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Cosima Dannoritzer: “El 75% de los residuos electrónicos no se recicla”

Tras analizar la obsolescencia programada en 'Comprar, tirar, comprar', la realizadora y guionista alemana dirige 'La tragedia electrónica', que este domingo emite La 2 en 'Documentos TV'

 Entrevista publicada en el número de junio de La Marea, que puedes adquirir en quioscos y en nuestra tienda virtual

La realizadora y guionista alemana Cosima Dannoritzer (Dortmund, 1965) sacudió las conciencias de los espectadores en 2011 con Comprar, tirar, comprar. Pocos conocían hasta entonces el término ‘obsolescencia programada’, la estrategia comercial dominante en nuestros días que comenzó a gestarse a principios del siglo XX: acortar deliberadamente la vida de los productos para aumentar las ventas. En su nuevo trabajo, La tragedia electrónica, Dannoritzer indaga en una de las fatales consecuencias de la expansión tecnológica y el consumo excesivo: los residuos tecnológicos. El documental, que se estrena este 1 de junio en el programa Documentos TV, de RTVE, constata que la basura electrónica que genera la sociedad de consumo es cada vez mayor, y los problemas contaminantes que produce alcanzan una dimensión global. Los programas de reciclaje de estos productos, según ha podido comprobar, están lejos de cumplir sus objetivos.

En Comprar, tirar, comprar toca de pasada el tema de los residuos electrónicos. ¿Qué le lleva ahora a poner el foco en esta problemática?

Al final del documental aparecía una secuencia muy corta en el vertedero de residuos electrónicos en Ghana, uno de los ejemplos de por qué la obsolescencia programada no es buena idea a largo plazo. Muchos espectadores reaccionaron ante estas imágenes, no eran conscientes de que esto sucediese. Varios medios comenzaron a filmar en estos vertederos de África, China, etc. Pero faltaba la conexión entre el vertedero y el origen en Europa y Estados Unidos. Es decir, cómo llegan las piezas allí.

Los residuos electrónicos, en teoría, deberían estar controlados.

Tenemos leyes que prohíben internacionalmente exportar residuos tóxicos, existen controles en los puertos, agencias de residuos, ONG, puntos verdes… Tenemos un sistema fantástico de reciclaje pero hasta el 75% de los residuos desaparece.

Mucho deben fallar esos sistemas entonces.

Hay parte de fraude, de corrupción, de pereza, muchas cosas. Pero todo este caos en el sistema de reciclaje se produce por dinero. Por ejemplo, si soy un reciclador informal, cojo cosas de reciclaje y me pagan la tasa para hacerlo y luego no lo hago bien, me quedo con el resto del dinero. Si lo hago, como pasó en España con la Operación Fragmento, con medio millón de frigoríficos… En el precio de una nevera están incluidos unos 20 euros para el reciclaje… ¡Multiplicado por medio millón son diez millones de euros!

¿En qué consistió la Operación Fragmento?

Aún está en fase de investigación por parte del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona). Encontraron medio millón de frigoríficos que se habían sacado ilegalmente del sistema oficial de reciclaje. Habían cogido los metales y las cosas útiles y el resto, al paisaje. Están imputadas 60 personas de toda una cadena de transportistas, puntos limpios y plantas de reciclaje. Había plantas de reciclaje que llevaban una doble contabilidad. Entraban frigoríficos, cobraban la tasa, y después sólo trataban la mitad.

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Centenares de carcasas de teléfonos móviles en un taller de reciclaje en Guiyu, China. BASEL ACTION NETWORK

Muchos de esos residuos acaban en países pobres. Incluso dentro de un mismo país, China, conviven los dos extremos: una zona pobre donde llegan los residuos (Guiyu) y una zona industrial de multinacionales de la electrónica.

Aquí se ve el círculo global en el que estamos. Yo compro algo hecho en China. Se recicla mal y acaba de nuevo allí, donde alguien sin protección lo recicla y le saca los componentes. Luego éstos se usan para otro chisme que yo compraré en las navidades siguientes. Y vuelta a empezar. El que lo ha vendido al principio gana dinero. Y también en el sistema de reciclaje en Europa alguien se queda con dinero porque lo ha vendido en lugar de reciclarlo.

¿Qué provoca este círculo vicioso en los vertederos en países en vías de desarrollo?

Vemos un paisaje destrozado, niños pequeños que queman los restos de residuos para extraer material, que tienen problemas en los pulmones, problemas de concentración… Cada elemento químico en cada aparato electrónico causa un tipo de daño y éste actúa a largo plazo.

Es el panorama que ya encontró en el primer trabajo en Accra (Ghana).

En el vertedero de Agbogbloshie la situación está empeorando, porque cada vez tenemos más aparatos electrónicos en nuestra vida. Vemos como normal tener un móvil, un Ipod, un portátil, una televisión, lavadora. Ahora vienen los e-books, los smartphones… La vida es cada vez más electrónica, y esto en Agbogbloshie se nota. Cuando rodamos Comprar, tirar, comprar llegaban 300 contenedores al mes, y ahora ya son entre 450 y 600.

¿La ciudadanía está suficientemente concienciada de esta problemática?

