Petróleo en Canarias, modelo de desarrollo y protección de lo propio

Las prospecciones petrolíferas en Canarias están generando gran controversia entre los diversos actores involucrados. Entre otros se podrían destacar varias cuestiones: Un rechazo claro y mayoritario de la población canaria a las mismas, una distancia cercana a un abismo entre quién toma las decisiones y quiénes pueden ser afectados de las mismas, un sistema de consumo local y nacional en el que el petróleo es un instrumento imposible de sustituir a corto plazo y unas empresas con el único fin de obtener el mayor lucro posible.

El rechazo de la población canaria a las prospecciones petrolíferas no distingue de ideología, siendo apoyado por una amplísima mayoría de la población canaria (70% según los últimos datos), demostrando que la preocupación por el territorio es análoga entre posiciones ideológicas. Esto podría llevar a que nos cuestionáramos si toda esta población que está en contra del proyecto petrolífero estaría dispuesta a su vez a cambiar sus patrones de consumo de forma radical para no tener una dependencia tan clara del petróleo o si simplemente no quieren que el petróleo sea obtenido con el riesgo de contaminar su ecosistema más cercano y con ello una de las principales fuentes de crecimiento económico en las Islas como es el turismo. Ninguna de estas pareciera ser preocupante si esta contaminación se produce en Yasuni en Ecuador, en Arabia Saudí o en cualquier otro punto lejano del planeta donde se extrae el petróleo que luego pasa a consumirse en las Islas o en cualquier otro lugar del globo.

Los únicos partidos a nivel nacional que proponen una solución global real al consumo de combustibles fósiles en relación con las prospecciones en Canarias apenas es Equo. La gran mayoría de la ciudadanía de izquierdas, que a priori se diría que es la más preocupada por el medioambiente, no tiene muy interiorizado el asunto medioambiental como si no fuera a resultar cada vez más vital en la búsqueda de la justicia social.

Esta posición de desinterés más allá de lo local, que sospecho es muy común entre los que protestan contra estas explotaciones, guarda mucho en común con la sostenida por las sucesivas administraciones estadounidenses que no paran de fomentar un patrón de consumo desaforado de consecuencias nefastas para el medio ambiente, mientras eran muy exigentes con la conservación del patrimonio natural en territorio estadounidense. Con ello se evidencia no sólo un egoísmo latente sino un desconocimiento claro de las repercusiones que antes o después tienen los daños medioambientales en todo el mundo.

Por otro lado, la distancia entre los tomadores de decisiones en el ámbito nacional y regional se evidencia con el rechazo del gobierno nacional a consultar a los ciudadanos afectados fundamentando todo en su capacidad para decidir por ellos y por el interés general de la nación, tomando esto como una obtención de beneficios de la explotación de hidrocarburos. Sería interesante saber el apoyo del resto de España a las prospecciones habida cuenta de que el estado podría obtener unas ganancias y pueda creerse que unos hipotéticos derrames serían demasiado lejanos para verse afectados directamente por ellos.