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“Las mamografías se usan como si el cáncer de mama fuese una sola enfermedad”

La investigadora de la Universidad de Duke cree que es necesario diferenciar los riesgos individuales de tener cáncer de mama, dependiendo de la edad o la propensión genética, para no aplicar el mismo enfoque médico a enfermedades que en el fondo son muy diferentes

El cáncer no es una sola enfermedad. La afirmación es casi un mantra entre los expertos, pero en ocasiones parece que la idea no cala, ni entre los pacientes ni entre los responsables del sistema sanitario. Este es uno de los mensajes de Victoria Seewaldt, investigadora de la Escuela de Medicina de la Universidad de Duke (EEUU) y especialista en el tratamiento de cáncer de mama. Las mamografías, explica, son eficaces para detectar algunos tipos de cáncer, pero inútiles para atajar a tiempo los más agresivos. “Tenemos que acabar con la idea de que un sistema de prevención puede servir para todos los tipos de cáncer de mama”, afirma.

Seewaldt visitó hace unos días el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), el principal centro español de investigación del cáncer y uno de los más importantes del mundo. Allí, habló con Materia sobre la necesidad de mejorar algunas estrategias de prevención de la enfermedad o la importancia que pueden tener en nuestra salud los hábitos alimenticios de nuestros padres.

Dice usted que es posible que el riesgo de cáncer de mama pueda estar influido por lo que comieron nuestras madres. ¿Qué quiere decir con eso?

Se ha descubierto que en el momento de la implantación del bebé, por un proceso que se llama impronta genética y que está afectado por la nutrición de la mujer, hay un número de genes que se fijan. Estos son unos genes del desarrollo que están implicados en el desarrollo normal de los órganos y cuando esos genes se desrregulan se han observado casos de autismo, esquizofrenia, cáncer, enfermedades cardiovasculares y obesidad.

Por eso, si una madre toma muchas calorías, esto afecta a la programación de algunos de estos genes en el momento en que se fija la impronta. Una de las cosas que hemos empezado a hacer es empezar a observar cómo algunos de estos genes están relacionados con el desarrollo de cáncer posteriormente a lo largo de la vida. En particular estamos mirando a un gen, el KCNK9, que cuando está expresado a altos niveles está involucrado en la función de las mitocondrias y en cómo reaccionan frente a estímulos dañinos. Si una célula está dañada, la mitocondria está involucrada en la decisión para decidir si la célula muere o no. Si tu impronta no es normal y tienes altos niveles del gen es más probable que se propagasen células anormales que normalmente se deberían haber eliminado.

Mirando ese gen particular, hemos estudiado a mujeres afroamericanas que tienen cáncer de mama triple negativo, un tipo de cáncer muy agresivo. Estas mujeres suelen tener el cáncer de muy jóvenes, está asociado a la obesidad, al embarazo precoz y a embarazos frecuentes, así que desobedecen todas las reglas que hemos aprendido sobre factores para el cáncer de mama. En estas mujeres hemos observado que el 90% tenían pérdida de impronta en el gen KCNK9. Este es un indicio potencial de que cosas que suceden en una etapa temprana de la vida de la mujer, posiblemente el efecto de la nutrición durante la estancia en el útero, aumenta las posibilidades de tener cáncer. También pensamos que hay otras ventanas de susceptibilidad en los que la nutrición y la exposición a determinados factores externos es importante. Para una mujer, la nutrición es muy importante desde que está dentro de su madre, hasta cuando está creciendo, cuando es una adolescente o cuando ella misma se queda embarazada.

Si una mujer ha recibido esa impronta por unos malos hábitos de alimentación durante el embarazo de su madre, ¿ya está condenada?

Eso puede dañar, pero también se puede arreglar después con buena nutrición para el bebé y durante el desarrollo posterior. En principió se creía que las marcas de impronta se fijaban y nunca se podían cambiar, pero hay nuevas pruebas de que parte de las marcas pueden ser maleables. Tenemos, por ejemplo, la oportunidad de dar agentes preventivos a mujeres que tienen una pérdida de impronta. Se sabe que el extracto de pimienta de Sichuan puede alteral el potencial mitocondrial de membrana [relacionado con la capacidad de las mitocondrias para eliminar o no células dañadas que después pueden provocar cáncer]. Otra posibilidad es la metamorfina, un fármaco para la diabetes que puede ser una oportunidad para que gente que tiene alto potencial mitocondrial de membrana lo reduzca con un fármaco de bajo coste.