Creo que muchas veces pensamos, “yo lo llevo a un punto limpio y ya se hará todo bien”. Pero no se sabe que luego se desvía una gran parte. Y mucha gente ni conoce que tenemos una ley europea de residuos que implica que, cuando compro un aparato, el reciclaje está incluido en el precio. Las plantas de reciclaje están construidas con suficiente capacidad para tratar todo lo que se ha producido y vendido, pero muchos se quejan de que no funcionan a pleno rendimiento porque los aparatos no llegan.

En el caso de España, destaca también el robo de residuos.

España realmente es uno de los peores casos. Seguimos el estudio de Belén Ramos en la OCU, que consistió en poner chips rastreadores a 16 piezas, y el problema ya empieza cuando intentamos entregarlas, porque algunas tiendas ni las cogen, a pesar de que están obligadas a hacerlo si compras un producto nuevo similar. Al llevarlas a puntos verdes nos encontramos con que en algunos de ellos la gente roba, porque no se puede poner una fortaleza alrededor. En ocasiones, han cortado la valla tantas veces que ya no se arregla. Aunque el robo es una parte muy pequeña del problema.

¿También hay parte de responsabilidad de puntos limpios y plantas de reciclaje?

Con algunos de los rastreadores vimos que cuando el material iba del punto limpio a la planta de reciclaje, el camión se paraba, y la señal con el cobre de la tele se iba en dirección a un reciclaje informal. También puede pasar que de la misma planta salga material con algún empleado corrupto que se lo lleva a casa, coge el cobre, lo vende a un amigo y el resto lo pone al lado de un contenedor.

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El activista chino Lai Yun ha encontrado residuos electrónicos norteamericanos vertidos cerca de Hong Kong. MEDIA 3.14

El gran tráfico de contenedores que van de puerto en puerto necesita que haya muchos implicados. ¿Hay mafias dedicadas a este negocio?

Sí, hay tanto dinero involucrado que está adquiriendo rasgos mafiosos. En el documental se explica un caso en una pequeña ciudad en Francia donde encontraron un almacén enorme lleno de ordenadores. Desde allí se vendían a una empresa en Bélgica, que compraba en tres o cuatro países, y enviaban contenedores a Hong Kong, a Emiratos Árabes… Los vendían y así hacían el dinero. Interpol dice que muchos de los que se dedican ahora al tráfico de residuos electrónicos ya tienen experiencia en el tráfico, de drogas, de personas… Es una cosa más.

¿Cómo se puede controlar el tráfico de contenedores?

La ley dice que sólo puedes exportar material tecnológico si funciona. En el puerto de Hamburgo vimos cómo sacan todas las teles del contenedor, las enchufan, miran si funcionan… Tardan medio día en revisar un contenedor, y de allí salen 10.000 al día. Este problema lo tienen todos los puertos. Cuando los residuos están en un contenedor creo que ya es demasiado tarde. Y además los residuos electrónicos no son lo más importante de la lista en los puertos. Están las armas, el terrorismo, las drogas…

Estados Unidos sí que exporta legalmente.

Los EEUU no han ratificado la Convención de Basilea, el acuerdo internacional que prohíbe la exportación de residuos tóxicos. Así que exportan porque no es ilegal. Los contenedores salen sin problemas, aunque hay países que los descubren y los devuelven a los EEUU. Pero como no es ilegal los meten en otro puerto y salen otra vez. Hay contenedores que los han devuelto hasta tres veces desde Hong Kong. Y en algún momento logran entrar.

¿La corrupción juega algún papel en la entrada de recipientes con residuos?

En China y en África nos contaron que se aceptan sobornos y dejan entran los contenedores o los describen de otro modo en la declaración de aduanas. Al final todo se trata de dinero. Pero la corrupción empieza ya en Europa, si una planta de reciclaje acepta residuos y sólo recicla la mitad… Es toda la cadena que tiene corrupción.

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Trabajadores chinos en un patio de reciclado de residuos electrónicos en Guiyu, China. LU GUANG

¿Con la crisis ha bajado la producción de residuos electrónicos?

Bajó un poco, pero no mucho. Desde el año pasado, en realidad, el mercado ya está subiendo. Todo el mundo tiene un smartphone, y todos pensamos que lo necesitamos. Creo que nos cortamos en otras cosas pero no en la electrónica. Una cosa triste es que quizá estamos comprando productos más baratos, pero que duran menos, y así aceleramos este proceso.

¿Extender la cultura de la autorreparación es parte de la solución?

Los controles no son la única solución porque no podemos controlarlo todo. Podemos empezar a reparar y a alargar la vida de nuestros productos y producir menos chatarra. Hay varias asociaciones que lo promueven. En el documental salen los de iFixit, que incluso venden partes que no venden los fabricantes. En Cataluña tenemos Millor que nou [“mejor que nuevo”], donde te dan las herramientas y te ayudan a abrir el producto y a arreglarlo. Una vez que lo haces, no lo vas a tirar rápidamente. Los de iFixit dicen que “si no sabes arreglarlo, no es tuyo”, porque no lo controlas.

          

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Comentarios
  1. El viernes tuve la suerte de ver el documental en el Festidocs de Barcelona y me pareció muy impactante.

    La sociedad de consumo en que vivimos, que fomenta el instinto humano de acaparar, realmente nos está llevando a un desastre ecológico y humno cada vez mayor.

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