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La cultura de Masaveu y la cultura de la Madreña

Los bomberos del Principado y de las ciudades de Oviedo y Gijón se han negado a colaborar en el desalojo del Centro Social Autogestionado

Acabo de visitar en Madrid (al precio de 6 euros la entrada general) una escueta muestra de la gran Colección Masaveu, una de las colecciones privadas más importantes de España. Según la información publicada por el diario El País cuando se inauguró la exposición en el Centrocentro Cibeles hace ya seis meses, los tesoros originales de los Masaveu  suman más de 1.500 piezas artísticas, que no han salido casi nunca del Palacio de Hevia, en el concejo de Siero. La exposición muestra 64 obras de arte sobresalientes que van del Románico a la Ilustración, con una sobre todo para la admiración más rendida: un pequeño relieve en marfil titulado Descendimiento, de autor anónimo leonés, que data de principios del siglo XII.

Mediado el mes de diciembre de 2007, los periódicos de Asturias informaban de la solemne inauguración «como sede fundacional del Palacio de Hevia ante la élite de la cultura». Creo que así decía literalmente el titular del diario El Comercio. «Nunca antes -escribía su redactor- el Palacio de Hevia había abierto sus puertas para acoger entre sus muros centenarios un acto como el de la noche del viernes. En él, representantes de la élite de la cultura asistían a una velada inolvidable que serviría además para presentar en sociedad la sede de la Fundación María Cristina Masaveu».

En noviembre de 2011, unas dependencias vacías y abandonadas de la antigua Consejería de Salud del Principado -a la espera de que el grupo inmobiliario Sedes, actual propietario del edificio, especulara con el solar-, fueron transformadas en lo que se dio en llamar Centro Social Ocupado y Autogestionario de Cultura La Madreña. Durante más de dos años, los ciudadanos del barrio de Pumarín, en Oviedo, han tenido la oportunidad de disfrutar de una serie de actividades gratuitas que han contribuido a dinamizar la vida cultural de la ciudad: conciertos, conferencias, talleres de acrobacia, clases de idiomas, ludoteca, teatro infantil, música, baile, mercadillos, etc.

Hay quien dijo, al cumplir esa iniciativa su primer año, que si La Madreña echó raíces en el corazón de  la estirada y vieja Vatusta  -con tanto de la de Clarín todavía- , fue porque sus formas y método no se correspondían con los de un grupo de típicos ocupas: en lugar de lucir enhiestas crestas a lo punki, sus autogestiones han sabido ser, ante todo, diligentes, eficaces y prácticos emprendedores a la hora de abrirse a los problemas del entorno vecinal y dar respuesta a las necesidades, aficiones e inquietudes de los ciudadanos.

Está a punto de concluir el plazo de siete días notificado por el juzgado para que La Madreña sea desalojada. Los bomberos del Principado y de las ciudades de Oviedo y Gijón se han negado a colaborar en el mismo, habida cuenta la eficiente labor social y cultural desarrollada en el centro. Se han convocado distintos actos de protesta para que una cultura libre, popular y autogestionaria sea posible allí donde se ha sembrado y crecido, sin más tutela que la de corresponder a las necesidades  de los vecinos de a pie y al pie de su carencias.

En un tiempo en que se conforman pujantes movimientos y plataformas políticas que se van a asomar a las urnas por primera vez en pro de una democracia más directa y participativa, erradicar iniciativas socioculturales como la de La Madreña  sería un error y una constatación de que una cultura de ese carácter no interesa a quienes se han empantanado en una agónica democracia formal, cada vez más desasistida de credibilidad por su alarmante menoscabo de la representatividad ciudadana  y su trato de favor a las élites.

La cultura, como la poesía en los versos de Gabriel Celaya, no es un bello producto, no es un fruto perfecto: «Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos. Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos».

PD.-La última noticia que me ha llegado después de escribir este artículo es que el alcalde de Oviedo no descarta la posibilidad de llegar a un acuerdo con La Madreña para que pueda gestionar algún inmueble de propiedad municipal. Sus declaraciones, reconociendo la excelente labor desarrollada por ese centro en el barrio aludido, se han dado después de que los vecinos hayan protagonizado diversos actos de resistencia en la ciudad, con una manifestación popular a la que asistieron en torno a 3.000
personas. Resistir es vencer.

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Comentarios
  1. No se portó muy bien la universidad oventense con los madreñeros. Solo diez catedráticos se solidarizaron. Gracias a La marea y al autor por el artículo.

  2. Es buerno que salgan noticias positivas como ésta y que además no pasan en Madrid ni BArcelona.
    ¡Gracias!

  3. Gacias por haber dado cobertura a esta noticia y, sobre todo, por destacar la labor sociocultural desempeñada por «los/as madreñeros/as».

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