¿Estos tratamientos serían puntuales o deberían aplicarse toda la vida?

No lo sabemos, pero se podría aplicar aplicar en momentos puntuales. Se ha visto, por ejemplo, que cuando una mujer entra en involución, después del parto, es más vulnerable y el tratamiento se podría aplicar en ese periodo como prevención. No soy una gran fan de dar un tratamiento a una persona para toda la vida, prefiero el ejercicio y la vida saludable.

Se sabe que la dieta influye en las posibilidades que tenemos de desarrollar un cáncer, pero, una vez que ya tenemos la enfermedad, ¿se puede curar a través de la alimentación?

Es muy improbable que la dieta o los suplementos alimenticios puedan curar el cáncer. Sabemos que la glucosa y la insulina estimulan la AKT, un factor negativo en muchos tipos de cáncer, y si reduces el estímulo de la insulina reduciendo tu ingesta de glucosa, puedes esperar una mejora en la supervivencia, pero eso no es una cura. Me gustaría que fuese así, pero no creo que la comida pueda curar el cáncer.

La detección precoz ha mejorado mucho la supervivencia de cáncer de mama, pero aún así muchos se escapan y parece difícil detectarlos todos a tiempo. ¿A qué se debe?

Sabemos que el cáncer de mama son muchas enfermedades diferentes. El problema con las mamografías es que es un sistema igual para todos. Se monitoriza igual el cáncer que se desarrolla en una persona de 8 años que en alguien de 40. El problema es que la mamografía detecta principalmente calcificaciones porque algunos tipos de cáncer de mama están asociados con frecuencia con calcificaciones. Pero cánceres como los triple negativo, que son los más agresivos, típicamente no tienen asociadas calcificaciones. Hacer una mamografía para encontrar un cáncer de mama triple negativo es utilizar la herramienta equivocada. Para mejorar esto tenemos que dejar de pensar en un sistema que valga para todo, tenemos que pensar en los riesgos que tiene cada mujer en cada parte de su vida y ajustar el sistema de vigilancia a esos factores.

Además, estamos viendo que algunos tipos de cáncer pueden crecer muy rápido. Mis pacientes vienen y me dicen: “Mi cáncer de mama llegó de la noche a la mañana”. Hemos hecho ensayos con MRI (imagen por resonancia magnética), que es muy caro y está fuera del alcance de mucha gente en EEUU y hemos visto un crecimiento muy veloz. Había MRI que no mostraban nada y doce meses después se encontraba un cáncer de mama triple negativo. Con una enfermedad que se desarrolla tan rápido, hacer mamografíasanuales o MRI no se va a detectar todo y en el caso del MRI no es sostenible económicamente.

¿Qué se debería hacer para mejorar la detección precoz y que el sistema siguiese siendo sostenible?

Tenemos que encontrar las vías de señalización biológicas que puedan identificar a versiones más agresivas de la enfermedad y desarrollar biomarcadores. Cuando hacemos una biopsia, y tenemos tejido normal, habría que utilizar biomarcadores para distinguir casos en los que un tejido, aunque parezca normal, bioquímicamente no lo sea.

También hay sistemas simples. En la consulta preguntamos: ¿tu madre o tu hermana o el padre de tu hermana tuvo cáncer antes de los 50 y fue un cáncer de mama triple negativo? En las mujeres que responden positivamente, podemos plantearnos dedicar recursos de MRI. Necesitamos desarrollar modelos de riesgo simples que ponga a disposición de los médicos esta información. Las consultas están demasiado ocupadas. Y luego, creo que tenemos que centrar la monitorización en las personas con alto riesgo y dejar en paz a la gente que es de riesgo bajo. No tenemos el dinero para hacer MRI cada seis meses a todo el mundo, ya nos gustaría, pero es mejor centrarnos en las personas en riesgo, vigilarlas y no sobrevigilar y sobrediagnosticar a mujeres de bajo riesgo.

[Entrevista publicada en Materia]

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