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40.000 cadáveres para las mesas de disección nazis
Una experta de Harvard intenta identificar a las miles de víctimas anónimas del nazismo que acabaron en departamentos de Anatomía. Sólo se conoce el nombre de 500 de ellas
Este artículo se publicó originalmente en el Heraldo de Madrid
MANUEL ANSEDE // A mediodía del 16 de diciembre de 1943, Elfriede Remark, una modista alemana de 40 años, fue ejecutada en la prisión Plötzensee de Berlín. Su delito había sido criticar a Hitler en conversaciones con sus vecinos, que la delataron ante las autoridades nazis. Tras la ejecución, su cuerpo fue llevado al departamento de Anatomía de la Universidad de Berlín, donde fue diseccionado por el médico Hermann Stieve, especialmente interesado en el estudio del aparato reproductor femenino. Diseccionó a 174 mujeres, todas ellas ejecutadas. Cuatro estaban embarazadas.
Remark, hermana del escritor de Sin novedad en el frente, Erich Maria Remarque, fue sólo una más de las al menos 40.000 personas que acabaron en las mesas de disección de los departamentos de Anatomía durante el régimen nazi, según el horroroso recuento de la profesora Sabine Hildebrandt, de la Escuela Médica de Harvard, en Boston (EEUU). En muchos casos, los fragmentos de aquellas víctimas, miles de ellas ejecutadas de manera sumaria, permanecieron en las universidades hasta 1989, año en que las autoridades decidieron buscar sus restos. Ínfimas láminas de hígado observadas al microscopio por varias generaciones de estudiantes acabaron siendo enterradas con honores casi medio siglo después del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Muchos de los 40.000 cuerpos estimados por Hildebrandt procedían de hospitales, instituciones psiquiátricas, prisiones y residencias de ancianos, las fuentes de cadáveres históricamente habituales para las universidades. Pero al menos 3.749 de los cuerpos pertenecían a personas oficialmente ejecutadas entre 1933 y 1945, el periodo en el poder del Partido Nazi, según los casos documentados que ha conseguido recabar Hildebrandt.
“Según mis estimaciones, el número real puede duplicar esta cantidad [los 3.749 casos documentados], o incluso más”, explica Hildebrandt, que ha publicado sus últimos datos en la revista Clinical Anatomy. A esa cifra de ejecutados tras juicios sumarios habría que añadir otras víctimas del régimen de Hitler, puestas sobre las mesas de los 31 departamentos de anatomía bajo jurisdicción alemana, como los niños nacidos de madres encerradas en campos de trabajo, los presos muertos de hambre o los judíos perseguidos hasta el suicidio.
Pacientes psiquiátricos gaseados
En algunos casos, recuerda Hildebrandt, la oferta de cadáveres se adaptaba a la demanda. Alrededor de 1941, uno de los organizadores del programa de “eutanasia” que envió a unas 200.000 personas discapacitadas a la cámara de gas, el psiquiatra Werner Heyde, preguntó al director del Instituto Anatómico de Wurzburgo si necesitaba cuerpos humanos. El director, Curt Elze, se quejó de que cada vez le llegaban menos. A los pocos días, recibió 80 cadáveres de pacientes de un hospital psiquiátrico, recién asesinados con monóxido de carbono.
Para luchar contra el olvido, la profesora de Harvard propone hacer un esfuerzo de identificación y elaborar un banco de datos de las víctimas del nazismo que terminaron sus días en los departamentos de Anatomía. Sólo se conoce el nombre de 500. En algunos casos, sus cadáveres permanecen inmortalizados en atlas anatómicos como el del médico nazi Eduard Pernkopf, considerado una obra maestra desde el punto de vista científico.
“Yo sé que las familias siguen buscando a sus seres queridos. A veces contactan ellas mismas con los institutos anatómicos. Me parece que la incertidumbre sobre el destino de un ser querido es peor que la certeza de que acabó en un instituto anatómico”, reflexiona Hildebrandt.