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Pueblo o corte

Ayer se volvió a vivir el mismo divorcio entre la calle y la corte que el pasado 15 de Mayo de 2011

No sé cuántos miles de personas salieron ayer a las calles de todas las ciudades de España pidiendo un referéndum. Se volvió a vivir el mismo divorcio entre la calle y la corte que el 15 de Mayo de 2011. Los medios cortesanos nos convencían de la normalidad de que sigamos sin poder decidir quién se coloca en el vértice superior del régimen político; PP, PSOE y UPyD garantizaban su apoyo a la sucesión monárquica con CiU haciendo ojitos; la CEOE agradecía los servicios prestados y las cúpulas de UGT y CCOO intentaban que no se entendiera lo que decían, conscientes de que era lo mejor que les podía ocurrir. Y en las plazas miles de personas que pedían tener voz; entre ellas, las fuerzas políticas y sociales rupturistas que proponen un proceso constituyente, un proceso popular hacia la democracia.

En abstracto, no soy partidario de un referéndum entre monarquía y república. Los derechos fundamentales son irrenunciables. Uno no puede renunciar al derecho al voto o a la libertad de expresión. Uno puede no ejercer el derecho al voto, puede no ejercer su derecho a expresarse libremente, pero no puede renunciar a tener derecho a ellos. Del mismo modo un pueblo no puede renunciar a sus derechos y entre ellos está la elección de sus gobernantes. Un individuo no puede renunciar a sus libertades individuales, un pueblo no puede renunciar a sus libertades colectivas.

Pero en concreto vivimos en un país en el que se nos ha hurtado el derecho a elegir su máxima magistratura. A las elecciones de 1977, que fueron elecciones constituyentes, sólo se permitió concurrir a partidos que renunciaran a la reivindicación de la República. No hubo libertad constituyente sino, al menos en la cuestión monárquica, lo que hubo fue chantaje. No me siento capaz de juzgar la cesión ante el chantaje, pues el miedo a la vuelta al fascismo era real y comprensible; pero felizmente hoy no tienen capacidad de chantajearnos así.

Cuarenta años después, la España de la Transición, el régimen del 78 que se desmorona, tiene como clave de bóveda la monarquía y como pilares el bipartidismo. Por eso, en este país concreto que nos toca construir sí quiero un referéndum entre monarquía y república. Porque tal referéndum pone en marcha el proceso constituyente. Ese referéndum pregunta por mucho más que por la forma en la que se elige al jefe del Estado. Es una pregunta por el régimen político y por tanto es la pregunta del proceso constituyente. Y activada mediante referéndum entrega tal proceso al pueblo, único dueño de su destino.

La encrucijada de los partidos cortesanos es muy complicada. Pueden intentar negarnos la palabra. Pero eso sólo supondrá evidenciar el pánico al pueblo. Y eso garantizaría que el 25M habría sido una broma comparada con lo que le espera al bipartidismo y muy especialmente a ese PSOE de alma supuestamente republicana pero cuyo cuerpo mortal es cortesano hasta la médula. Felipe VI, además, comenzaría un reinado exhibiendo una debilidad aún mayor que la que ha tumbado políticamente a su padre. No sería un comienzo recomendable, la verdad.

La otra alternativa es hacerse ver como fuertes, parecer convencidos de que el pueblo quiere continuidad. Y convocarnos a referéndum. Desde luego, si lo ganan, pueden recuperar para las instituciones del 78, monarquía incluida, una fuerza que dábamos por irrecuperable. Pero no se atreverán. Como el escorpión que mataba a la rana pese a que ello le garantizaba la muerte, llevan en su naturaleza privarnos de voz. Al fin y al cabo, de eso va la monarquía, de considerar al pueblo menor de edad, incapaz de gobernarse. Lo contrario que la democracia. Y la propia abdicación de Juan Carlos muestra que la crisis de régimen es más radical de lo que pensaba mucha gente de orden.

Después de las escenas de las plazas ayer no cabe decir que a nadie le importe el asunto: tienen que darnos la palabra o evidenciar que nos la niegan. El dilema desde el que arrancar el proceso constituyente es claro: pueblo o corte.

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Comentarios
  1. Escribí ayer un comentario muy trabajado con un análisis jurídico e histórico de la Corona, que considero irrebatible que citaba a Victoria Kent y veo que no se ha publicado después de muchas horas.

    ¿ Para esto pierdo mi tiempo escribiendo y documentandome para aportar argumentos para la III República que los pueda leer más gente y usarlos por la red? ¿ Y resulta que los que se supone que son de mi bando me censuran y nos volvemos a disparar otra puta vez en el pie ?

    Siento el cabreo pero me jode mucho con lo que se está jugando que encima se pierda mi trabajo militante de esta manera o veo mi comentario publicado o no vuelvo a comprar vuestro periódico.

  2. La opción de que te den las cosas resueltas y te permitan no «meterte en líos de política» es muy tentadora para mucha, mucha, mucha gente. Mucha más de la que sale a vocear a la calle, de la que clica «me gusta» en soflamss de las redes. La tentación de la comodidad y de que sigan dando «pagas» hace que mucha, mucha, mucha gente vote lo que la casta diga.

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