no es lo mismo sometimiento que consentimiento. En el juicio, la denunciante relató que durante la agresión “estuvo inmóvil porque pensó que no salía de esta”, sin resistirse físicamente, esperando que acabara todo.

La intimidación ambiental

Invocando precedentes a distintos niveles, la sentencia explica el concepto de intimidación ambiental, en este caso materializado en cuestiones como lo reducido de la habitación en la que estaban la denunciante y los cuatro condenados y, por tanto, la dificultad para escapar.

Esa intimidación, tal y como dice la Ley y ha confirmado diferente jurisprudencia, no tiene por qué ser violenta, sino que basta que “sea suficiente” y, sobre todo, “eficaz” para alcanzar el fin, en este caso, la agresión sexual sin permiso. Y eso se consigue bien paralizando, bien inhibiendo, la voluntad de resistencia de la víctima tanto por “vencimiento material” (por no tener fuerza suficiente) como por convencimiento de la “inutilidad” de que ejercer esa resistencia permitiera evitar la agresión y, al contrario, pudiera producir peores efectos sobre la integridad de la víctima.

El testimonio de la víctima

La sentencia también pone de relieve el papel del testimonio de la víctima, que fue coherente y sostenido en las distintas veces en que a lo largo de este proceso (declaraciones ante la policía, médicos, forenses, el propio juicio…) ha tenido que repetirlo.

Y el hecho de la propia repetición sirve para rechazar que la víctima obtenga algún tipo de beneficio por su acusación que condicionara la verdad de su relato: al contrario, ha tenido que “revivir una y otra vez lo sucedido”, y además ha acabado por irse a vivir fuera de Cantabria.

Y el de su mejor amiga

La Audiencia Provincial también destaca la “persistencia” en el relato de una de las testigos, su mejor amiga, que sorprendió en el juicio no sólo por la entereza de su declaración pese al contexto hostil que supone una vista judicial –máxime teniendo en cuenta su juventud- sino porque esa continuación del relato se corresponde con la persistencia en la ayuda a su mejor amiga y compañera de piso: cuando comprobó que su amiga no llegaba a la hora habitual, la llamó y salió a buscarla por bares de Santander.

Pero fue más allá: localizó por teléfono y redes sociales, llegando a hablar con ellos, a los agresores, que trasladaron a la víctima de un piso en la capital a otro en otra ciudad cercana, y al ver que no llegaba, acudió a ese lugar. Cuando por fin se reencontró con su amiga, intentó sonsacar datos de los agresores, a los que hizo fotos que permitieron su identificación y, por tanto, el juicio y condena.

Es lo que integrantes de la Comisión 8 de Marzo Cantabria –que aglutina a distintas organizaciones feministas en la comunidad y que asistieron a las sesiones del juicio- definen como el mejor ejemplo de “mujeres cuidando de mujeres”, según expresaba Ana Bolado en el programa de radio de EL FARADIO: “Eso es una amiga, una hermana”.

Para las feministas cántabras más veteranas –las que recuerdan cuando, antes de las manifestaciones masivas, las que se manifestaban cabían literalmente en la pancarta que sostenían- los tímidos cambios en la Justicia les confirman que “merece la pena pelear por algo y salir a la calle” porque así “cambiamos leyes o conseguimos leyes”. “Nuestras madres no llegaron a verlo”, apostillaba Bolado, mientras avanzaba que la Comisión ahora ultima su campaña por unas fiestas libres de agresiones, en las que quiere implicar a ayuntamientos y responsables de locales de ocio nocturno.

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Comentarios
  1. Eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor no me lo creo, mire por donde lo mire.

    Cuando yo era un crío veía cómo en el barrio donde vivía se les pegaba a las mujeres por sus parejas a plena luz de día y se veía como algo normal que podía pasar. Algo tendría que ver que en los años setenta hasta la muerte del dictador y años después se les considerara legalmente a las mujeres como menores de edad, subyugadas a sus maridos. O que en las escuelas la violencia hacia el alumnado estuviese normalizada y para qué comentar si quienes íbamos a esas escuelas éramos autistas o con alguna otra diferencia mental que se saliese de la norma establecida.

    De elegir, prefiero mil veces el presente. Aunque los cavernícolas del fascismo, que andan hoy crecidos, pretendan volvernos a la prehistoria y convencernos de sus bondades.

  2. EDUCANDO EN LA PAZ Y EN LA NO VIOLENCIA.
    DESARROLANDO LA SENSIBILIDAD DESDE LA INFANCIA.
    POR SUS OBRAS LOS CONOCEREIS.
    Madrid aprueba clases militares del ejercito para niños de 12 años.
    Las nuevas medidas costarán 12 millones de euros.
    El Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid ha aprobado un nuevo decreto que establece el currículo para Primaria, ESO y Bachillerato, incluyendo formación sobre el Ejército y la Policía en la sociedad actual, a partir de septiembre. Esta formación se adaptará a las diferentes edades dentro de la asignatura de Geografía e Historia, en el bloque “Retos del mundo actual”.-Huffington Post-

  3. Yo, de la generación hippie, hacia autostop los fines de semana del verano para ir o venir de la playa a la ciudad y nunca tuve ningún incidente.
    Que ha sucedido para llegar a esta animalizacion?.
    Aquella generación teníamos ideales, teníamos valores, confiábamos en que estaba llegando un mundo más justo.
    Llegó la apisonadora capitalista y arrasó con todo y lo embrutecio todo.
    Valores e ideales son incompatibles con quiénes propagan la destrucción, las adicciones, los vicios, para sacar beneficio a costa de destruir el mejor potencial que trae consigo el ser humano.

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